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El pacto Mercosur-UE se acerca, pero el negacionismo climático de Milei lo amenaza

Lula y la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.

Alejandro Rebossio

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Este viernes en Brasilia comenzó la enésima ronda de negociaciones del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, que comenzó en 1999, se firmó en 2019, pero nunca fue ratificado por los parlamentos de todos los países miembro y por eso está siendo revisado. Las dos partes se ilusionan con que pueda sellarse un pacto definitivo aceptable por todos, incluida Francia, potencia proteccionista agrícola cuya Asamblea Nacional rechazó el convenio de 2019. Hay tiempo hasta el 7 de diciembre, cuando finaliza la presidencia brasileña del Mercosur, tres días antes de que Alberto Fernández le entregue la banda presidencial a Javier Milei.

Incluso el jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, declaró que es posible firmar antes y durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, llamada COP28, en Dubai, donde estará la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Pero así como el acuerdo de 2019 se paralizó por la deforestación que el antecesor de Lula, Jair Bolsonaro, impulsó en la Amazonia, con sus consecuencias serias sobre el calentamiento global, ahora el negacionismo de la responsabilidad humana en el cambio climático de Milei puede frustrar las conversaciones actuales en Brasilia, según fuentes diplomáticas europeas.

En el diálogo participan los enviados del canciller Santiago Cafiero, pero la UE no está dispuesta a firmar nada que no tenga la bendición de Milei y su futura ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, la misma que en campaña, cuando le preguntaron de cambio climático, respondió en Radio Con Vos que ella sólo sabía que cuando hacía frío había que abrigar a su nieto. Pero diplomáticos occidentales, incluido el embajador norteamericano, Marc Stanley, han mantenido reuniones con futuros funcionarios de Milei que matizan la afirmación de su jefe de que el calentamiento global sea “otra mentira del socialismo”.

Se espera que el presidente electo de señales a los negociadores del Mercosur y la UE de que respetará el capítulo climático del acuerdo para que se termine rubricando. El freno a la tala y el impulso a las energías renovables, como la solar, la eólica y el hidrógeno verde, son pruebas de fe. Ni Milei ni Mondino mandaron observadores a la discusión en Brasilia. Al menos el futuro secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, ha expuesto en privado que no sólo abogará por subir las tarifas a lo largo de medio año y por volver a la desregulación eléctrica y de combustibles de la década del 90 sino también por impulsar las renovables, de las que aprendió en los últimos 20 años como consultor en España.

Tampoco caen bien en Bruselas, sede del gobierno europeo, que mientras se está a punto de firmar un acuerdo entre una unión aduanera con sus múltiples imperfecciones y un mercado común consolidado, Milei haya hecho campaña llamado a disolver el Mercosur como tal, quizá reduciéndolo a una zona de libre comercio en la que cada miembro pueda pactar sus tratados bilaterales por su cuenta, como quiere el Uruguay de Luis Lacalle Pou. De ser así, los productos europeos perderían preferencia en el acceso al bloque sudamericano.

Igualmente, Mondino ha contradicho a su jefe diciendo que ella quiere fortalecer al Mercosur. Para ello, deberán existir no sólo relaciones comerciales sino diplomáticas con Brasil, a pesar de que Milei no quiere verse con Lula por tacharlo de “comunista”. El libertario recuerda que tampoco Bolsonaro quiso juntarse con Fernández y los vínculos estatales bilaterales continuaron. Ya Mondino se reunió con el embajador chino, Wang Wei, e invitó a su presidente, Xi Jinping, a asistir a la asunción de Milei, a pesar de que este tampoco quería verlo por “comunista”. Ya en 2018 Bolsonaro hizo campaña presidencial prometiendo ruptura con China y a los seis meses de iniciar su gobierno, a mediados de 2019, visitó a Xi en Beijing. No es lo mismo el proselitismo para atraer votos fanáticos que el pragmatismo para gobernar.  

“Soy optimista con el acuerdo porque tenemos una ventana oportunidad por la presidencia brasileña del Mercosur, por la de España en la Unión Europea, por lo que venimos avanzando en la última semana en materia técnica, porque este acuerdo ya fue sellado por (Mauricio) Macri en 2019”, declaró este viernes el embajador de la UE en Buenos Aires, el español Amador Sánchez Rico. La nueva alianza entre Milei y el expresidente argentino y líder del PRO puede provocar una revisión del pensamiento del libertario sobre cambio climático y sobre la necesidad de mantener el Mercosur para ratificar este pacto con Europa. Aunque el libertario sostiene que sus prioridades internacionales son Estados Unidos y Israel, también menciona el “mundo libre” y ahí está la UE.

