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Informe

Club de París: cuáles son las consecuencias concretas y simbólicas de no pagar el vencimiento

Alberto Fernández con el presidente francés, Emmanuel Macron

Delfina Torres Cabreros

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Este lunes vence el plazo acordado para que la Argentina salde una deuda de US$2.400 millones con el Club de París. Sin embargo, no hay misterio sobre lo que sucederá en lo inmediato: el país no pagará, pero tampoco entrará técnicamente en default, dado que tiene un período de 60 días de gracia.

El Gobierno nacional confía en que las conversaciones mantenidas por Alberto Fernández durante su reciente gira por Europa deriven en el aplazamiento del pago. El Presidente gestionó presencialmente esa postergación ante las máximas autoridades de Portugal, España, Francia e Italia, y la semana pasada mantuvo un encuentro virtual en el que trató el tema con la canciller alemana, Angela Merkel.

El plazo de 60 días de gracia abrirá un nuevo espacio para seguir negociando la reprogramación de la deuda de US$45.000 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que tiene su próximo vencimiento de capital en septiembre. Las autoridades del Club de París aguardan ese arreglo para reprogramar su propio acuerdo, que data de mayo de 2014 y fue cerrado por el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof.

Dado que, según las condiciones del acuerdo firmado, el país recién entraría en default a principios de julio, en lo inmediato el no pago no genera ninguna consecuencia. Sin embargo, para Guido Lorenzo, director de LCG, transitar el plazo de gracia sin llegar a ningún arreglo entonces sí implicaría un “retroceso”. “La consecuencia de la cesación de pagos sería el ingreso a la calificación de default luego de la reestructuración con deuda en dólares hecha el año pasado justamente para salir de esa situación. Concretamente al país se le cobraría una tasa del 9% en dólares retroactiva a mayo 2014 por el saldo a pagar, lo cual elevaría sustancialmente la deuda pública externa”, señaló. 

Según detalló Marina dal Poggetto en una columna para este diario, un default al Club de París prácticamente duplicaría el monto adeudado al organismo. “Esto es así debido a la letra chica del acuerdo firmado en 2014 por el entonces ministro de Economía y actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, para reestructurar el default en el que todavía estaba la Argentina desde la salida de la convertibilidad”.  

Más allá de la penalización por no pagarle al Club de París, Lorena Giorgio, economista de Equilibra, consideró que hay dos consecuencias mayores. Por un lado, el posible “cierre de grifo” a la entrada de capitales de otros organismos multilaterales y el impacto negativo sobre las garantías y créditos comerciales.

Para Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, el vencimiento del Club de París es “relativamente menor”: casi la mitad de lo que le tocará a la Argentina por el giro de DEGs que hará el FMI en agosto. A la vez, señaló que “no tiene vínculo directo con otras variables”, por lo que el “impacto inmediato” de un default en julio sería acotado. A la vez, dado que la Argentina tampoco tiene acceso al crédito pagando, el efecto sería todavía más reducido.

“A nivel simbólico sí tiene más efecto —añadió Rajnerman—, incluso mayor al de un eventual default con acreedores privados”, algo que se evitó con una renegociación exitosa el año pasado. “El Club de París, que se creó para resolver un problema de deuda argentino a mediados del siglo pasado, tiene como principales socios a los estados nacionales de algunos países centrales como Alemania y Francia, entre otros. No pagar en tiempo y forma y no renegociar este tipo de pasivos implicaría defaultearle de manera directa a esos Estados. Por lo tanto, generaría un problema bilateral, no solo de índole económico, sino también político”, consideró. A la vez, señaló que esto podría traer aparejado algún problema en la negociación de la deuda con el FMI, que por el momento parece estar encaminada. 

Los analistas coincidieron en que un contrato no honrado tiene un costo reputacional alto. “Desde el 2018 que el país comenzó a tener dificultades para afrontar vencimientos de deuda las distintas administraciones evitaron la cesación de pagos. Esto significa admitir que si bien no hay capacidad de pago, hay disposición a pagar —sostuvo Guido Lorenzo—. Ahora que nuestro país tiene incluso las reservas para pagar al Club de París, el no pago daría la certeza que Argentina no tiene disposición a pagar, por lo tanto tampoco tendría disposición a pagar al FMI y por lo tanto quedaría marginado del mundo. Las consecuencias de eventos de ese tipo son impensadas, desde embargos hasta la posibilidad de que esto altere el comercio internacional del país. ¿Quién se quiere asociar para producir algo con un país que no respeta los contratos?”.

Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria, consideró que la principal consecuencia de este tipo de eventos es que cuando se dilatan los acuerdos o la presentación de un programa más o menos consistente, el mercado lo descuenta como algo negativo y se refleja en variables como un riesgo país alto (hoy en el orden de los 1500 puntos) y bonos a precio de default. “Si bien no creo que el Club de Paris ni el Fondo hayan pensado que la Argentina iba a negociar un programa antes de las elecciones, se podría haber hecho algo para extender los vencimientos. Nadie pretendía que se pague todo, pero sí que se negocie algún programa de facilidades”, apuntó.  

Si la Argentina no lograra alcanzar a un acuerdo y no pagara al final del período de gracia y los países declararan el default sería un escenario “muy negativo, que agregaría presión al mercado de cambios, generaría incertidumbre y sobre todo tendría un impacto a nivel geopolítico, teniendo en cuenta que implicaría una confrontación con países de mayor peso en la economía global”, coincidió Martín Vauthier, director de Eco Go. 

De todos modos, para Vauthier también sería negativo que el país no alcanzara un acuerdo y “terminara pagando con reservas netas”, que se han ido recuperando en el último tiempo pero continúan en niveles bajos. “Un pago con reservas implicaría un deterioro mayor en el balance del Banco Central, que hoy tiene muchos pasivos en pesos y pocos activos propios —dijo— Lo ideal sería que esas reservas permanezcan como un colchón disponible para enfrentar eventuales tensiones cambiarias”. 

DT

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