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EL GOBIERNO QUE VIENE Sacudones en el mapa del poder

Las intrigas del pacto Macri-Milei y las alianzas del primer mileismo

Javier Milei y su hermana Karina durante un acto de campaña

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Ustedes decían que Marcos influía mucho en mí... Este pibe Caputo influye diez veces más en Milei.

Mauricio Macri habla de Peña, Marcos, su exjefe de Gabinete y estratega, y de Caputo, Santiago, el campañólogo con poderes e influencia que Javier Milei equipara, incluso, a los de El Jefe, su hermana, Karina. No es meramente descriptivo lo de jefe del PRO, que está desde hace varios días en Emiratos Árabes: Caputo, un joven consultor formado en la escuela de Jaime Durán Barba que muy tempranamente, a raíz de un episodio de campaña sucia contra Daniel Filmus, rompió relaciones con Peña, es una de las voces más ácidas contra la gestión macrista en el primer anillo del poder mileista.

Caputo, que quedará con el manejo -visible o no- de la comunicación estratégica del gobierno de Milei, tiene un desafío monumental inmediato: tejer un relato verosímil, de rápida digestión para las mayorías, para transmitir que la presencia de referentes de ADN macristas como Luis “Toto” Caputo y Patricia Bullrich en sillones clave del poder no significan, como se traduce a simple vista, una colonización por parte del expresidente. Un acechante imaginario de Milei al gobierno, Macri al poder que puede herir, de arranque, la autoridad del libertario.

No en vano Macri le dedica esa parrafada que, si bien puede leerse como un elogio a Caputo, es un desprecio a la autoridad de Milei cuya verdadera dinámica y configuración está en proceso. Por momentos, Milei parece involucrado en los detalles finísimos de la gestión, detrás de cada nombre y raviol de la estructura que diseña Federico Sturzenegger. En otras instancias, la postal es diferente y adquiere volumen Guillermo Francos como el gestor, con agenda propia, de acuerdos y designaciones. Fue Francos quien activó el operativo para que el cordobés Osvaldo Giordano desembarque en la ANSeS, en lugar de Carolina Píparo.

Juan Schiaretti manda a decir que nada tuvo que ver con la designación de Giordano -cuya esposa, Alejandra Torres, es funcionaria del gobernador electo y actual intendente de Córdoba capital, Martín Llaryora, y diputada nacional por asumir-, que no seguiría en su cargo y que, incluso, había empezado a colaborar en la campaña de Bullrich. A Giordano lo tentó Francos y tuvo un guiño de la fallida candidata presidencial de JxC pero es, como en el caso de Macri, muy difícil despegar a Schiaretti de ese movimiento porque dos hombres de su equipo, Daniel Tillard, que viene de presidir el BANCOR, y Franco Mogetta, que es secretario de Transporte, irán a lugares en el BCRA y en Transporte.

Pituquitos

Quizá Schiaretti valida la dispersión de los suyos y apura el otoño de su jefatura porque, con o sin su bendición, Milei parece ordenar una lógica que el cordobés milita hace tiempo y quedó explicitada, en un muy interesante análisis que hizo Juan Manuel Abal Medina el último jueves en la Universidad Di Tella, en el resultado electoral: la foto del balotaje cristalizó el antagonismo AMBA versus interior, registro que marida perfectamente con la militancia schiarettista de que el problema es el AMBA -no solo conurbano, también CABA- y que su heredero, ya autonomizado, Llaryora, sintetizó en aquella frase sobre los “pituquitos de Recoleta”. Cosas de la vida, y de Twitter: la arenga de Llaryora generó una reacción de Caputo que, más criterioso, luego borró. Detalles.

