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Libros

Inteligencia artificial, “literatura del yo” y la obsesión como fuerza, según Jonathan Franzen

Jonathan Franzen pasó por Buenos Aires para participar del Filba 2023.

Agustina Larrea

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Dice que estará dos días hablando y dos semanas observando pájaros. Que esa división de tareas –ser escritor a tiempo completo a veces y en otros momentos calzarse el traje de observador de aves en los lugares más recónditos del planeta– es la que lo impulsa a darle rienda suelta a sus obsesiones. “No podés obsesionarte con dos cosas al mismo tiempo”, señala entre risas el escritor Jonathan Franzen, uno de los autores más destacados de la literatura contemporánea de los Estados Unidos y, también, un gran amante de los pájaros, como demostró en su libro de ensayos El fin del fin de la Tierra (Salamandra, 2023).

Considerado uno de los más agudos retratistas de la sociedad de su país, referente y renovador de algún modo de la idea de la gran novela norteamericana y autor de libros notables como Las correcciones y Pureza, entre otros, Franzen es uno de los invitados internacionales del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba) y varias de sus actividades lo tendrán como protagonista. Por primera vez en las calles porteñas, el escritor brindó una conferencia de prensa en la que repasó su carrera, su presente y los desafíos que enfrentan quienes se dedican a la escritura, en especial en lo referido a la tecnología y sus diferentes formas de irrumpir entre los humanos, algo que, además, es uno de los ejes que propone la programación de Filba 2023

Consultado por su participación en una carta abierta que presentaron distintos escritores para advertir sobre los peligros de “clonación” de material a partir del uso de la inteligencia artificial y de la falta de regulación en ese terreno, Franzen aseguró: “No creo que sea difícil regular la tecnología, creo que no hay voluntad de hacerlo”.

“Personalmente no me siento amenazado por la inteligencia artificial”, dijo y agregó que la inteligencia artificial “es pura imitación y la buena escritura es exactamente lo opuesto”. La escritura real, entonces, es en su mirada “una creación de las personas que anhelan algo mientras que la inteligencia artificial no quiere nada, es puro algoritmo”.

De inmediato se refirió también al acceso a internet para quienes escriben, un tema que aborda reiteradamente y sobre el que volvió en un decálogo llamado Diez normas para el novelista que escribió hace algunos años a pedido del diario británico The Guardian. “Resulta dudoso que alguien con una conexión a internet en su estudio esté escribiendo buena ficción”, señalaba en ese texto, que también recuperó para su libro El fin del fin de la Tierra. En esa línea, agregó ahora: “El peligro para los escritores, incluso antes de la creación de internet, es la tentación de buscar información, hacer investigación en lugar de acudir a la imaginación”. Sí, en cambio, aseguró que algunas herramientas disponibles online le resultaron especialmente útiles a la hora de hacer traducciones.

Cuando le preguntaron por el mundo de las series televisivas como una posible competencia contra la lectura, Franzen afirmó que solía preocuparse por esa cuestión hasta que él, que no era de mirar televisión en su adultez, vio The Wire y algunas otras producciones de gran despliegue.

El peligro para los escritores, incluso antes de la creación de internet, es la tentación de buscar información, hacer investigación en lugar de acudir a la imaginación.

“En lugar de sentirnos amenazados por la televisión, se puede pensar a la televisión como un subgénero de la novela”, sostuvo, pensando, sobre todo en la circulación de las historias en el siglo XIX. Su preocupación, en cambio, está vinculada en la actualidad con la figura de los influencers y de Tik Tok. “Ese es el real enemigo. Los influencers no podrán nunca llegar a ser como la novela o los grandes narradores”, dijo.

Al mismo tiempo, el escritor afirmó que las pantallas son sin dudas “atractivas”. Recordó que cuando era chico tenía permitido mirar una hora de televisión por día y que entonces aprovechaba cuando nadie se daba cuenta para mirar un poco más.

