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LA PELEA CON KICILLOF

Entre la interna de La Cámpora y el plan de Cristina, el peronismo espera que una PASO en 2027 evite la ruptura

Cristina Fernández de Kirchner es una de las principales impulsoras de que una PASO en 2027 ponga orden a la interna sin fin del peronismo.

María Cafferata

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–Esto se resuelve con una interna, no hay otra manera.

–Pero así no se puede, tienen que aflojar. A este paso se van a matar.

Dos dirigentas peronistas dialogan, haciendo tiempo antes de ingresar al Consejo de la Magistratura, ubicado frente a la plaza Lavalle. No son las únicas: apenas unas horas antes, en la reunión del Consejo del PJ, Jorge Capitanich dejó la misma consigna. Y Máximo Kirchner, sentado a unos metros, ratificó la misma idea para el PJ bonaerense. Faltan dos años para 2027, pero el cristinismo anticipa que no habrá acuerdo posible que sepulte la interna con Axel Kicillof y con los gobernadores. Sin liderazgos claros, solo una PASO puede salvar hoy al peronismo.

Cristina Fernández de Kirchner es una de las principales impulsoras de esta idea. Kicillof será candidato a presidente pero no por el kirchnerismo. Así lo repiten muchos de sus interlocutores, que dejan correr nombres mientras hacen tiempo hasta definir quién será el candidato de La Cámpora. El último fue el sanjuanino Sergio Uñac, pero también son Gerardo Zamora y Sergio Massa. CFK los deja hacer, mientras repite, puertas adentro, que hay que llegar a 2027 con varios dirigentes peronistas con ganas de recorrer el país. 

Encerrada en San José 1111, donde acaban de limitarle aún más su régimen de visitas, Fernández de Kirchner está enfocada en preparar el próximo programa económico del peronismo. El objetivo de la expresidenta es diseñar una hoja de ruta con propuestas de reforma laboral, tributaria, en materia educativa y de seguridad, y viene encabezando reuniones semanales en su departamento del barrio de Constitución. 

Cristina Fernández de Kirchner recibió al gobernador de La Rioja Ricardo Quintela

La última reunión, sin embargo, fue castigada con dureza por el Tribunal Oral Federal 2, que definió fijarle una serie de reglas: nada de reuniones que duren más de dos horas o se repitan por más de dos días a la semana y nada de más de tres visitantes a la vez. “Fred Machado vivía en una quinta en Viedma y si lo visitaban 15 personas al juez ni le importaba”, mascullan en el entorno de CFK, en donde recibieron el castigo con indignación pero resignación: “Es ilegal, todos lo sabemos. Pero tenemos que callarnos y cumplirlo”. 

Por fuera de las reuniones programáticas, la expresidenta viene encabezando diariamente reuniones políticas con todo el arco peronista. Y a todos –gobernadores, artistas, referentes– les repite lo mismo: “El Gobierno y los sectores económicos están trabajando para que nos rompamos. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? No rompernos”, insiste.

El mensaje de unidad es, en realidad, una oda a la flexibilidad. CFK está mirando a los gobernadores, quienes vienen jugando a romper los bloques en el Congreso desde que Javier Milei ganó las elecciones. La expresidenta tiene el teléfono prendido y mantiene un diálogo cotidiano con Zamora, el gobernador santiagueño que se reunió el viernes con Diego Santilli. Cristina no cree que el gobernador vaya a romper con el bloque y, cuando le preguntan por los rumores de ruptura, insiste: “No nos podemos guiar por lo que dice La Nación. Tenemos que trabajar para que esté de este lado”.

La incógnita, en cambio, es el catamarqueño Raúl Jalil. CFK no mantiene diálogo con el gobernador de Catamarca, pero apuesta a que sea José Mayans, su brazo operativo en el PJ, quien termine de negociar con los catamarqueños para evitar una ruptura. “Hay que hacer todo lo posible para que ninguno se ofenda”, le explicó, hace una semana, al riojano Ricardo Quintela, con quien retomó el vínculo tras la interna fallida por la presidencia del PJ el año pasado. Ambos hicieron las paces.

Con quien no volvió a retomar el contacto, sin embargo, es con Axel Kicillof.

La guerra bonaerense

En La Plata están furiosos. La pelea con La Cámpora llegó a su pico máximo el último martes cuando, tras emitir el despacho del Presupuesto y la Ley Fiscal, las negociaciones para avanzar con el aval para endeudarse se estancaron. En el cristinismo enviaron el mensaje de que, si quería avanzar con los proyectos, había que sentarse a negociar todo: lugares en el Banco Provincia y vacantes en la Suprema Corte de Justicia. “Plata y cargos”, sintetiza un referente de La Cámpora. 

En el gobierno bonaerense, en cambio, vienen pujando para separar ambas negociaciones: “Las vacantes de la Corte es un tema separado que no se puede mezclar y menos negociar a cambio de instrumentos económicos”, cuestionan en La Plata, en donde se resisten a abrir una gran paritaria política. Fue en este contexto que, a través de Clarín, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, dejó trascender que ella entraría “en modo opositora responsable”

Axel Kicillof junto a Mayra Mendoza en 2023

Las palabras en off del entorno de la intendenta, que pretende convertirse en jefa de bloque del peronismo cuando asuma como legisladora, generaron una crisis al interior del peronismo bonaerense. Sus dichos, sin embargo, generaron más ruido en La Cámpora que en el kicillofismo. “No hace falta que lo diga, lo percibimos día a día en su accionar”, se limitaron a decir desde el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), la nueva “orga” kicillofista.

Máximo Kirchner, en cambio, tuvo que salir rápidamente a desmentir a Mendoza. “No somos opositores. Las personas se equivocan y a veces hay que salir a desmentirlas”, precisaron desde el círculo chico del jefe de La Cámpora, en donde se mostraron visiblemente molestos por las declaraciones (siempre en off) de otra de las principales referentas de La Cámpora. 

Máximo, que admite en la intimidad que está furioso con Kicillof, tuvo que salir a corregir a Mendoza, que integra su círculo más cercano, en un gesto de orden interno. Pero fundamentalmente de pragmatismo: todos hablan de que la relación está rota, pero ninguno quiere ser el responsable de haber quebrado al peronismo en la Provincia de Buenos Aires. 

Máximo Kirchner en la reunión del Consejo del PJ

El crujido interno en La Cámpora fue una novedad, ya que es una organización verticalista y ordenada en materia de su discurso público (que suele ser más bien parco). En las últimas semanas, sin embargo, la organización viene estando atravesada por varias operaciones internas. A veces con Mendoza y, últimamente, con Wado de Pedro, a quien empezaron a acusar de estar peleado con Máximo. 

De Pedro y Kirchner, mientras tanto, niegan sistemáticamente los rumores, y denuncian que son operaciones internas. El diálogo es cotidiano, y De Pedro, incluso, visita el domicilio de la expresidenta casi todas las semanas. Pero las operaciones tienen su impacto, y en La Cámpora miran de reojo a otros sectores del peronismo. La mayoría apunta los cañones contra Massa, pero admiten que podría ser cualquiera. La interna de la interna, en su máxima expresión.

MCM/MG

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