Museo de la decepción, Marx en espera

Primero fue la serie documental Arnold en Netflix. Una ilusión ínfima, casi inasible: querer escapar de algún agobio para meterme un rato en los días de Schwarzenegger. Espiar cómo fue su tránsito del mundo fisicoculturismo en Austria al cine de acción mundial y de ahí a la política de Estados Unidos. Esas vidas de estrellatos variados, de todo tipo de músculos que se marcan, de fierros en primer plano. 

“Toda mi vida he tenido este talento inusual para ver mi futuro muy claramente. Si puedo verlo entonces puedo conseguirlo. El objetivo es esculpir tu cuerpo según tu voluntad. Pero eso también puede ser usado para moldear tu mente. O hacer cosas que otros dicen que son imposibles”, dice al principio, metido en un jacuzzi mientras se fuma un cigarro y mira  las montañas que lo rodean. El vapor del agua no va a tardar mucho en ser percibido como puro humo. Porque así va seguir todo el episodio: lleno de sentencias, de certezas prefabricadas, de solemnidad disfrazada de épica. Ni un poquito de la sangre de Conan, de la picardía de Terminator, del desparpajo de Comando.

Así funciona la decepción: querer y no poder.

Segundo intento. Voy por Elizabeth Finch, la última novela del escritor británico Julian Barnes, que se publicó hace poco en castellano por Anagrama. No arriesgo demasiado, pienso, Barnes es imbatible. El hombre encantador que escribió uno de los mejores comienzos de libro que recuerde, el que junta dos cosas que no se habían juntado antes y cambia el mundo para siempre. El cómico, el conmovedor, el amoroso, el que incluso en sus momentos más flojos o cuando se vuelve reiterativo, ofrece con generosidad una descripción, un adjetivo, una escena que funcionan como una epifanía.

En las primeras páginas de Elizabeth Finch se plantea el escenario: un hombre recuerda a una profesora que, aunque nunca termine de armarse su particularidad o su gracia singular–y eso que el autor hace mil intentos–, lo marcó para toda la vida. Se llama Elizabeth Finch, enseña una materia que se llama Cultura y Civilización, usa camisas anodinas, va cada quince días a la peluquería. “Ella creía en el artificio, como nos dijo más de una vez. Y el artificio, señalaba también, no era incompatible con la verdad”, apunta el narrador. La historia no arranca, pero tampoco hace de eso un nudo o un misterio. Cuando se terminan de esbozar algunos conflictos (algunos cruces del protagonista con sus compañeros de clase y también con la profesora que, lejos de grandes revelaciones ofrece lecciones desangeladas), el autor incrusta un capítulo larguísimo sobre el emperador romano Juliano el Apóstata, un personaje admirado por Elizabeth Finch. Y todo se vuelve burocracia, una tesis que subraya que quien escribe está lleno de ideas y no de imágenes poéticas, un gesto snob. Al final vuelven el narrador y sus peripecias, pero ya es tarde. 

Así funciona la decepción: un golpe seco.

Por último, me fui hasta la nueva temporada de And Just Like That en HBO con una vela prendida: sabía que nada será igual a Sex & The City, que en la primera temporada habían sacado con fórceps todas las tensiones y todos los debates actuales, que la mano venía difícil. Pero necesitaba la paz resignada de un placebo, un siga siga. No duró mucho el efecto: apenas un par de secuencias y encontré que todo lo que veía era insulso. Y que la serie se puso perezosa hasta para plantear los asuntos que en general le suelen quedar más o menos cómodos (¡ni siquiera la ropa parece más o menos rescatable!).

Así funciona la decepción: una piedra en el zapato.

No es la primera vez, ya pasó antes y no me gustaría que este lugar se termine convirtiendo en un museo de la decepción. Volvió ese mosquito con su zumbido por estos días, pero no me quedé quieta. Entre los manotazos para que se aleje, encontré algunas lianas que les dejo por acá.

Empezamos.

1. Marx puede esperar, de Marco Bellocchio. Heridas personales y colectivas, memoria, el cine con su poder inquietante y ese silbido que es siempre un duelo. En el documental Marx puede esperar, el veterano cineasta italiano Marco Bellocchio indaga en su historia familiar y pone en escena a sus hermanos y otros parientes a los que reúne alrededor de una mesa. Ya desde las primeras escenas, en las que se ven unas manos que acomodan platos sobre un mantel, se trasluce que los Bellocchio, como cualquier otra familia, comparten recuerdos, anécdotas, reclamos y dolores a los que siempre están volviendo aunque pasen los años. Pero en ese terreno pantanoso que es la memoria y el pasado compartido, habrá versiones diferentes, interpretaciones que no concuerdan, fantasmas contundentes y, por supuesto, penas que atraviesan a todos los integrantes de esta familia numerosa. 

