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La pelea en JXC a 10 días de las PASO

El fichaje de Vidal, el búmeran de Macri y el 13-A con dos búnkeres: capítulos finales de la novela Larreta-Bullrich

Larreta, Vidal, Macri y Bullrich, en 2021, en el búnker del PRO en Costa Salguero.

Mauricio Caminos

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Juntos por el Cambio mira con expectativa los últimos capítulos de su novela hacia el domingo 13, con Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta cada vez más distanciados. Si la foto de ambos en un mismo escenario victorioso en Chubut marcó una impasse en la feroz discusión electoral nacional, el fichaje de María Eugenia Vidal al bando del jefe de Gobierno generó un impacto político cuyas esquirlas aún resuenan en el mundillo cambiemita y del PRO. No por caso tuvo fuertes réplicas en boca de Mauricio Macri –considerado por la exgobernadora su máximo referente político–, Cristian Ritondo –su alfil político en Buenos Aires– y del jefe de campaña de la exministra de Seguridad de la Nación, Juan Pablo Arenaza.

Vidal sabía las consecuencias que tendría su decisión y por eso buscó calmar las aguas antes de tiempo: se lo comunicó personalmente a Ritondo en una conversación privada que tuvieron días atrás. Fue su canal de comunicación para un mensaje que tenía como destinataria final a Bullrich. 

La rival de Larreta se mordió la lengua en las primeras horas de la polémica. Por ella ya hablaron los demás. Sin decirlo, considera la actitud de Vidal una “traición”. Es que el acuerdo implícito que habían pactado allá por mayo –cuando Vidal se bajó de la carrera presidencial– era que la exgobernadora se mantendría neutral. 

El factor Macri

El mismo acuerdo le cabe a Macri. En ninguno de los dos comandos esperan que el expresidente explicite su voto antes del 13, aunque ya no es noticia que metió más mano en el armado bullrichista que en el larretista. “Mauricio puede ser un problema”, confesó un vocero de la exministra. Temen que cualquier declaración electoral del exmandatario se convierta en un búmeran, cuando no hay margen para el error y Bullrich viene acumulando errores no forzados por su verborragia, con la propuesta sobre el “blindaje” a lo 2001 y la intención de entrar con cámaras a la bóveda del Banco Central como hits.

Cualquier nuevo palito que se pise puede ser fulminante en un escenario tan parejo como el que se cree que darían las urnas. “La campaña ya está terminada”, sentenció a elDiarioAr un operador que conoce las tripas de JxC. “Lo de María Eugenia es más de lo mismo. Me suena más a desesperación que a otra cosa”, completó la fuente consultada. 

En un escenario de domingo a la noche que el consenso interno estima ajustadísimo –con una diferencia de no más de cinco puntos entre uno y otro precandidato de JxC– Larreta espera con ansias esos votos vidalistas, aunque su obsesión está en esa “minoría silenciosa” que está indecisa. “Nos va a sumar unos puntitos”, comentó un operador de Uspallata. El cálculo que ponderó el alcalde para que Vidal explicite su apoyo son los votos que ella recogía cuando era una presidenciable presidencial testimonial: “Tenía 4 puntos”, recogió este medio en la Ciudad. 

Ayer una encuesta de Proyección Consultores plantó a Bullrich arriba de Larreta en casi 7 puntos: 20,4 a 13,9 por ciento. El sondeo fue online, mediante puntos-muestra geolocalizados con 2130 casos efectivos, recogidos entre el 24 y el 31 de julio. 

Son los números que también ve la exministra, aunque en el larretismo aseguran que las encuestas que valen son las “presenciales”, que son más caras y se piden poco. “Hay que ser prudentes. Todavía falta para el domingo, todo puede pasar, incluso que gane Horacio”, admitió una voz en el comando de campaña de Bullrich. 

¿Un búnker en dos tiempos?

Sí parece estar descartado que habrá un búnker compartido la misma noche de las elecciones, supo elDiarioAR de distintas fuentes en JxC. Cada bando tiene su espacio reservado y los cruces de las últimas horas parecen haber alejado aún más la posibilidad de que haya una unificación de escenario. 

Larreta hace tiempo alquiló Costa Salguero, el tradicional espacio electoral del PRO, siempre adornado con los coloridos globos macristas. Bullrich tiene a disposición el Palacio San Miguel, un salón de eventos privados situado en el microcentro porteño. 

“Ellos están cerrados. Bullrich no quiere”, dijo un operador con llegada a la mesa chica del alcalde. La negativa cobra sentido si se sigue la tesis de que la idea de la unificación del espacio electoral salió del propio Larreta. “No me siento cómoda”, habría contestado la exministra. Su contraargumento es que sería aceptar jugar en una cancha visitante. 

“No tiene lógica que Patricia vaya ni que Horacio venga. Imaginá que el que pierda va a quedar muy golpeado”, psicoanalizó un vocero del armado de La Piba. 

Por fuera de los ánimos personales, también hay factores de logística y distribución de los espacios. Más allá de un lugar para contener a “la militancia”, los búnkeres suelen ser sobre todo un espacio concreto para que se instalen los equipos de campaña y desde donde pueden hacer el seguimiento pormenorizado de sus mesas testigos. Muy poco probable que Larreta y Bullrich compartan también esos dispositivos electorales.

Lo que se está negociando, entonces, es que haya foto de unidad post resultado en el búnker ganador. Especulan en ambos bandos que así podrían contener mejor a sus votantes de cara a las generales de octubre. Allí también podría reaparecer Macri, levantando la mano a los dos, como el árbitro al final de una pelea de box.

Sería, entonces, una noche electoral cargada de gestos y con varios momentos distintos: primero, el perdedor de la interna subiría a su escenario para reconocer el resultado; luego, se dirigiría al espacio ganador para mostrarse juntos. Así, pese a la distancia que marcaron Bullrich y Larreta en las últimas horas, en dos domingos no estarían tan lejos: entre un comando y otro hay seis kilómetros y medio. Apenas 15 minutos en auto.

MC/JJD

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