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La pelea por la Presidencia

Massa pasó al frente y disputará el balotaje con Milei, tras una histórica remontada del voto peronista

El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa

Sebastián Lacunza

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El voto peronista dio una extraordinaria muestra de resistencia, al otorgar la victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales a Sergio Massa, con 36,7% de los votos, frente a 30% de Javier Milei y 23,8% de Patricia Bullrich, con 97% de las mesas escrutadas.

Con este resultado, el ministro de Economía enfrentará en balotaje al diputado de ultraderecha, ya que no alcanzó el 45% de los votos o el 40% con 10 de diferencia requerido por la Constitución para evitar la cita del 19 de noviembre.

Massa sumó 9 puntos porcentuales al 27,3% cosechado por Unión por la Patria en las primarias del 13 de agosto (algo menos, porque en la primera vuelta se ponderaban los votos en blanco). La mejora sobre el registro anterior se dio en todo el país, pero la provincia de Buenos Aires resultó decisiva para darle al candidato oficialista una fortaleza impensada.

Kicillof regresó a los mejores porcentajes del peronismo, con un arrolador 45%

En el distrito en el que vive 37% del padrón electoral, la coalición peronista de centroizquierda obtuvo casi 43% de los sufragios en el tramo presidencial. Su ventaja allí fue de 17 puntos sobre Milei, quien quedó un punto por encima de Bullrich.

Un dato saliente, decisivo, de la jornada electoral fue la reelección de Axel Kicillof en Buenos Aires. El gobernador regresó a los mejores porcentajes del peronismo, con un arrollador 45%. El triunfo de Unión por la Patria barrió intendencias en el conurbano y alcanzó ciudades importantes del interior provincial, como Bahía Blanca y, más ajustadamente, La Plata. Que Massa siga en carrera de cara a noviembre se debe en cierta medida a la fortaleza de su alianza con Kicillof.

Cambió el mapa

Unión por la Patria recuperó ocho provincias que el 13 de agosto habían dado la victoria a Milei. El extremista conservó el primer puesto en Córdoba, Santa Fe, los tres distritos de Cuyo, las patagónicas Neuquén y Chubut, y las norteñas Misiones, Salta y Jujuy (10 en total). En casi todo el resto del país triunfó el peronismo (13 provincias). La Ciudad de Buenos Aires fue una previsible excepción en favor de Juntos por el Cambio, aunque con un descenso significativo con respecto a las primarias.

La candidata a presidenta del FIT, Myriam Bregman, obtuvo 2,7% en el país, víctima del 'voto útil' para frenar a las derechas

Jorge Macri quedó a las puertas de ser consagrado jefe de Gobierno en primera vuelta, con 49,6%, frente a 32,9% del radical kirchnerista Leandro Santoro. La candidatura de Ramiro Marra resultó un fiasco para La Libertad Avanza, con un magro 13,9%. Más atrás quedó Vanina Biasi, del FIT, con 4,2%.

La alianza trotskista tuvo una noche decepcionante, aunque no catastrófica. En la Ciudad, el FIT quedó cerca de consagrar un diputado, pero no le alcanzó. En cambio, sí sumó una banca por la Provincia de Buenos Aires para Christian Castillo, por lo que esa alianza pasará a tener cinco asientos en la Cámara Baja. En el orden nacional, la candidata a presidenta del FIT, Myriam Bregman, obtuvo 2,7%, víctima del “voto útil” para frenar a las derechas.

En cambio, Juan Schiaretti mejoró con creces el resultado de agosto y alcanzó 6,8% en el tramo presidencial. En Córdoba, Hacemos por Nuestro País se llevó tres diputados nacionales, aunque no logró desplazar a la fuerza de Milei del primer lugar. 

La ajustada victoria de Rogelio Frigerio en la gobernación de Entre Ríos marcó la única buena noticia del día para Juntos por el Cambio. El exministro del Interior de Mauricio Macri venció por dos puntos (41,5% a 39,5%) al peronista Adán Bahl. Se trata de la novena provincia (contando CABA) en manos de la coalición conservadora, que, de todas maneras, se enfrenta a un futuro plagado de incertidumbre.