En este caso, la inquietud gira alrededor de Camillo, mellizo del cineasta, el misterioso “hermano ángel” que murió hace muchos años en circunstancias que el largometraje, desde la perspectiva de un Bellocchio que con más de 80 años se sigue haciendo preguntas, buscará reconstruir. Lo hará a partir de entrevistas con sus hermanos y allegados, con imágenes del archivo familiar, con tomas que no pierden de vista la historia de su país, y también con escenas de las películas del director que de alguna manera vienen a completar un álbum evanescente donde las ausencias tienen un lugar preponderante. 

Emotivo, simple en su despliegue y con una mirada alrededor de esas vidas repletas de interrogantes aunque parezcan cercanas, Marx puede esperar impacta por su belleza y conmueve por su honestidad a la hora de dejar expuesta una fractura. La película pasó por el Festival de Cannes en 2021 y hace poco llegó a Mubi.

El documental Marx puede esperar, de Marco Bellocchio, está disponible en Mubi.

2. Lo que pasa de noche, de Peter Cameron. Ocurre en la primera página: un tren se mueve con toda su potencia hasta que los pasajeros notan que todo se oscurece. No se hizo de noche, lo que pasó es que entraron en un bosque tupido, de árboles frondosos que “se amontonaban a lo largo de las vías como niños agolpados contra una ventana del aula para ver un macabro accidente ocurrido en la calle”. 

Con esas imágenes juega el escritor estadounidense Peter Cameron en su novela Lo que pasa de noche (Libros del Asteroide, 2023). Y también, con esa tendencia al enrarecimiento, a un movimiento que parece fluir hasta que algún tipo de sombra opaca cualquier certeza. 

Los protagonistas son una pareja de estadounidenses que viaja a un país indefinido, frío y misterioso de Europa para adoptar un bebé. Pero no hay nada de idílico en el viaje, ni nada demasiado esperanzador en el proyecto: ella está gravemente enferma, el matrimonio atraviesa una crisis, el lugar se va poniendo cada vez más tétrico a medida que avanzan los días y se van cruzando con lugareños aterradores.

Contada con un ritmo que acompaña ese enrarecimiento y esa suerte de anochecer, la novela lleva a sus protagonistas a distintas situaciones límite para mostrar las capas que, como la nieve que se cae todo el tiempo alrededor de los personajes, tienen siempre los deseos. El entorno, sorprendente y aterrador, hará el resto para hacer tambalear el plan y enfrentar a la pareja a sus miedos más profundos, a sus fantasmas y a sus verdaderos anhelos.

El escritor Peter Cameron nació en los Estados Unidos en 1959.  Estudió Literatura Inglesa, trabajó en el mundo editorial y fue profesor en varias universidades de su país. Entre sus libros destacados y traducidos al español se encuentran Algún día este dolor te será útil y Aquella tarde dorada, muy celebrado por la crítica internacional.

La novela Lo que pasa de noche, de Peter Cameron, salió en español por Libros del Asteroide.

3. La chispa. Este podcast se propone como “un cuaderno de viajes sonoros”. “En esta temporada voy a explorar algunos pueblos y ciudades sobre la ribera del Río de la Plata y el Mar Argentino. Viajo desde Buenos Aires en busca de sabores, mitos e historias de vida”, adelanta desde el comienzo la conductora Lola Rubinstein. Conductora en dos sentidos: porque sale a la ruta en para pescar esos escenarios, que combinan gastronomía, inmigración y una mirada especial sobre el cuidado de la tierra, y porque ella misma le pone voz a cada episodio.

Por el rescate de la particular historia del lugar y de unos personajes singulares, me gustó especialmente el capítulo dedicado a la intrigante Isla Paulino, cerca de Ensenada, lo dejo por acá a mano. También hay otros que, a la manera de una bitácora, rescatan rincones especiales de La Plata, Balcarce, Mar del Plata y Chapadmalal, entre otros.

El podcast La chispa, con la conducción de Lola Rubinstein, está disponible en Spotify.