Abal Medina observa que La Libertad Avanza es el primer partido nuevo -a diferencia de la UCeDé y el Frepaso, incluso el primer PRO- que logró crecer exponencialmente “lejos del Obelisco” y teoriza que eso ocurre porque canalizó el malestar del interior contra el ambacentrismo, que tuvo su máxima expresión en la conformación del Frente de Todos (FdT). Hasta que, posderrota de 2021, ingresó el tucumano Juan Manzur a la jefatura de Gabinete, el FdT había sido un espacio político con representación puramente ambeña: los Fernández, Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, los intendentes-ministros. Aquello que decía Gabriel Katopodis de mirar más allá de las 60 cuadras del AMBA pero al revés.

La lectura de Abal Medina sobre el voto territorializado expone un aspecto más profundo: el 19-N pareció romperse, nadie sabe por cuánto tiempo, una lógica criolla -que el politólogo y exfuncionario llama la anomalía argentina- que iba a contramano de lo que ha ocurrido en el grueso de los países de América Latina: a pesar de la continuidad y añeja inestabilidad macro económica (la estadística habla de que desde 2011 el producto por cápita está estancado o a la baja) Argentina gambeteó la inestabilidad política. El caso extremo, para el Guinness, es Perú que vive en una semi permanente crisis institucional pero su economía, con sus desigualdades extremas, se mantiene estable. Podría llamarse el síndrome Julio Emilio Velarde Flores, economista que fue designado al frente del Banco Central de Perú en 2006 por Alan García y 17 años después sigue en su cargo, a pesar que se sucedieron ocho presidentes de Perú, de los cuales la mayoría terminó preso o exiliado.

La latinoamericanización de la política argentina que proyecta Abal Medina la refuerza en un informe pos balotaje Daniela Barbieri, directora de Barda, que caracteriza a Milei como un newcomer y hace un punteo: desde 2020, en tiempos pandémicos y pospandémicos, hubo 9 balotajes, en 4 ganó un newcomer (Daniel Noboa en Ecuador, Pedro Castillo en Perú, Rodrigo Chaves en Costa Rica y Milei en Argentina) o un político de baja experiencia en las batallas electorales, como Gabriel Boric en Chile y Bernardo Arévalo en Guatemala. Existió, en estos años, cierta ufanía de la política por evitar estallidos sociales -como hubo, por caso, en Chile, la antesala de la llegada de Boric- a pesar de una crisis económica profunda. Ahora puede haber otra ufanía: la expresión de aquella disidencia fue por la vía electoral.

Proyecciones

A una semana de ganar, Milei atravesó varias tempestades que sembraron lecturas antagónicas. La más determinante es sobre su relación con Macri. Se asume, en todos los búnkeres, que el libertario tuvo acuerdos bilaterales con Bullrich y Caputo. Con Patricia se reconcilió pos general y hasta la subió a su cierre de campaña en Córdoba. Con el Messi de las finanzas está en contacto desde al menos dos meses para que le presente una hoja de ruta para resolver el asunto de las Leliqs, que no parece el más urgente. Por eso, en el mundo económico la pregunta es quien será el secretario de Hacienda de Caputo, el Raúl Rigo del ajuste.

Quedó, hasta acá, la música de que Macri tomó por asalto puestos clave del gobierno de Milei aunque no haya formado parte de una negociación global. El viaje del expresidente justo al inicio de la semana de definiciones de nombres parece, a simple vista, una gestualidad para trasmitir que está afuera de esas roscas. Viajó a Arabia Saudita y a Emiratos Árabes a buscar fondos para rehacer la Bombonera y a ver el gran premio de F1 en Abu Dhabi. Hay un gris: la relación con Milei parece sólida y frecuente, el expresidente opinó sobre Bullrich y Caputo, le interesan áreas puntuales, pero no demuestra interés por extender, más allá de aquello de ser “garante”, su influencia visible.

