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Viaje a Nueva York

Guzmán y Manzur intentaron calmar a los inversores de Wall Street preocupados por el “plan platita en el bolsillo”

El embajador Jorge Argüello, Manzur, Guzmán y el cónsul en Nueva York, Santiago Villalba, en la reunión con inversores.

Alejandro Rebossio

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El jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro de Economía, Martín Guzmán, dieron a entender en privado lo que no pueden reconocer en público en plena campaña y después de la crítica del “ajuste” que hizo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en una carta abierta. Este viernes, en el encuentro que mantuvieron en el consulado argentino de Nueva York con una veintena de representantes de bancos y fondos de inversión de Wall Street, uno de ellos advirtió que el “plan platita en el bosillo” iba en contra del ordenamiento fiscal que pregona Guzmán. Entonces tomó la palabra un invitado del Gobierno, el consultor y ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis, y aclaró que, pese a lo que se publicó en los medios, el gasto público no se ha acelerado. Manzur y Guzmán se miraron entre sí y se sonrieron con complicidad.

“No nos estamos desviando de la ejecución presupuestada”, declaró el ministro. Es cierto que, más allá de algunas medidas puntuales como el aumento del plan Potenciar Trabajo, la actualización del impuesto a las ganancias, el complemento de las asignaciones familiares o el bono de $ 5.000 para que jóvenes gasten en espectáculos, no ha habido una cuarta edición del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ni un extra para compensar la pérdida de poder de compra de las jubilaciones y la asignación universal por hijo (AUH). Incluso uno de los asesores económicos de Juntos por el Cambio reconoce que las erogaciones anunciadas tras las primarias equivalen sólo al 0,2% del PBI.

La reunión, que duró más de dos horas, comenzó con una exposición de Guzmán, otra de Manzur y después llegó la ronda de preguntas, aunque fueron más quejas que interrogaciones. Todo el diálogo fue en español porque los representantes de bancos y fondos norteamericanos y de otros países desarrollados eran latinoamericanos, la mayoría argentinos. Matías Silvani (GoldenTree Asset Management), Alberto Ades (NWI Management LP), Soledad López (Morgan Stanley), Ruben Kliksberg (Redwood Capital Management), Claudia Castro (Invesco US), Luis Simon (Goldman Sachs Asset Management), Martín Marrón (JP Morgan), Gerardo Bernaldez (CarVal Investors), Gustavo Ferraro (Gramercy Management Company), Darío Lizzano (PointState Argentum), Fernando Grisales (Schroeders), Pablo Golberg (BlackRock), Gustavo Palazzi (VR Capital Group), Diego Ferro (M2M Capital) y Andrés Lederman (Fintech) integraban la lista. “Ninguno quedó impresionado por Manzur, no cambia nada”, comentó un allegado a uno de ellos.

El jefe del Palacio de Hacienda presentó un power point durante 40 minutos con el marco conceptual de su programa económico, las proyecciones para 2022 y el estado de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Comentó que el problema de la economía argentina radica en la restricción externa, es decir, la escasez de dólares. Abogó por un “Estado fuerte” que cree las condiciones para que aumenten las exportaciones con valor agregado que permita generar divisas que financien el crecimiento, que siempre trae aparejado incremento de importaciones. También defendió el rol contracíclico del Estado, pero reconoció que para eso debe achicar el déficit fiscal que lo torna vulnerable.

Guzmán defendió que su plan están funcionando bien, la economía se recupera y la inflación venía bajando hasta que en septiembre subió por “factores estacionales”. El ministro atribuyó el salto del 2,5% de agosto al 3,5% del mes pasado al encarecimiento de la ropa por la nueva temporada y a la autorización de alzas de precios regulados. En la oposición consideran que, tras las primarias y el anuncio de medidas para favorecer el consumo, el mercado interpretó que habría más gasto financiado con emisión monetaria y entonces se apuró a remarcar. Guzmán auguró una merma del índice en octubre, pero sus interlocutores desconfiaron.

El ministro argumentó que el tipo de cambio oficial está en un nivel adecuado y sostuvo que el dólar blue no refleja la realidad argentina sino la de un país de sólo US$ 6.000 de PBI per cápita, similar a Albania, Colombia o Ecuador. La renta personal de la Argentina es 9.122. Pero Guzmán admitió que hay que seguir bajando la brecha entre ambos tipos de cambio.

El funcionario destacó su buena relación con el staff del FMI y atribuyó a la burocracia del organismo el hecho de que aún no se haya cerrado el acuerdo. También alegó que no quieren firmar cualquier compromiso que después se incumpla a los tres meses. Pero uno de los inversores le recordó que en 2020 él había dicho que el pacto estaba cerca y todavía seguía sin rubricarse. Otro le señaló que si hubiesen acordado, se podrían haber ahorrado todos los pagos de 2021 al Fondo y hubieran podido mejorar su declamado objetivo de acumular reservas. Un tercero, de diálogo frecuente con el organismo, le reprochó que la Argentina “volviera locos” a los técnicos del FMI “objetando cada coma del acuerdo” y con demandas “raras” como la extensión del plazo de pago de 10 a 20 años, prórroga que está fuera de sus estatutos, o la eliminación de los sobrecargos que se cobran a los países deudores, demanda que ha encontrado buena recepción en la reciente reunión de ministros de Economía del G20 (Grupo de 20 economías más grandes del mundo). El inversor adjudicó esas pretensiones al jefe del bloque de diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner.

Uno de los invitados le cuestionó los “controles” de precios. Guzmán le respondió que en un país como la Argentina, con las “expectativas desalineadas”, era necesario combinar los “acuerdos” de precios con las políticas de ordenamiento macroeconómico. Ahí fue cuando le repreguntaron por el gasto electoral.

Pero antes de esos cuestionamientos expuso Manzur. En un discurso corto y de tono político, el jefe de Gabinete les recordó que él era gobernador de Tucumán, como dejando en claro que representaba a los jefes provinciales. Les explicó que el Frente de Todos es una coalición amplia pero todos sus miembros están de acuerdo con pactar con el FMI. Agregó que el Gobierno está “muy comprometido” en busca un convenio porque “quiere pagar, pero necesita oxígeno”. Detalló que también la vicepresidenta está a favor de pactar.

Manzur prometió que después de las elecciones del 14 de noviembre convocarán a la oposición, el empresariado y el sindicalismo a fijar políticas de Estado. También les informó que Juntos por el Cambio apoyará en el Congreso el acuerdo que se firme con el FMI. De hecho, el candidato Diego Santilli así lo aseguró en un almuerzo público con empresarios.

AR

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