4. Un montón de bolsas negras, de Sebastián Masquelet. “Anda serio ese hombre, anda por dentro”. Esas palabras de Rafael Alberti que se leen en uno de los epígrafes del libro parecieran ofrecer una clave. Es que en Un montón de bolsas negras, de Sebastián Masquelet (Hormigas negras, 2023) el protagonista es justamente un personaje metido para adentro. Tan ensimismado –por momentos fugitivo– que todo le pesa: va a tener un hijo con una mujer de la que se separó, tiene un trabajo como redactor publicitario de servicios absurdos que detesta, acompaña a su abuelo que pasa sus días finales en un sanatorio, busca dialogar con su padre, un hombre todavía más retraído que él.

Como si se tratara de las bolsas negras del título, el narrador acarrea todo ese peso –el del enigma familiar, el de una vida–, mientras le busca un destino a esa carga. En ese movimiento, se va a chocar con agujeros, con objetos acumulados en un PH porteño, con recuerdos de infancia, con un viaje repentino, con muchísimas escenas de cine y con silencios. Una herencia rota, un legado que intentará ensamblar para poder encontrar palabras y ponerse, por fin, a escribir.

Sebastián Masquelet nació en Buenos Aires, en 1981. Es autor de la novela Viaje de disfraces (2016) y formó parte de la antología de cuentos Los vicios de los muertos (2020), En la actualidad está a cargo del bar cultural La Paz Arriba y de la librería Atlántica, en Buenos Aires.

La novela Un montón de bolsas negras, de Sebastián Masquelet, salió por el sello Hormigas negras. Más información, por acá.

Banda sonora. Espero con mucha expectativa que llegue el fin de semana para poder ver un documental que acaba de estrenar Netflix sobre Wham!, el dúo pop ochentoso que integraron George Michael y Andrew Ridgeley (ya que estamos: por acá anoté algunos estrenos destacados en plataformas durante julio). Wake Me Up Before You Go Go, además de ser la topadora que es, aparece mágicamente en Zoolander en una de mis escenas favoritas del cine de todos los tiempos. Faith, además de ser el tanque que es, es una suerte de himno personal que pongo para darme ánimos; un último recurso cuando todo falla (sí, qué sé yo, una vez más elijo creer). Estas canciones y algo más de ese sonido pegadizo se metieron esta semana en nuestra lista de temas compartida.

Algo más. ¿Puede una conmoverse con una publicidad de autos? Puede. O al menos a mí me pasó con este spot que tiene como protagonistas a dos estrellas de la música brasileña que adoro: Elis Regina, que murió hace más de cuarenta años, y su hija Maria Rita. Unidas por la inteligencia artificial, el aviso muestra una suerte de encuentro rutero entre las dos, cada una al volante de distintos autos. Cantan el hermosísimo Como Nossos Pais. A algunos la publicidad les generó rechazo y se armó alguna que otra polémica. A mí me encantó y también me sirvió como excusa para agregar canciones de ellas dos a nuestra banda sonora.

Bonus track. Ya se confirmó la fecha y parte de la programación de la Feria de Editores de Buenos Aires 2023. Es un encuentro entre editores, escritores y lectores que me encanta por su efervescencia y porque todos los años crece un poco más. Por acá pueden leer algunos de los nombres confirmados y detalles de la programación para ir agendando.

Bonus track II: Hace un tiempito, Javier Sinay (un colega al que admiro y de quien les hablé por acá y por acá por sus libros) me contó que iba a lanzar desde su newsletter sobre libros Sie7e Párrafos (si no lo siguen, es por acá) una serie de talleres para interesados en escribir textos de no-ficción en sus distintas vertientes. Y enseguida me invitó a participar con uno sobre newsletters a partir de mi tarea en Mil Lianas, para contar un poco sobre la cocina de este tipo de espacios y compartir herramientas en este terreno apasionante. Así que en eso andamos: dejo este enlace para quienes tengan ganas de saber más. Queda todo el mundo invitado.

Bonus track III. Empezamos con la decepción, pero no quería que todo terminara teñido de ese tono. O al menos no en un sentido únicamente pesimista. Así que comparto una linda noticia: por estos días se suma al catálogo de HBO la película C’mon C’mon, una de las que más me gustó el año pasado y que comentamos en este espacio. Les dejo una imagen de los protagonistas chocando los cinco, como un gesto entre decepcionados unidos. Y me despido hasta la próxima.

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