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Perfil

Lenguaraz y “ministro veterano”, Aníbal Fernández vuelve a Seguridad

Aníbal Fernández, flamante ministro de Seguridad. Reemplaza a Sabina Frederic.

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“No me ofreció nada. No le pedí nada”, dijo Aníbal Fernández el miércoles, hace apenas tres días. Había salido de la Casa Rosada luego de un encuentro a solas con Alberto Fernández. La crisis en el Gobierno reunió a “Los Fernández de Kirchner”, los varones que supieron ser la extensión de las manos y del Poder de Néstor Kirchner, presidente entre 2003 y 2007. El mote también era un guiño a la Primera Dama, Cristina, hoy vicepresidenta, la mujer que escribe cartas públicas y mueve piezas

No hubo ofrecimiento ni pedido en aquella reunión, pero anoche Aníbal Fernández, 64 años, fue designado ministro de Seguridad. Reemplazará a Sabina Frederic, la antropóloga que resistió cada embestida discursiva de su par en la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, el hombre que había sido rechazado por el Presidente cuando CFK lo propuso para el puesto. Fernández vuelve a la cartera que dirigió dos años, entre 2007 y 2009, y deja vacante el puesto de interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio.

Aníbal es un verdadero veterano de ministerios. Incluso ostenta un récord de permanencia. Integró el Gabinete durante tres presidencias consecutivas. Ministro de Producción de Eduardo Duhalde, del Interior con Néstor Kirchner, y el de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, como se llamaba la cartera durante la primera gestión de Cristina Fernández. Entre 2011 y 2015, segundo periodo de gobierno de CFK, fue senador por la provincia de Buenos Aires, secretario General de la Presidencia y jefe de Gabinete. 

Lo que también tuvo una trayectoria considerable fue su bigote, que en 2003 cumplió 19 años sin que lo tocara el filo de la navaja. Se afeitó por primera vez a los 13 años y a pedido de su padre, quien le advirtió que si no se sacaba esa pelusa que llevaba sobre los labios “no le iba a crecer nunca”. A los 18 decidió dejarlo crecer. La única vez que se los quitó fue por una promesa: que su primer hijo naciera sin problemas. Bigote en bloque, bigote grueso, ancho, tupido, a lo morsa, redondeado, recortado, tipo “telón”, entrecano: una marca de estilo. 

Aníbal Fernández se anotó en un curso para aprender la técnica del cultivo de bonsái. Toca la guitarra criolla (sí, como Alberto, en cualquier lugar y contexto, y si no son Los Redondos es Lito Nebbia, pero siempre es una que sabemos todes), una vez animó el cumpleaños del ahora ex canciller Felipe Solá. Tiene cierta destreza para rimar octosílabos, a lo José Hernández en su composición Martín Fierro. Escribía poemas para reclamar cosas a otros ministros. Un expediente, por ejemplo: “El expediente e’ reclamo/ es el 38 aparcero/ lo tiene el pelado Otero/ que es buen amigo y paisano/ haceme esta gran gauchada/ total no te cuesta nada”

“La Morsa”: aquella tragedia de enredos

Cristina lo ungió candidato a gobernador de la Provincia para el periodo 2015-2019 y Aníbal se lanzó a la campaña. Una semana antes de las elecciones vincularon su nombre a un apodo: La Morsa. Lo que sigue es una tragedia de enredos: tres empresarios farmacéuticos son asesinados en 2008, el caso se conoce como el Triple Crimen de General Rodríguez; se dice que están relacionados con el tráfico de efedrina; el tal “La Morsa”, también en el negocio, era amigo de los asesinados; años después Martín Lanatta, unos de los acusados de matar a los hombres, dice que “La Morsa” es Aníbal, lo hace durante una entrevista para el programa conducido por el periodista Jorge Lanata y organizada en el living de Elisa Carrió. La consecuencia es letal para Fernández, que en las elecciones provinciales obtiene el 35% de los votos, y el kirchnerismo pierde la Provincia en manos del PRO. Fernández dijo que fue víctima de una operación. “La Morsa” sería un ex agente de la SIDE, pero eso se supo recién cinco años después.