Sobre los peligros de la hiperconectividad, sostuvo: “Silicon Valley no tiene el contenido suficiente para proveer al mundo”. En ese sentido, señaló que en un planeta “donde nada resulta suficiente”, ahora las personas se ven invitadas por las empresas dedicadas a la tecnología “a generar su propio contenido”.

Pájaros y libros

En otro momento de la conferencia, el escritor fue consultado sobre su afición por los pájaros y por la posible relación de esa pasión –que lo llevó a lugares como la Antártida, Egipto, Costa Rica o Albania, por citar apenas algunos– con la literatura. Respondió que suelen hacerle esa pregunta, para que le cuesta encontrar una única respuesta.

“Tiendo a mirar cosas, en aeropuertos, por ejemplo, a observar lo que hacen las personas”, dijo y se refirió a una “tendencia obsesiva” que tanto para escribir novelas como para observar animales en lugares inhóspitos resulta una fuerza necesaria.

Su preocupación por la naturaleza, también reflejada en distintas columnas de opinión y textos periodísticos que suelen encargarle, lo llevó a ser protagonista involuntario, sin embargo, de una suerte de “cancelación” por parte de grupos de activistas que lo tildaron de “negacionista del cambio climático”.

Fue cuando escribió un artículo en la revista The New Yorker llamado ¿Qué tal si dejamos de fingir? donde llamaba a repensar las estrategias y algunos eslóganes repetidos a lo largo de las últimas décadas en el ambientalismo. Un asunto que también aborda en su texto Salva lo que amas de su último libro de ensayos, donde señala: “Pronto empecé a experimentar un desgraciado conflicto interno a propósito del cambio climático: aceptaba su supremacía como el asunto medioambiental de nuestro tiempo, pero percibía su predominio como un acoso. No sólo convertía cada visita a la tienda de comestibles en un viaje cargado de culpa, sino también me hacía sentir egoísta por preocuparme más por los pájaros del presente que por las personas del futuro”.

Ahora en Buenos Aires y casi cuatro años después, recordó aquel episodio, por el que algunos activistas furiosos pidieron que su artículo fuera levantado de la revista y de las publicaciones de Facebook, empresa que accedió al reclamo. “Es difícil ser un activista del clima –dijo con sorna–: trataron por 30 años de cambiar el mundo y las emisiones de carbono siguen en aumento”. “Dado que llevan 30 años de fracaso, quizás el tema se deba encarar de otra manera”, agregó.

“El problema es que la gente quiere vivir en casas lindas, hacer comprar, viajar en aviones. Hay una deshonestidad intelectual en culpar exclusivamente a las empresas petroleras de todo y eso me ofende”, concluyó sobre este asunto.

Al ser consultado por sus preferencias estilísticas, el autor no dudó en destacar que como escritor y como lector se suele sentir mejor convocado por textos escritos en tercera persona. “La tercera persona es una de las grandes invenciones de la historia de la humanidad”, dijo con vehemencia.

En tiempos de auge de la llamada “literatura del yo” y de autoficción, Franzen asegura que encuentra a la primera persona “muy limitante”. Salvo, claro, que se trate de autores que plantean “un conflicto interesante” con los narradores de sus textos, y citó como ejemplo a Vladimir Nabokov. En este sentido, el escritor señaló que esta tendencia a la primera persona en algunos casos tiene que ver con un “miedo generalizado a ofender” o a ser criticados por otros. 

“Nadie puede criticarte si escribís en primera persona, nunca vas a ofender si hablás desde vos”, agregó.

Consultado por si evalúa que ese miedo a la cancelación restringe libertades para quienes escriben, eligió pensar en perspectiva histórica y aseguró que no, que existe ahora una gran libertad para abordar los temas. “Se trata, en todo caso, de prohibiciones internas más que externas”, concluyó.

AL/DTC

Jonathan Franzen es uno de los invitados del Filba 2023. Más información sobre el festival y las actividades, que son gratuitas y tendrán lugar hasta el 1 ° octubre, en este enlace.

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