En la otra gobernación que estaba en juego ayer, Catamarca, el peronista Raúl Jalil superó 53%, con una diferencia aplastante sobre sus rivales. 

Rumbo al balotaje

La campaña por la segunda vuelta comenzó anoche, con los discursos de los dos candidatos que quedaron en pie.  

Massa se dirigió a los suyos en el Complejo Art Media C, del barrio porteño de Chacarita, poco antes de la medianoche. Eligió un tono aplomado, pidió humildad y tendió puentes con Bregman y Schiaretti, a quienes llamó por su nombre de pila.

Sobre todo, el candidato peronista buscó puntos en común con el imaginario del votante radical, con alusiones a la fortaleza de la educación pública y el respeto por la democracia.

En un discurso de unos veinte minutos, Massa no mencionó a Cristina Fernández de Kirchner ni a Alberto Fernández.

“Quiero esta noche también hablar a los argentinos y argentinas que fueron al cuarto oscuro, pero votaron el cambio; a los que a lo mejor con desesperanza o con bronca se quedaron en su casa; a los que la eligieron a Myriam, a los que eligieron a Juan; quiero hablarles a esos miles y miles de radicales que a lo largo y a lo ancho de la Argentina comparten con nosotros valores democráticos como la educación pública y la independencia de poderes”, apeló.

“La grieta se murió y empieza una nueva etapa el 10 de diciembre con mi gobierno”, sentenció el candidato peronista.

El ministro de Economía se situó solo en el escenario. Sobre el final, sumó a su esposa, Malena Galmarini, sus hijos, su compañero de fórmula, Agustín Rossi, y la familia de éste.

En el Hotel Sheraton Libertador, en el centro de Buenos Aires, los partidarios de Milei se preparaban para una fiesta que no fue, aunque no perdieron el temple.

Unos minutos antes de que Massa hablara en Chacarita, el postulante ultraderechista hizo blanco exclusivo en “el kirchnerismo” y no incurrió en el repertorio de agravios que había utilizado hasta hace días contra los integrantes de Juntos por el Cambio y Bullrich en particular (“terrorista ponebombas”).

Milei saludó a los derrotados Marra y Carolina Píparo, candidatos de La Libertad Avanza en provincia de Buenos Aires y Capital Federal, respectivamente, y felicitó a Jorge Macri y al virtual gobernador electo de Entre Ríos, Frigerio, en abierto coqueteo con la alianza conservadora. Sus palabras tuvieron una reminiscencia directa a la retórica de Bullrich, Mauricio Macri u Horacio Rodríguez Larreta en meses pasados.

“Vengo a dar por terminado ese proceso de agresiones y ataques, y estoy dispuesto a hacer tabula rasa y dar de nuevo con el objetivo de terminar con el kirchnerismo”, tendió la mano. “Porque más allá de nuestras diferencias, lo que tenemos que entender es que enfrente tenemos una organización criminal que no va a dejar barbaridad por cometer con tal de sostenerse en el poder. El kircherismo es lo peor que le ha pasado a la Argentina”, dijo un Milei.

“No se equivoquen, no venimos a quitar derechos. Venimos a terminar con privilegios, no a quitar derechos”, en un déjà vu de aquel “no vas a perder nada de lo que ya tenés” de Macri en 2015.

Caminos para llegar a quienes votaron a Bullrich

La conquista de los 6.2 millones de votos de Juntos por el Cambio presenta múltiples desafíos para ambos postulantes. A Massa, por empezar, porque esa masa de electores prefirió a una candidata cuya propuesta central fue “terminar con el kirchnerismo”. El lema habrá sido tosco, Bullrich lo habrá enarbolado con mala pericia, pero su significado fue inequívoco.