Macri, más que muchos, advierte sobre las fragilidades del libertario y mientras algunos exageran, con apenas una semana de presidente electo, que hay Milei para rato, el expresidente sugiere a sus íntimos que hay que esperar como se desenvuelve. Su speech fue, hasta el viernes, que lo de Caputo y Bullrich fueron decisiones de carácter personal pero la moneda está en el aire y todo puede cambiar luego de que se reúna, el martes que viene, con el presidente electo si es que Milei está en Argentina, ya que planifica un viaje a EE.UU. Macri asume, en confianza, que la mirada pública es que su involucramiento en la gestión de Milei es mucho. Deberá resolver si sale a apagar esa lectura o la deja consolidarse. “A Mauricio no le importa ser lo que Cristina fue para Alberto”, dice un macrista puro y duro, y da en la tecla con la interpretación pública. Hay un dato puntual para seguir: si Cristian Ritondo resulta bendecido por Milei, o no, para presidir la Cámara de Diputados.

En LLA afirman que Milei preferiría, en ese lugar, a Florencio Randazzo. El exministro de Interior y Transporte de Cristina Kirchner, y fallido candidato presidencial en 2015, construyó una relación personalísima con el presidente electo en la Cámara de Diputados. Se relata la anécdota de que cada vez que entraba al recinto, Milei buscaba con la mirada a Randazzo para saludarlo, mientras que prácticamente ignoraba al resto. El candidato a vice de Schiaretti tejió, en simultáneo, un vínculo fluido con Francos, que nadie logra determinar si es un mero ejecutor de mandatos de Milei, o tiene margen y autonomía. En el macrismo atribuyen a Francos, como parte de un tridente compartido con Nicolás Posse y Guillermo Ferraro, ser el principal impulsor de Randazzo.

Verdugos

A ese eje se señala como verdugo de Píparo y, además, como impulsores internos del ingreso de Bullrich a Seguridad para sacarle peso a Victoria Villarruel. Operan dos dimensiones. Una apunta a tratar de construir un mileismo con restos del peronismo, que aportarían, entre otros, Randazzo. Otra, un territorio personal, de inquinas, donde aparece la figura de Ferraro, que tuvo algunos achaques la última semana, a quien se señala un enojo ferviente con el macrismo por una salida accidentada, pero silenciosa, de la gestión porteña cuando mandaba Macri.

La potencial llegada de Randazzo al trono de Diputados avanzó sin que sea necesaria la mediación de Schiaretti que, de todos modos, estuvo al tanto. El schiarettismo es lo único que sobrevive en el bloque del Interbloque Federal tras la renuncia de Graciela Camaño y Alejandro “Topo” Rodríguez, mientras el socialismo, que tiene dos diputados, analiza si se desmarca del bloque neomileista.

Validar a Ritondo en Diputados implicaría, en lo formal, lacrar un co-gobierno porque el presidente de la cámara baja está en la línea de sucesión. No es, hasta acá, lo que quieren los gobernadores del PRO que se sienten más cómodos, a priori, como “oposición constructiva” y dadora de gobernabilidad. Este sábado Rogelio Frigerio, gobernador electo de Entre Ríos, marcó una posición: dijo que si Bullrich es funcionaria de Milei deberá dejar de presidir el PRO. Frigerio expresa la postura de rechazo a un co-gobierno con Milei.

Entonces, si se despejan las variables de un Macri distante y de los jefes territoriales sin pacto con Milei, ¿a quién expresaría Ritondo en la cima de la cámara? El exministro de Seguridad bonaerense hace una cuenta genérica: suma al PRO, a la UCR y a los libertarios y dice que, con eso, Milei puede tejer una alianza legislativa que queda a 15/17 votos del quórum. Es una matemática demasiado voluntariosa. Se apura en sumar al radicalismo que cruje con su propia interna. Hay un tándem expresado por los gobernadores de Mendoza, Alfredo Cornejo; y de Corrientes, Gustavo Valdés -que en este movimiento incluye a Leandro Zdero, de Chaco- que prefieren una cercanía intensa con Milei. Mientras, el jujeño Carlos Sadir y el santafesino Maximiliano Pullaro prefieren tomar una distancia prudencial. Todo es volátil pero la llegada de Bullrich a Seguridad, que será informada por Milei, apareció como un factor que puede facilitar un buen vínculo con Pullaro, cuyo karma es el tema narco en Rosario.

