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Avanza el juicio por la muerte del Diez

Luque y Cosachov admitían que no podían tratar a Maradona en su casa pero igual optaron por la internación domiciliaria

Un grupo de hinchas haciendo vigilia mientras operaban a Maradona del hematoma subdural.
6 de mayo de 2025 14:21 h

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A Diego Armando Maradona lo operaron el 3 de noviembre de 2020 por el hematoma subdural en la Clínica de Olivos. Al día siguiente, el 4, descansaba en su habitación, acostado y sedado. Entre el 5 y 6 de noviembre, el exfutbolista tuvo un episodio de excitación psicomotriz, se puso agresivo, se arrancó las vías y pedía alcohol: lo pedía de todas las maneras que habilita el cuadro de abstinencia. “Ahí [Leopoldo] Luque y [Agustina] Cosachov nos blanquean que esa dificultad era parte de un problema que ya tenian en el domicilio en el que vivía el paciente, que estaba agresivo y excitado. Entonces supimos que lo subyacente era mucho más complejo que lo del hematoma subdural”, dijo al Tribunal Pablo Dimitroff, director médico en ese entonces de la Clínica de Olivos.

Avanza el juicio en el que debaten las circunstancias de la muerte de Maradona, ocurrida el 25 de noviembre de 2020, en un dispositivo de internación domiciliaria aprobado por la familia del exfutbolista y remendado por los médicos de cabecera. En la décimoquinta audiencia quedó claro que la enfermedad a tratar de Maradona era la adicción al alcohol y que el neurocirujano y amigo personal de Diego, Luque, y la psiquiatra Cosachov estaban a la deriva: no podían manejar a Maradona en la casa en la que vivía antes de la cirugía por el hematoma subdural y no sabían cómo seguir en el posoperatorio.

Por el episodio de abstinencia lo sedaron por 24 horas. “[Luque y Cosachov] nos pedían que hiciéramos algo para que el paciente estuviera tranquilo: 'Por favor, sedenló, hagan algo para que este tranquilo'. Lo sedamos. Ahora, una cosa es sedarlo como parte de un programa… No se puede sostener la sedación de manera permanente. ¿Cómo seguimos, cuál es el plan? Ahi no estaba claro del lado de ellos cómo continuaría el tratamiento”, amplió Dimitroff. Entre la evidencia, de un intercambio de chats entre Dimitroff y Cosachov surgió que Maradona no había pasado ni un día en la Clínica de Olivos cuando ya se hablaba de un dispositivo de internación domiciliaria.

En ese momento el cuadro conductual del exfutbolista era complejo. Autolesiones; comía y bebía sin programa nutricional; no se levantaba de la cama o dormía de día porque a la noche permanecía despierto. Puesto así el domicilio no era, para Dimitroff, el lugar adecuado para la continuidad del tratamiento que se había iniciado en Clínica de Olivos.

Reforzó el testigo a los jueces: “Los médicos tratantes sabían que no funcionaba. El episodio psicomotriz nos puso en otro lugar, eso generó una inconveniencia. Nos parecía que en el domicilio al paciente no le iba a ir bien”. Al observar que los médicos tratantes no tenían un plan concreto para el posoperatorio, el equipo de la Clínica de Olivos decidió sacarlo de la sedación profunda. Para el 7 de noviembre, Maradona volvió a comer y beber por sus propios medios.

“(Maradona) --siguió el director médico de Olivos, Dimitroff-- siguió manifestando su deseo de irse a su casa, pero ya sin poner en riesgo su estado. Con sus Swiss Medical hicimos contactos con el doctor [Mario] Schiter (N. de la R.: Schiter acompañó a Maradona en Cuba), porque dirigía una institución psiquiátrica. La familia, además, lo conocía y confiaba en él. Armamos con Schiter un esquema y una estructura con profesionales vinculados al cuadro de adicción”, dijo Dimitroff. Para el día 9 de noviembre, a casi una semana de haber extraído el hematoma subdural, el equipo de Olivos tuvo una segunda reunión con Luque, Cosachov y las hijas de Maradona para plantearles esa “oferta como la única alternativa válida y razonable para continuar con el tratamiento”.

Concretamente, la propuesta era que Diego fuera internado en el neuropsiquiátrico de Schiter, donde iban a encargarse de su rehabilitacion motriz además de rehablitarlo del consumo regular de tóxicos y la abstinencia. Según Dimitroff, a la familia y médicos tratantes “les pareció buenísimo”. Hasta que Dimitroff planteó “una razón limitante”: “En los centros de rehabilitación de este tipo los pacientes no pueden estar en contra de su voluntad. Lo que necesitábamos era que el paciente aceptara la derivación. Luque dijo: 'Ah, entonces eso es imposible, porque lo que quiere Diego es irse a su casa'”.

El 10 de noviembre, Luque, Cosachov, el psicólogo Carlos Díaz, parte del equipo de la Clínica de Olivos, las hijas y las hermanas del Diez, Víctor Stinfale y Maximiliano Pomargo se reunieron en la confitería del sanatorio. Diego insistía en volver a su casa, o a una casa, pero quería irse de la clínica. Luque planteó tres opciones: internación domiciliaria, internación voluntaria, internación compulsiva. Según Dalma Maradona, que ya declaró en el juicio, Luque prometió un tipo de internación domiciliaria que no se cumplió.

En la Clínica de Olivos confeccionaron un acta de externación que lleva las firmas de Luque y Cosachov, Gianinna y Jana Maradona, y el mismo Dimitroff. La jueza Julieta Di Tomasso quiso saber por qué Maradona no firmó su acta de externación. “El paciente tenía un alta hospitalaia. El paciente no firma su alta. Las altas que firman los pacientes son las altas que desaconseja la clinica”, respondió Dimitroff. Insistió Di Tomasso: ¿Quien decidió que Maradona no firme su acta? El testigo se explayó: “Al momento de la firma del acta, no se habló de eso. No hubo un contrapunto. La voluntad del paciente se estaba respetando porque se quería ir a su casa y nosotros estabamos haciendo un documento sobre como continuaba el tratamiento una vez externado. Podríamos haber planteado que firme el paciente, pero no ocurrió”. Para el 11 de noviembre, Maradona salió de la Clínica de Olivos en una ambulancia rumbo a la casa del Tigre. Catorce días después, lo encontraron muerto en su habitación.

Maradona: qué se juzga

A más de cuatro años de su muerte, el TOC 3 de San Isidro debará resolver sobre la cadenas de mando y responsabilidades médicas en torno de la muerte de Maradona. Hay ocho imputados: Leopoldo Luque, neurocirujano; Agustina Cosachov, psiquiatra; Carlos Díaz, psicoanalista; Nancy Forlini, doctora y coordinadora de la empresa de salud privada Swiss Medical; Mariano Perroni, coordinador de enfermeros de Medidom –empresa tercerizada de Swiss Medical para cuidados domiciliarios–; los enfermeros Ricardo Almirón y Gisella Madrid, que pidió ser juzgada aparte, en un juicio por jurados; y Pedro Di Spagna, médico clínico. Para todos corre la misma imputación, homicido simple con dolo eventual, un delito que prevé una pena de entre ocho y 25 años de cárcel. Para los fiscales todos participaron de un plan criminal para terminar con la vida de Maradona.

VDM/JJD

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