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Las escribanas son más del 65% del Colegio de la Ciudad de Buenos Aires

En los dos últimos años, de cada 10 juras, 7,5 lo hacen mujeres, casi triplicando a los hombres en la totalidad de las juras que se celebran en el Colegio.

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Las escribanas representan hoy más del 65% del total de profesionales de la Ciudad de Buenos Aires, según un relevamiento del Colegio de Escribanos. Esto significa un crecimiento del 200% en la nómina en 40 años, ya que en 1980 poco más de 2 cada 10 eran mujeres.

Desde el 2001, con la implementación de la Ley 404, la cual regula la función de los escribanos y escribanas en la Ciudad, las mujeres comenzaron a inclinar la balanza. Hoy, proyectan una tendencia que aumentará la porción de la torta a favor de las escribanas: en los dos últimos años, de cada 10 juras, 7,5 lo hacen mujeres, casi triplicando a los hombres.

Pero además, empujadas por el envión que representó en la política la sanción del la ley 24.012, que instaló el cupo femenino en el Congreso y abrió las puertas para que las mujeres ocuparan más puestos dirigenciales, en 2013, el Colegio que tuvo a la primera escribana presidenta: María Cecilia Herrero de Pratesi. A ella se suma María Eugenia Diez, quien ejerció el cargo de Tesorera y fue la primera mujer que llega a manejar los fondos de la institución, fundada en 1866. A nivel nacional, Alejandra Castellón Arrieta es la primera mujer presidenta del Consejo Federal del Notariado Argentino.

Un poco de historia

La primera mujer que logró obtener un título habilitante fue Isaura del Carmen Quiroga de Ponce en 1896 en San Luis, dando el puntapié para una larga lucha de las mujeres por alcanzar el acceso al ejercicio del notariado. En 1926, con la sanción de la Ley de Derechos Civiles de la Mujer, una sentencia de la Corte Suprema de Justicia le permitió a María Eugenia Rosales de Gauna el acceso a un registro notarial en la provincia de Buenos Aires. En Capital Federal, la primera mujer escribana fue Zoe Bialet Laprida en 1932, quien debió esperar casi 20 años para poder ejercer su derecho de voto ciudadano.

¿Una feminización de la profesión?

Para la escribana Roxana Cutri Hollar, actual secretaria del Colegio de Escribanos de la Ciudad, “la escribanía es una profesión en la que las mujeres se adaptan muy bien a las tendencias de las necesidades de hoy porque sabemos de la dinámica familiar, de empatizar con el otro. Es una profesión en la que también adaptamos los horarios a ese ritmo de nuestras propias familias”.

En cuanto a los desafíos del mañana, Cutri Hollar reflexionó: “Debemos educar a nuestros hijos para que el género no sea una ventaja o desventaja: el conocimiento, la experiencia, el mérito y el profesionalismo, entre otros, deben ser las únicas cualidades o atributos que hagan la diferencia y que los lleven hasta ese lugar que sueñan. Eduquemos para que la capacidad y el éxito de una persona no tengan género”.

Ante el avance en la cantidad de las mujeres en la profesión, Cutri comenta: “no se trata de una lucha de la mujer contra el hombre; es una cruzada en la cual marchamos juntos mujeres y hombres en pos de un objetivo común para todos: forjar una sociedad igualitaria que ofrezca las mismas oportunidades para mujeres y hombres”.

Digitalización y el futuro de la escribanía

Por otro lado, como institución, el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires viene profundizando sus servicios digitales, lo cual hace que hoy una legalización sea absolutamente digital. La secretaria Cutri Hollar comenta: “una de las grandes herramientas que generó el Colegio en materia digital es el sistema digital de certificación de firmas a distancia”.

“De hecho, establecimos un sistema de legalizaciones de fines de semana para aquellas personas que necesitan de la autorización notarial en un permiso de viaje, o de manejo o de un poder especial. El compromiso nuestro es que no se puede esperar hasta el lunes, porque ese viaje es el sábado”, precisó la secretaria del Colegio.

“Buscamos resolver el tema de la inmediación de nuestra función notarial, que siempre fue considerada física y de cara a cara”. En cuanto a la seguridad del proceso, Cutri aclara: “el SDF es un programa muy seguro, y este ahorro de tiempo se logra sin perder seguridad ni validez en el proceso. La firma digital permite identificar al firmante de manera fehaciente, asegurar que el contenido del documento no fue modificado luego de la firma, tener garantías que se realizó bajo el control del firmante y demostrar el origen y la integridad del mensaje.”-

LC

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