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El 23% de las y los adolescentes de Argentina trabajan: la mitad empezó a hacerlo durante la cuarentena obligatoria

Al menos el 60% de los casos de trabajo infantil y adolescente se da en el ámbito familiar.

Julieta Roffo

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El 23% de los niños, niñas y adolescentes de entre 13 y 17 años de la Argentina trabaja. Se trata de un aumento respecto de hace casi un año: en noviembre de 2020, la tasa de trabajo infantil y adolescente alcanzaba al 16% de esa población. De ese total de chicos y chicas que llevan a cabo alguna actividad productiva en el país, la mitad empezó a hacerlo durante el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), es decir, la cuarentena que se desplegó el año pasado en la Argentina desde marzo, apenas el CoVid-19 llegó al país.

Son datos que acaba de dar a conocer una investigación de la Oficina de País de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Argentina, Unicef y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. De esos niños, niñas y adolescentes que trabajan se sabe, por ejemplo, que el 68% vive en hogares en los que los ingresos cayeron respecto de 2019. Se sabe, según la encuesta El impacto de la pandemia CoVid-19 en las familias con niños, niñas y adolescentes, que el 31% de los chicos y chicas de entre 13 y 17 años que trabaja vive en hogares que, durante la pandemia, tuvieron que recurrir a algún préstamo o pedir que les fiaran para conseguir alimentos. Es que sus familias atravesaban despidos, suspensiones, caídas o pérdidas de sus ingresos laborales.

“Desde la primera encuesta sobre actividad de niñas, niños y adolescentes que se hizo en 2006 sabemos que el trabajo infantil no se da aisladamente, sino en el contexto de una economía familiar. Al menos el 60% de esa población tiene como primer empleador su familia, trabaja junto a ellos”, describe Gustavo Ponce, funcionario de la OIT Argentina a cargo de las investigaciones sobre Trabajo Infantil. Y suma: “Aparecen datos bastante claros que relacionan ese trabajo y su incremento respecto del año pasado a hogares endeudados. Son cuestiones muy sutiles y con muchos matices las que llevan a que una familia decida que un chico empiece a trabajar, y tiene que ver con la sobrevivencia de una unidad familiar en un contexto de inflación muy grande”.

Las políticas de erradicación del trabajo infantil no han tenido relevancia. Lo ves a nivel presupuesto y de reclutamiento: no es un área jerarquizada. No es que no se haga absolutamente nada, pero a veces se hace de manera fragmentaria y hace falta una correcta coordinación de todo eso”, asegura Ponce. Ante la consulta sobre cuáles son los sectores productivos donde más trabajan los adolescentes, responde: “Es más fácil decir dónde no trabajan: donde hay mayor grado de mecanización en las tareas, o en la producción de productos que se exportan, porque implican mayores controles. El tema está en los pequeños productores”.

La encuesta, que fue telefónica y se llevó a cabo entre abril y mayo de este año con representatividad a escala nacional, detectó que el 44% de los niños, niñas y adolescentes de entre 13 y 17 años llevó a cabo tareas de cuidado en sus hogares. Generalmente, de atención a niños o niñas más chicos o a personas mayores con quienes conviven. Respecto de la medición de octubre de 2020, la realización de tareas de cuidado por parte de adolescentes creció 8 puntos porcentuales.

Entre quienes tienen de 13 a 17 años y trabajan, un 9% se desconectó de la escuela durante 2020 y, de esa población, el 35% no volvió a cursar este año. Entre quienes tienen esa edad y no trabajan también hubo deserción escolar, pero en menor medida: el 5% no tuvo conexión con la escuela el año pasado, y entre ellos, el 15% no volvió a conectarse en 2021.

“Hay que tomar nota de la importancia que tiene este incremento del trabajo entre niños, niñas y adolescentes, para que deje de tener un lugar marginal. Así como los gobiernos piensan cómo mejorar el acceso al empleo y qué programas de protección otorgar, debe pensarse a la familia como un todo: los niños, niñas y adolescentes forman parte de esa realidad económica y hay que tenerlos en cuenta para las estrategias que se diseñen”, reflexiona Ponce.

JR

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