El ministro de Agricultura alemán, el verde Cem Özdemir, declaró este lunes tras la victoria de Milei que “el entorno” para aprobar el acuerdo será “más difícil”. “(El resultado electoral) demuestra que, en cualquier caso, nos tenemos que dar prisa, no será fácil, el entorno será más difícil, el populismo aumenta tanto allí como aquí”, se refirió al avance electoral de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, según sus siglas en alemán) sobre la base de la crítica del gobierno alemán liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz y secundado por verdes y liberales. “No todo el mundo ha comprendido aún que no estamos solos en el mundo, que hay muchas potencias que tienen una agenda diferente, que quieren que los autoritarios prevalezcan. Aquellos que están interesados en que lideremos el camino hacia la protección de la selva tropical, trabajen juntos para que gobiernos autoritarios, tanto aquí como allí, no ganen fuerza”, declaró Özdemir, hijo de inmigrantes turcos.

El Mercosur acusa a la UE de proteger de más su mercado agrícola, ganadero y de alimentos. El jefe de Estado paraguayo, Santiago Peña, amenazó con que si no se cierra el pacto el 7 de diciembre, al día siguiente su país asume la presidencia del Mercosur en el primer semestre de 2024 y no seguirá negociando con la UE sino que buscará “otros nichos de negocios”. Intenta ponerle presión a Lula y Bruselas para que pacten ya. A su vez, la Comisión Europea apunta al proteccionismo de la Argentina y Brasil en industria o compras (licitaciones) públicas, pero con Milei espera un giro hacia el libre mercado.

Hay varios puntos en discusión. Tras el paso de Bolsonaro por el poder y el rechazo de Francia al pacto, llegó Lula al Planalto en enero pasado y entonces la UE propuso incorporar un amplio apartado de medio ambiente. En julio, cuando Brasil reemplazó a la Argentina en la presidencia del Mercosur, el bloque sudamericano le contestó con una carilla en la que reclamaba que se eliminen las sanciones comerciales por motivos ambientales. Ya bastante con que la UE aprobó este año que a partir de 2025 prohibirá la importación de soja, carne o cualquier alimento de zonas deforestadas después de 2021.

Además del ítem ambiental, la UE y el Mercosur discuten de varios otros puntos. Uno son las compras públicas: Lula quiere que las empresas brasileñas sigan corriendo con ventajas en la construcción y las demás contrataciones. Otro es que el pacto establece la eliminación de aranceles a la importación pero también de retenciones a la exportación, pero la Argentina de Fernández venía resistiéndose a quitar estos últimos derechos. Claro que con Milei las retenciones tarde o temprano se sacarán. Pero el acuerdo debe cerrarse antes de que el libertario asuma la presidencia argentina. Y hay incluso más temas por debatir sin resolver. Más allá de lo que negocie el gobierno saliente, sin el visto bueno de Milei, no se sellará el nuevo pacto Mercosur-UE.

En Europa se ve con cautela al presidente electo. Se advierte que venció en las urnas con dos promesas que se desvanecen desde el principio: la dolarización, que no se descarta, pero se retrasa sin fecha a la vista, y el final de la casta política, que terminó ingresando al gobierno libertario por el pacto de gobernabilidad con Macri y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti. La duda es la reacción de votantes que querían cobrar en dólares y terminarán recibiendo pesos que valdrán menos por el fogonazo inflacionario inicial que admite el propio Milei, dado los precios atrasados que le deja el ministro de Economía, Sergio Massa. Se descuenta además que sindicatos y movimientos sociales protesten por los ajustes.

Las empresas europeas ven con beneplácito que llegue a la Casa Rosada un economista a favor del libre comercio y la inversión extranjera. Pero también están preocupadas por las deudas que acumulan con sus proveedores de insumos del exterior, que han dejado de proveerles y amenazan así la continuidad de su actividad. En la Comisión Europea consideran que la receta para mejorar la economía incluye el acuerdo con ellos. Pero para que empiecen a arribar nuevas inversiones europeas, primero esperarán qué hace el nuevo gobierno, hacia dónde se dirige, cómo reacciona la sociedad y el Congreso, y después sacarán conclusiones.

AR/DTC

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