Un estudio descubre que los primeros humanos en Sudamérica se alimentaban de perezosos gigantes y mastodontes

La arqueología sudamericana había asumido desde hace tiempo que la megafauna terrestre, mamíferos de entre 44 kilos y más de una tonelada de peso que vivieron durante el Pleistoceno tardío, se había extinguido por los cambios ambientales. Esto relegaba a un segundo plano a los seres humanos, asumiendo que la megafauna parecía ocupar un rol marginal en su alimentación, frente a otras presas actuales más pequeñas como el guanaco.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances echa por tierra esa idea. La investigación muestra que los perezosos gigantes, los caballos y los mastodontes fueron las presas principales de los habitantes tempranos del continente, lo que obliga a repensar los motivos de su desaparición e impide descartar que los seres humanos hayan sido un factor clave en su desaparición.
“Siempre se subestimó la acción humana sobre la megafauna y su verdadero rol en la extinción. Las ciencias históricas en general consideraron a los ocupantes tempranos, como mucho, como actores secundarios en este proceso”, recuerda el investigador del Conicet en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) de Argentina, Luciano Prates, en una nota de prensa.
Perezosos gigantes y mastodontes
La sospecha de que los seres humanos tuvieron más protagonismo de lo que se pensaba viene de lejos. La primera pista la dio un trabajo en 2021, cuando un equipo reveló una fuerte correlación temporal y espacial entre el comienzo del colapso de la megafauna, iniciado hace 12.900 años, y la aparición de unas puntas de lanza, una especie de arma empleada por los humanos en esa época.
En base a esa idea, este equipo de científicos estableció un límite temporal y analizaron los restos de 20 yacimientos ubicados en lo que hoy son Argentina, Chile y Uruguay. Según detallan en su investigación, contaron y compararon la ocurrencia de megafauna (más de 44 kilos), fauna de tamaño mediano (de 44 a 4) y fauna de tamaño pequeño (menos de 4 kilos).
Y el resultado les sorprendió: 18 presentaron restos de megafauna y 13 de ellos aportaron evidencias incontrastables de consumo humano. A juicio de los autores, estos resultados señalan que, para los grupos humanos del Pleistoceno final, estos grandes animales no fueron un recurso marginal, sino el pilar de su dieta y de su estrategia de subsistencia.
“Nosotros siempre cuestionamos que, habiendo megafauna, el guanaco haya sido lo más importante en la dieta de aquellos grupos, porque, en general, los seres humanos, como la mayoría de los predadores, buscan la presa de mayor retorno energético, es decir que en el balance de costo-beneficio ofrezcan una mejor recompensa”, añade el también investigador del Conicet, Ivan Perez.
Los hallazgos van más allá y cuestionan el papel que tuvieron los habitantes de esa época en la extinción de estos enormes animales: “Lejos de ser un recurso secundario, la megafauna fue central en la vida de los humanos del Pleistoceno. Esto obliga a reconsiderar su papel”.
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