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Detrás de escena del cruce de candidatos

Lo que no se vio del debate porteño: el gesto intimidante de Santiago Caputo, la perra de Yamil Santoro y un cruce entre libertarios

El momento en que Santiago Caputo mira la credencial de un fotorreportero que le tomaba imágenes al entrar al debate porteño.
29 de abril de 2025 21:48 h

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A las 19.26, la escena cambió. Entre gritos, flashes y empujones, Santiago Caputo irrumpió en el estudio del Canal de la Ciudad con un traje beige que desentonaba en medio del protocolo de tonos oscuros. No estaba Karina Milei. Fue él —el principal asesor del presidente Javier Milei, cada vez más expuesto— el único representante de peso del Gobierno en acercarse al debate porteño. Caminó hacia el escritorio de acreditaciones de Esparza 39, sin emitir palabra. Cuando un fotógrafo lo enfocó con su cámara, Caputo reaccionó: tomó la credencial que colgaba del cuello del reportero gráfico Antonio Becerra, la sostuvo unos segundos y luego le hizo una captura con su propio celular. No dijo nada. El gesto habló por él.

La escena más tensa de la previa no ocurrió frente a cámara, sino en el interior del estudio, lejos de los micrófonos. Según reconstruyeron testigos, apenas ingresó al lugar, Caputo cruzó a Ramiro Marra. Fue un intercambio breve, seco, pero cargado de significado. “Maleducado no soy”, le dijo, en voz baja pero audible. Marra no respondió. El cruce, que quedó regristrado en un video, dejó flotando el malestar entre dos figuras que supieron ser amigos y hoy están en la vereda de enfrente.

Minutos antes que Caputo había ingresado Manuel Adorni. El vocero presidencial, que encabeza la lista de La Libertad Avanza, llegó sin estridencias pero con una estrategia ya definida: hablarle a las cámaras como lo hace cada mañana desde Casa Rosada. Rechaza el coaching, apela a su instinto. Venía fogueado: la noche anterior había sido el orador central en la cena de la Fundación Libertad, donde reemplazó a Milei frente a la elite política y empresaria. Allí ensayó el tono que trajo esta noche: ajuste fiscal, ataque al kirchnerismo, defensa del Presidente como “el que cumple”. Minutos antes de pisar el estudio, había encendido la previa con un mensaje en redes: “Vamos a cerrar el Canal de la Ciudad”.

El primero en llegar había sido Ricardo Caruso Lombardi, exdirector técnico de fútbol y actual cabeza de lista del MID. “Estoy aburrido de que los políticos prometan cosas y nunca las cumplan”, dijo, fiel a su estilo directo. Luego apareció Yamil Santoro, de Republicanos Unidos, protagonizando una postal insólita: intentó entrar con su perra Violeta. El reglamento fue más fuerte: no se admiten animales en el estudio. Santoro dejó a su bull dog afuera y siguió su camino.

El último en ingresar al canal fue Leandro Santoro. El candidato de Unión por la Patria llegó en silencio y apenas habló dentro: “Es importante que cuidemos las formas. Hoy se trata de encontrar respuestas, no de sacar ventaja”, dijo, en un tono conciliador. Llegó fortalecido por encuestas que lo ubican como el candidato más votado en la Ciudad, impulsado por la fragmentación del voto de centroderecha. Su apuesta es clara: reforzar su perfil de peronista moderado, con anclaje alfonsinista y una narrativa de “racionalidad” frente a la grieta.

La estrategia del PRO fue completamente distinta. Silvia Lospennato, que encabeza la lista amarilla, trabajó durante semanas su intervención junto a María Eugenia Vidal y el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. Buscó proyectar solvencia técnica, evitar ataques personales pero dejar planteado un mensaje de fondo: denunciar la demora de la ley de Ficha Limpia y sugerir un pacto subterráneo entre kirchneristas y libertarios. En su entorno reconocen que se entrenó particularmente para resistir embates sobre la gestión de la Ciudad.

Marra, en tanto, intentó desdramatizar públicamente su cruce con Adorni, pese a que su figura en el electorado libertario todavía divide aguas. “No hay confusión entre Marra y Adorni, cada uno tiene sus propuestas. El ganador no es el más picante, sino el que logra más acuerdos legislativos”, dijo al llegar. Pero adentro, la tensión con Caputo marcó el tono.

En el estudio también estuvo Horacio Rodríguez Larreta. Aunque en los papeles juega un rol secundario como candidato, su objetivo no era otro que volver a instalar su figura post-PRO. Rodeado de su mesa chica —Emmannuel Ferrario, Gualupe Tagliaferri, Pablo Avelluto—, Larreta insistió en la necesidad de “reencarrilar la gestión” y de ofrecer una salida institucional al desencanto porteño.

Tras bambalinas

El debate, que comenzó a las 20 y se transmitió por el Canal de la Ciudad, se organizó en cuatro bloques temáticos: presentación, propuesta legislativa, preguntas cruzadas y cierre. La estructura fue estricta: nada de celulares, gráficos, ni documentos extensos; sólo punteos en papel. La ausencia de Vanina Biasi (FIT-U), quien fue reemplazada por Luca Bonfante, no alteró el esquema original.

En los intervalos, cuando se apagaban las cámaras pero el aire seguía cargado, la política se hacía carne. Mientras algunos candidatos aprovechaban para estirar las piernas o repasar apuntes con sus asesores, otros elegían el silencio. En esos breves cortes, se vio a Santiago Caputo moverse con naturalidad por detrás del set, siempre cerca de Adorni. Fue con él con quien conversó, entre murmullos y gestos discretos, acompañado por el Director Nacional de Estudios de la Gestión Gubernamental, Julián Hampton, y Bettina Angeletti, pareja del candidato libertario. No hubo arengas ni directivas explícitas, pero sí una comunicación fluida, como quien conoce el libreto de memoria.

Los asesores del resto de los candidatos también se movían, intercambiando señales, relojeando la duración de cada intervención. Algunos anotaban cosas en hojas sueltas, otros discutían con señas qué tono debía adoptar su candidato en el siguiente bloque. El set, austero pero funcional, vibraba con esa mezcla extraña de televisión en vivo y política real.

Más allá del formato, lo que se jugó esta noche fue otra cosa. Cada candidato llegó con un objetivo de fondo: no solo ganar una banca en la Legislatura, sino proyectarse como figura en un escenario de poder fragmentado.

La Ciudad, que alguna vez fue bastión de certezas para el PRO, hoy aparece como tablero incierto donde todos prueban suerte. Esta noche en Esparza 39 no hubo ganadores claros ni derrotas estrepitosas. Pero quedó flotando una certeza: el orden político que conocimos ya no existe. Y lo que viene, todavía, está en pleno proceso de construcción.

PL/JJD

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