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Sociedad

“SEXilio” rural: cuando las personas abandonan su lugar de origen por su orientación sexual

Giu Losantos y Joseca Ortiz, del colectivo Terqueer

Diego Saz

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El término lo acuñó en 1997 el sociólogo puertorriqueño Manolo Guzmán, pero el sexilio continúa siendo todavía hoy una realidad para muchas personas LGTBIQ+, que se ven obligadas a abandonar su lugar de origen por su identidad u orientación sexual. Huyen de los prejuicios y buscan espacios seguros, que les permitan ser quienes quieren ser. Libres, sin que nadie les juzgue.

Explica Giu Losantos, portavoz del colectivo de estudiantes por la diversidad afectivo-sexual Terqueer de Teruel, que el sexilio desde el medio rural hacia grandes ciudades continúa sucediendo porque las personas LGTBIQ+ no encuentran esos espacios seguros en los pueblos o en las pequeñas ciudades. Precisa que esos entornos a los que hace referencia son aquellos lugares en los que no hay violencia física, verbal o psicológica, aunque también en los que la heteronormatividad no se da por hecho.

“Muchas veces evitamos ciertas conversaciones, quedar con ciertas personas o hablar de determinados temas, porque en ese momento te vas a sentir fuera de lugar, excluida de la conversación”, dice Losantos. En ese sentido, reconoce que esos espacios seguros no es que solo estén en las grandes ciudades, sino que al haber más población es más fácil encontrar esos lugares en los que poder ser lo que realmente uno es. Lugares, según añade, “donde la cisheteronorma no está tan presente”.

La portavoz de Terqueer argumenta que el problema no es tanto de los pueblos, “ya que la misma situación se podría dar en determinados barrios de grandes ciudades”, sino de los prejuicios y los valores en cada lugar. “El problema es que no podemos esperar que cualquier persona que sienta que no está en un espacio seguro se vaya, porque hay personas que no pueden irse, y lo que tendríamos que esperar que todos los espacios fueran seguros”, añade.

Por el momento, sin embargo, no es así. Joseca Ortiz, también de Terqueer, abandonó Escucha, en la provincia de Teruel, en cuanto pudo. Reconoce que siempre ha contado con el apoyo de su familia y de sus amigos “porque son muy abiertos”, pero asegura que se ha sentido señalado y que ha escuchado comentarios vejatorios de otros vecinos de la localidad. “No todos, pero mucha gente no tiene la mentalidad abierta, son muy cerrados, y a poco que te guste otra cosa que no sea la normalidad, te señalan”, indica.

La labor de dar visibilidad

Desde un punto de vista psicológico, el término sexilio responde a una etiqueta de la teoría queer para dar nombre a un fenómeno en particular. Según explica el psicólogo Rubén Somalo, de la asociación Psicara de Teruel, la teoría queer es un conjunto de ideas sobre género y sexualidad que desde mediados de los 80 define este tipo de conceptos. Es un arma de doble filo al recurrir al etiquetado, pero ayuda para dar visibilidad y aportar conocimiento en un primer momento.

Es ahí donde para Somalo está el problema, en la falta de visibilidad. Asegura el psicólogo que en las zonas rurales cada vez hay más libertad, pero si hasta el momento no ha sido así ha podido ser porque no han estado en contacto con personas LGTBIQ+. “Quizás son personas que han vivido en función de lo que les han enseñado; a formar una familia o a formar un negocio”, señala.

En este sentido, precisa que la relación que puede haber entre el exilio y vivir en una ciudad pequeña o en un pueblo, sin tener una orientación sexual hetero, es la dificultad de encontrar personas con quien compartir la sexualidad. Por este motivo, pone en valor las personas que se visibilizan hoy en día porque hacen una “gran labor” y “ayudan a abrir camino”. Un camino, reconoce Somalo, más allanado de lo que estaba en los años 40 y 50 del siglo pasado.

El psicólogo manifiesta que el problema muchas veces “ya no es con quién te acuestes, sino cómo te comportas”. Los comportamientos afeminados se siguen relacionando con ser más débil, porque el concepto asociado al hombre es el de ser fuerte, el cabeza de familia. Igual que sucede con las mujeres con conductas asociadas a la masculinidad. “Al final una de las principales estructuras que causa sufrimiento en las personas es el machismo, basado en la misoginia y en el odio a lo femenino”, concluye el psicólogo.

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