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Caso Báez Sosa: nuevos testimonios complican la situación de uno de los acusados

Juan Pedro Guarino, al salir de declarar en el Tribunal.

Victoria De Masi

enviada especial a Dolores —

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Dos nuevos testigos complicaron la situación de Luciano Pertossi, uno de los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche en Villa Gesell. Se trata de Juan Pedro Guarino, quien fue sobreseído en la causa, y Tomás Ítalo Colazzo, que era menor edad al momento de la muerte de Fernando Báez Sosa, amigo de Luciano Pertossi -uno de los ocho imputados- y aceptó la invitación de ir a Le Brique esa noche.

Al Tribunal N°1 de Dolores los dos testigos identificaron a Pertossi en el lugar de los hechos. Guarino habló durante más de horas. Antes de entrar a la sala de audiencias aseguró que se presentaba porque quería “justicia por Fernando”. Al retirarse, y con la voz entrecortada, agregó: “Quiero que se hagan cargo de lo que hicieron”.

Durante su declaración, Guarino contó que “no con todos (los acusados) tenía una amistad íntima”, pero que sí era amigo de Luciano y Ciro Pertossi, que Blas Cinalli era amigo del colegio y que a Máximo Thomsen lo conocía de rugby. Aportó otro dato, que ya había sido señalado por los testigos que ya pasaron por la sala: que la pelea es una forma de diversión para el grupo. “Ellos ya se habían peleado en otras ocasiones”, dijo.

Tras la declaración de Guarino, siguió el turno de Tomás Colazzo, quien se reconoció en uno de los videos. Aparece recostado contra la pared del kiosco, como espectador de la pelea. También ubicó a Luciano Pertossi en la escena, detrás de Ciro, su hermano. Es el segundo testigo de la jornada once del juicio que se refiere a Luciano como agresor directo.

“En un momento veo a alguien en el piso y ahí fue cuando le pongo el brazo a Máximo (Thomsen) en el pecho y lo tiro para atrás. A mí no me gusta pelear. Esto fue muy rápido, fueron segundos. Muy cerca estaba Ciro. Hago eso y Máximo me mira, y ve que era yo, pero no puedo recordar si siguió pegando o terminó ahí”.

Colazzo tenía 17 años al momento del crimen de Fernando Báez Sosa. Había llegado a Villa Gesell el día anterior, el 17 de enero, con su madre y la pareja de ella. Conocía a Luciano porque asistían los dos a la misma escuela. Chateó con él y quedó en sumarse a un grupo para ir primero a un previa y después a Le Brique. Al Tribunal dijo que “los conoce a todos” y que son “buenos chicos”.

VDM/MG

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