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Yo, libertario

El barrio 8 de Mayo, pegado al basural del CEAMSE, escenario de la "microcampaña" de Unión por la Patria

Delfina Torres Cabreros

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El jueves pasado Mauricio Caminos acompañó a Leo Grosso, diputado de Unión por la Patria, en dos paradas de su agenda en San Martín: una parroquia en un asentamiento lindero del basural del CEAMSE y un comedor comunitario cerca de la estación José León Suárez. En cada lugar lo vio embarcado en la “microcampaña” que lanzó el oficialismo para pelear voto a voto e intentar entrar al balotaje con Javier Milei. En grupitos pequeños, Grosso habló de cloacas, explicó la medida de devolución del IVA, ilustró sobre la importancia del Estado en los barrios. Pensé en esa crónica ayer, cuando estalló el escándalo de Insaurralde. Es decir, cuando comenzaron a circular los registros del jefe de Gabinete bonaerense y candidato a concejal en sus vacaciones en el Mediterráneo con todos los clichés de la ostentación: yate con jacuzzi, champán, una modelo exuberante en bikini. 

Lo conversamos con Mauricio. La nota, que todavía no habíamos publicado y estaba destinada a encabezar la apertura de la edición del domingo, nos pareció de repente vieja, pero también más ilustrativa que antes. Mientras que miles de militantes se embarcan en una pelea aguerrida por cada voto, se aventuran a la misión de despertar entusiasmo en un territorio donde falta comida, otros barren de manera grosera con el esfuerzo exponiendo un contraste imposible de digerir. Nadie puede creer que un hombre que vive como Insaurralde tiene la sensibilidad adecuada para decidir sobre el destino de un pueblo constituido por mitad de pobres. (No es una metáfora: en los partidos del Gran Buenos Aires el 47% de las personas vive bajo la línea de pobreza, según datos del Indec). 

Sebastián Lacunza lo dice así en su panorama político del domingo: la distancia ética entre Insaurralde y los jóvenes de una barriada de Lomas que ayer hayan salido a recorrer calles con volantes de Unión por la Patria es abismal. La postal de la Costa del Sol es, además, “un golpe demoledor para el espíritu de una dirigencia y una militancia peronistas que, en un marco de escepticismo con el que conviven hace meses, parecían haber encontrado el tono para dar pelea a la amenaza de la ultraderecha”.

Ya habrá tiempo para dilucidar quién articuló la difusión de las imágenes a horas del debate presidencial y a tres semanas de las elecciones generales. El punto, si bien interesantísimo, no cambia sustancialmente la escena, que seguramente se llevará parte de la discusión entre candidatos esta noche. A Santiago del Estero viajó Victoria De Masi, que cubrirá este primer debate oficial y ya anticipó algunas claves de lo que veremos por televisión. Massa, por ejemplo, buscará desarmar a Milei poniendo “su ideas en valor” y preguntándole detalladamente por su ejecución. “Hace de cuenta que..”, es el puntapié para desarticular los eslóganes de La Libertad Avanza. 

Y sobre las “ideas de la libertad”, tengo algo que decir. Fue hace 10 años, tal vez menos. No me acuerdo si era alguna modalidad de reclamo, o una toma o un corte de luz; por algún motivo los alumnos del Taller de Periodismo de la Facultad de Sociales de la UBA tomábamos nuestra clase teórica sentados en el piso del hall del edificio de la calle Santiago del Estero. Osvaldo Baigorria, parado entre los afiches proselitistas que decoraban la entrada, daba su clase: anécdotas de sus mil vidas salpicadas de la teoría del programa. Yo, sentada sobre las baldosas rojas, tomaba notas frenéticas en los márgenes de mi cuaderno anillado. El profesor, del que se comentaba que había vivido en una comunidad nudista, contaba de sus días en la revista de Cerdos y Peces en la década del 80 y cómo, desde esas páginas, combatían la avanzada sanitarista que despertó el fantasma del SIDA. “Llamábamos a no usar forro, a no convertirnos en un cubito de hielo”, decía él, y yo anotaba. Era una crítica al sexo seguro y a la obsesión por la salud. Una especie de negacionismo del virus derivada de un espíritu profundamente antisistema, transgresor. Había leído ya su libro Anarquismo trashumante. Crónica de crotos y linyeras y ese profesor de porra afrolatina se me aparecía como el arquetipo del libertino. Me inspiraba algo parecido Christian Ferrer, que era titular de otra materia que se llamaba “Informática y Sociedad” pero en la que jamás vimos pasar una computadora. Su materia, en realidad, eran elaboraciones en torno al concepto de “técnica” y, fundamentalmente, a las ideas libertarias. En los últimos días, ambos tuvieron espacio en elDiarioAR. Ferrer fue entrevistado por Diego Genoud y Baigorria se sumó como firma regular. Escribirá todos los meses una columna que bautizamos: “Yo, libertario”

El investigador Luis Diego Fernández dice en ésta entrevista que el espíritu del partido de Javier Mile tiene poco que ver con las ideas de la libertad. “LLA si no es conservador, es reaccionario”, dice el filósofo, para quien “todo libertario debería defender la autonomía de los cuerpos y por supuesto la autonomía de los cuerpos de las mujeres”. Los feminismos lo saben y esta semana salieron a la calle bajo el lema “la libertad es nuestra”. Cada quien puede hacer sus propias elaboraciones; los conceptos están abiertos a la transformación del uso, los tiempos y las percepciones. Pero así como en elDiarioAR no nos alineamos detrás de ningún partido o referente político, sí defendemos valores y los levantamos como banderas. La libertad es una de ellas y no estamos dispuestos a entregarla ni a bajarnos de la discusión necesaria para conservarla. Hasta el domingo que viene. 

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