Con Mauricio Macri como jefe de Estado, Aníbal se dedicó a dirigir la Confederación Argentina de Hockey, cargo que había tomado en 2013 y dejó en 2016, luego de la que Oficina de Anticorrupción, bajo el mando de Laura Alonso, investigara un contrato entre el Estado y la Confederación por 56 millones de dólares para construir 46 canchas de césped sintético en el país. En un posteo en Facebook, Aníbal denunció “persecución contra dirigentes”, aclaró que él no tenía que ver y chau hockey. Ese año reapareció en la Cumbre del Partido Justicialista de 2016. Cambio de look: full barba blanca. Después se mantuvo en las sombras. O en la tele, cuando lo invitaban. A propósito: Aníbal suele preguntar cuánto midió en rating su rato de participación en el programa.

“Debo ser uno de los tipos más discretos que hay en la política”

Nació en Quilmes en enero de 1957, seis meses después del levantamiento del general Valle contra la Revolución Libertadora. Su padre quería llamarlo Juan Domingo. La madre se opuso, quería llamarlo con la combinación de nombres de sus hermanos, Aníbal Alberto. Al final, arreglaron: Aníbal Domingo. Es abogado y contador público. En 1983 entró como asesor del Concejo Deliberante de Quilmes, en 1991 fue elegido intendente de ese partido. Lo sobreseyeron de una denuncia por “mal desempeño en sus funciones” mientras dirigía el municipio. Fue ministro de Trabajo bonaerense durante el gobierno de Carlos Ruckauf. 

Lenguaraz, sus años más mediáticos fueron a partir de 2003, cuando dejó la banca que había ganado como diputado de la mano de Ruckauf y aceptó ser ministro del Interior de Kirchner. “Debo ser uno de los tipos más discretos que hay en la política”, dijo a Veintitrés ese año. Y a Debate, cuando le preguntaron si se proyectaba como presidente: “Antonio Cafiero me dijo alguna vez que no conoce un cura que no se acueste pensando en ser Papa. Yo tampoco”. Sobre Ricardo López Murphy, actual precandidato por la oposición, dijo a Noticias: “Tiene tanto tacto político como un elefante con anfetaminas en un bazar”. 

Antonio Cafiero me dijo alguna vez que no conoce un cura que no se acueste pensando en ser Papa. Yo tampoco.

Aníbal Fernández.

Pero no hay que ir tan atrás. El año pasado, el ex presidente Mauricio Macri viajó a Asunción, Paraguay, en avión privado. Ida y vuelta en el día, cuando nadie podía viajar por el virus. Nadie dio detalles sobre el encuentro con el ex mandatario de ese país, Horacio Cartes. “Creer que Macri viajó a Paraguay a hacer algo honesto es más difícil que envolver una jirafa para regalo”, sentenció Aníbal. 

Narcotráfico, violencia machista y ciberdelito

El Ministerio de Seguridad de la Nación no tiene cifras actualizadas de delitos. La información que ofrece el sitio web oficial llega hasta el último año de la gestión de la ex ministra Patricia Bullrich. Hubo entre 2017 y 2019 un aumento de delitos contra la propiedad y una baja en delitos contra las personas. Frederic analizó en 2020, primer año de pandemia, el uso de armas de fuego que involucran a agentes de las cuatro fuerzas bajo su órbita: la Gendarmería; Policía Federal Argentina, Seguridad Aeroportuaria y Prefectura. 

El lunes, cuando el Presidente le tome juramento, Aníbal retomará un Ministerio que conoce. Las zonas “complejas” siguen siendo la provincia de Buenos Aires y Santa Fe, dominadas por el narcotráfico. Y deberá enfrentar un tema en agenda: la violencia contra las mujeres. El año pasado, el de las restricciones por el Covid-19, hubo 251 víctimas de femicidios en el país. El cibercrimen también aumentó. La Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) registró una suba en denuncias por estafas virtuales y un ascenso del 80% de delitos cometidos contra menores de edad, como grooming. 

 VDM/WC

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