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Memoria de los fallecidos

Momias colombianas enterradas con máscaras de la muerte vuelven a mostrar sus rostros

La tecnología táctil transformó los datos en rasgos humanos

Héctor Farrés

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Un artesano precolombino hundía sus dedos en una pasta caliente que mezclaba resinas con polvo mineral y la extendía sobre un rostro inmóvil. La arcilla se endurecía lentamente mientras el cuerpo, ya preparado para el tránsito espiritual, quedaba cubierto por una máscara que seguía las líneas de la piel con exactitud.

Aquella costumbre dio lugar a centenares de piezas que aún sorprenden por su detalle y realismo, y fue precisamente esa obsesión por conservar la identidad de los muertos la que siglos después impulsó a un grupo de científicos a revelar quiénes se ocultaban tras esas máscaras.

Un equipo británico revive los rostros que dormían bajo las máscaras

El proyecto más reciente del Face Lab de la Universidad John Moores de Liverpool permitió recrear digitalmente las caras de cuatro momias colombianas cuyas máscaras habían permanecido intactas durante más de 500 años.

Los investigadores aplicaron tomografías computarizadas y escaneos tridimensionales para extraer las formas originales de los cráneos y reconstruir los rostros de un niño, una mujer de unos 70 años y dos hombres jóvenes enterrados entre 1216 y 1797. Las imágenes finales mostraron por primera vez cómo eran esas personas que habían vivido en los Andes colombianos.

Las culturas que practicaban este tipo de enterramientos elaboraban antifaces con arcillas mezcladas con ceras y resinas, y a veces incrustaban oro o conchas marinas como adorno. El resultado quedaba adherido a la piel y la mandíbula, creando un sello que, con el tiempo, se confundía con la carne. Los arqueólogos del Instituto Colombiano de Antropología e Historia conservaron estos restos en condiciones controladas y autorizaron su análisis digital para evitar daños físicos en las piezas originales.

El proceso de reconstrucción comenzó con la obtención de cortes de rayos X en 2D que después se unieron para formar modelos tridimensionales. A cada cráneo se le aplicaron capas virtuales de músculos, tejidos blandos y piel mediante un lápiz háptico, una herramienta que transmite fuerza y permite sentir la textura del modelo en pantalla.

Según Jessica Liu, del equipo británico, la mayor dificultad residió en asignar un color y una textura faciales verosímiles, ya que las cicatrices o tatuajes del individuo original resultan imposibles de comprobar. Los técnicos recurrieron a datos anatómicos de adultos colombianos actuales para calcular espesores promedio de los tejidos.

Las momias colombianas protagonizan una presentación internacional

Las presentaciones del estudio se realizaron en el XI Congreso Mundial de Estudios de Momias, celebrado en Cuzco. En esa ocasión se mostraron esculturas digitales que reproducían las facciones de los cuatro individuos. Caroline Wilkison, responsable del Face Lab, destacó que la reconstrucción facial tiene una función clave en la identificación forense y en la divulgación histórica.

Felipe Cárdenas-Arroyo, de la Academia Colombiana de Historia, añadió que las máscaras halladas son las únicas conocidas en Colombia y constituyen un hallazgo excepcional por su elaboración directa sobre el rostro.

Los especialistas señalaron que cada pieza ofrece información sobre la jerarquía social y el respeto hacia los difuntos en las civilizaciones andinas. Estas caretas simbolizaban la protección del alma y representaban autoridad y prestigio. En el caso colombiano, las excavaciones confirmaron que las tumbas estaban situadas a gran profundidad, lo que refleja la importancia ceremonial del enterramiento y el esfuerzo por conservar la integridad de los cuerpos.

El uso de inteligencia artificial permitió dar nueva vida a un material arqueológico extremadamente frágil. Los resultados no constituyen retratos exactos, pero sí aproximaciones científicas basadas en proporciones anatómicas verificadas. Cada reconstrucción se ajustó a la zona geográfica y a la edad estimada del individuo, con la finalidad de mostrar una imagen coherente con la población de la época. Para los investigadores, ver emerger de nuevo esos rostros supuso un modo de conectar siglos de distancia entre la tradición funeraria y la tecnología contemporánea.

El laboratorio de Liverpool se ha convertido en referencia internacional por aplicar métodos de reconstrucción facial tanto en casos judiciales como en proyectos museísticos. En esta ocasión, su trabajo aportó una nueva lectura del pasado colombiano y devolvió humanidad a quienes fueron momificados para proteger su identidad en el más allá.

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