Escoltada por la cúpula del macrismo, Bullrich habló antes sus partidarios en Costa Salguero con tono sombrío. Pasó a la ofensiva y reivindicó sus “valores que quizás han quedado dormidos”. Dio alguna señal sobre su preferencia por Milei en la segunda vuelta: “Nunca vamos a ser cómplices del populismo en la Argentina. Ni nunca vamos a ser cómplices de las mafias que destruyeron este país. Desde el lugar que me toque, no me voy a rendir nunca”. Es su opinión, pero difícilmente será acompañada por todos sus compañeros de coalición.

Aunque las coincidencias ideológicas de la propia Bullrich y Macri con Milei fueron explícitas hasta el primer semestre del año, más recientemente la ofensiva del libertario alcanzó ribetes insultantes e hirientes.

Un aspecto estructural que marcará el balotaje es que la exministra de Seguridad tuvo su base electoral entre los adultos mayores, mientras que el extremista recabó más votos en la otra punta etaria, los adolescentes y los jóvenes. Hay allí algunos muros culturales que no serán fáciles de sortear para Milei.

La diferencia entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio también es socioeconómica en ciertos distritos, en especial, el área metropolitana de Buenos Aires. Bullrich fue la más votada en barrios de clase media alta y alta, mientras que Milei compitió en el terreno peronista en zonas de trabajadores y de clase media baja y baja.

Esa distancia en el tipo de votante de las dos derechas es mucho menos clara en provincias como Mendoza, Córdoba y Santa Fe, donde el avance del economista parece haber sido principalmente a costa de la coalición fundada por Macri.

Massa ya identificó el segmento de votantes de Bullrich en el que puede pescar: los radicales. Al respecto, puede tejer por debajo y por arriba con dirigentes a los que conoce bien de alianzas pasadas. El odio profesado por Milei a Raúl Alfonsín e Hipólito Yrigoyen será difícil de olvidar por una parte del electorado que se siente antikirchnerista, pero no de derecha.

La lección Insaurralde

En los círculos más duros que orbitan en Juntos por el Cambio, ayer campeaban los análisis sobre el poder del clientelismo y otras expresiones despectivas del voto popular. Esas usinas retomaron la noción de un ciuadano que no piensa y se somete mansamente a sus verdugos.

En particular, macristas de paladar negro puntualizaban que el votante de Massa fue inmune a las denuncias por corrupción, con la mira en el escandaloso viaje a Marbella de Martín Insaurralde junto a su novia.

Cabe pensar que un elector puede sentir repulsión por las acciones de Insaurralde, pero, a la vez, desconfiar de hombres de negocios puestos a hacer política que son vendidos como ciudadanos ejemplares por las pantallas de la televisión, o tomar con pinzas la certificación de pureza que se otorga a ciertos personajes una vez que desembarcan en Juntos por el Cambio.

Sin ir más lejos, Guillermo Viñuales, el postulante a intendente de la coalición conservadora en Lomas de Zamora, fue la mano derecha de Insaurralde durante una década, hasta que se alejó hace apenas dos años. Ayer, Federico Otermín, salpicado por las andanzas de Insaurralde y por las irregularidades en la Legislatura provincial que dirige, duplicó los votos de Viñuales.

En este punto, Kicillof y Massa acaso hayan logrado neutralizar e incluso capitalizar el affaire del novio de Sofia Clerici. Entre ambos, dispusieron la separación de Insaurralde de su puesto en la gobernación bonaerense y de la candidatura a concejal en Lomas de Zamora, horas después de conocidas las fotos de la pareja en el Mediterráneo. Preguntados en varias oportunidades, ambos candidatos expresaron con claridad su rechazo a la conducta de Insaurralde.

No fue el caso de Cristina y Máximo Kirchner, mentores y aliados del exintendente de Lomas de Zamora. La vicepresidenta y su hijo hicieron silencio, como durante toda la campaña.

Se verá en las próximas semanas, meses y años hasta qué punto Massa y Kicillof consideran que su victoria del domingo merece ser compartida con los Kirchner.

SL

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