#Peronismos

“Bolsonaro hizo menos del 10% de lo que dijo que iba a hacer”. La frase del embajador de Brasil en Buenos Aires, el diplomático Julio Glinternick Bitelli, fue música celestial para Axel Kicillof en la reunión que tuvieron a mitad de esta semana. Funcionó como un anticipo, deseado, de las limitaciones que puede tener Milei a la hora de instrumentar lo que dijo que quiere instrumentar. Glinternick Bitelli recordó, por caso, que Bolsonaro anunció la privatización de Petrobrás pero no pudo hacerlo. Al final, cedió el control de la petrolera de bandera a las FFAA. Bolsonaro estará en Buenos Aires en la asunción de Milei y, según confirman en el equipo de LLA, su presencia está confirmada al igual que la del primer ministro húngaro, el derechista Viktor Orbán. Una fantasía húmeda de la militancia libertaria criolla es que estén además Donald Trump, el líder de Vox Santiago Abascal y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Sería como convertir a Buenos Aires en la capital de la ultraderecha.

La tentación con el espanto de sectores del peronismo ante esa foto puede confirmar que no terminar de digerir lo que pasó. La tesis de Abal Medina sobre el fin de la anomalía que le permitía a la Argentina mantener institucionalidad política a pesar de la inestabilidad macro económica, y un deterioro pronunciado en la micro economía, se puede rastrear en un recorte parcial pero estruendoso: la secuencia de la paleta de colores de las últimas cuatro elecciones nacionales -2015 y 2023, balotaje, 2011 y 2019 general- que refleja la desperonización del voto presidencial. La placa es de La Sastrería, la consultora de Juan Malagoli y Raúl Timerman.

De manera retroactiva, adquiere relevancia aquella invocación de Kicillof a “componer nuevas canciones” que, en otro episodio de la larguísima secuencia de la mala praxis política del Frente de Todos (FdT), derivó en críticas del diputado Máximo Kirchner. El gobernador, la figura de mayor peso institucional que queda en el escenario del peronismo, se enfrenta a una encerrona: debe cohabitar con Milei, con quien hasta el viernes no había hablado, y al mismo tiempo expresar a la militancia opositora cuyos miedos van más rápido que las medidas del libertario. Los desgarros por la llegada de Píparo a la ANSeS van a la cuenta de lamentos desechados.

Kicillof citó, para este lunes, a los 84 intendentes bonaerense de UxP. Se prepara para un sablazo extremo sobre las cuentas que requerirá un ordenamiento económico pero, además, político. Una teoría que elaboran economistas del peronismo sugiere que se viene una guerra abierta con la provincia de Buenos Aires, que se mueve sobre dos verdades antagónicas y parciales: es la que recibe el mayor número de transferencias extraordinarias de la Nación pero, en paralelo, es la que más aporta a la cuenta nacional (40% y le vuelve el 20% de fondos coparticipables).

No es descabellado imaginar que Kicillof podría atravesar la misma crisis que Daniel Scioli en 2012 cuando tuvo que cuotificar sueldos y aguinaldo. Al actual embajador en Brasil le tocó ese mal trago con Cristina Fernández de Kirchner como presidenta. Pero el pavor es mayor porque supone que Milei compraría la tesis de Schiaretti de recortar subsidios al AMBA para transferirlos al interior y hace lo mismo con el manejo de la ANSeS. El ahogo a la gestión de Kicillof, y la negociación con los gobernadores del interior -dos variables hipotéticas en una película en desarrollo- es uno de los pilares de la hoja de ruta que comparten Francos y Randazzo, y que incluiría a Llaryora, para la conformación de un polo peronista del interior, federalizado. Se intentó varias veces y falló.

PI/DTC

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