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ANÁLISIS

Qué es el gerrymandering, qué quiere hacer Trump en Texas y por qué huyeron los demócratas

Imagen de archivo de 2023 de una protesta en Washington frente al Tribunal Supremo contra una maniobra de Gerrymandering.

Antònia Crespí Ferrer

Washington —

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El estruendo que se generó en Texas con 51 demócratas a la fuga y los republicanos pidiendo a gritos su detención se debe a una práctica relativamente común en Estados Unidos: el gerrymandering. Se trata del rediseño de los distritos electorales con el fin de beneficiar a uno de los partidos. En el caso de Texas, los republicanos han presentado una propuesta que podría sellar el control de Donald Trump sobre el Congreso en las elecciones de 2026. De lograrlo, se esfumaría la última esperanza de los demócratas de poder frenar efectivamente la agenda del presidente antes de los comicios de 2028.

Desde que el republicano volvió al poder el pasado 20 de enero ha desplegado implacablemente su agenda gracias a que goza de la denominada trifecta: Trump controla el ejecutivo, el legislativo y cuenta con una Corte Suprema de mayoría conservadora. Durante estos seis meses, la vía judicial fue el único recurso que demócratas y activistas tuvieron para plantarse ante la agenda republicana. Y se prevé que sea así hasta al menos 2026, cuando tendrán lugar las elecciones legislativas.

Los republicanos actualmente controlan el Congreso gracias a una mayoría muy ajustada en un país en el que no hay disciplina de voto obligatoria para los miembros del legislativo. En la Cámara de los Representantes, su dominio depende solamente de cinco escaños y en el Senado se sostiene gracias a seis. Con estos números, los demócratas centran todas sus energías en las elecciones del año que viene, donde estarán en juego los 435 asientos de la cámara baja y un tercio de la cámara alta (35).

El objetivo de los demócratas es recuperar al menos el control de la Cámara de los Representantes, de modo que podrían evitar políticas como el recién aprobado plan fiscal: la Big Beautiful Bill. Esta norma, que pasó con dificultad las votaciones del Congreso, extenderá los recortes de impuestos aprobados por Trump en 2017 a costa de dejar sin cobertura médica a unos 11 millones de estadounidenses, entre otras cosas.

La urgencia para los demócratas de recuperar por lo menos una cámara del legislativo es aún mayor después de la sentencia del Supremo en junio que limita el poder de los jueces federales. El alto tribunal determinó que los magistrados no pueden emitir bloqueos judiciales a nivel nacional. Hasta el momento, el principal cortafuegos en su poder fueron estas suspensiones cautelares a nivel nacional. Esto permitía que un solo juez de un estado pudiera bloquear una orden ejecutiva en todo el país. Ahora, de entrada, solo podrá hacerlo dentro de su propio estado y para tener un alcance nacional será necesario seguir vías más complejas a través de demandas colectivas.

En este contexto, donde Trump ya ha ganado el primer pulso al poder judicial, las elecciones de medio mandato de 2026 aún son más cruciales para ambos partidos. Para los republicanos es necesario afianzar su mayoría para permitir que el presidente pueda desplegar su agenda sin problemas. Para los demócratas es la única carta que les queda para recuperar algo de margen y ejercer un mínimo contrapoder ante un mandatario que ya ha mostrado varios tics autoritarios.

Cinco escaños cruciales en Texas

El rediseño de los distritos electorales de Texas que presentaron los republicanos restaría cinco escaños a los demócratas para sumárselos a sus filas al introducir territorios con amplio respaldo republicano en distritos electorales con mayoría demócrata (y que actualmente cuentan con un representante demócrata en el Congreso). Esta reconfiguración dificultaría aún más a los demócratas arrebatarle a Trump el control del legislativo, por lo que estos están yendo hasta el final con su oposición. Lo que ha resultado en una fuga de demócratas a otros estados amigos para asegurarse de que no se puede votar el nuevo mapa electoral.

La reforma de los republicanos texanos, que claramente es un caso de gerrymandering, a priori no es ilegal. Aunque sí que se ha propuesto fuera del ciclo ordinario de cada decenio, que vincula la actualización del mapa electoral a un nuevo censo de la población, y después de numerosas presiones por parte de Trump al gobernador de Texas, Greg Abbott, para que lleve a cabo la redistribución.

La Constitución establece que cada diez años —cuando se renueva el censo de un estado— se debe revisar el mapa de los distritos electorales a fin de que representen fielmente a la población. El problema viene cuando cada partido intenta rediseñar estos distritos de la forma más conveniente para facilitar su victoria. La primera vez que se produjo esta situación fue en 1812, cuando el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, redibujó los distritos de su estado, favoreciendo descaradamente a su partido. El caso fue tan escandaloso que se ganó viñetas satíricas y la jugada fue bautizada con su apellido: gerrymandering.

Desde entonces, tanto republicanos como demócratas han estado haciendo uso de esta práctica para sacar tajada electoral. En 2019 una resolución del Tribunal Supremo sobre un caso de gerrymandering en Carolina del Norte concluyó que los jueces no tienen autoridad para decidir cuándo un uso partidista del rediseño de los distritos electorales va demasiado lejos. El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, escribió: “La Constitución no proporciona una medida objetiva para evaluar si un mapa de distritos trata a un partido político de forma justa.”

La única limitación que se le conoce a esta práctica fue un caso del 2023 en Alabama donde el Supremo concluyó que el rediseño del mapa electoral violaba la Ley de Derechos Electorales al mermar el poder de voto de la población negra.

Históricamente, los republicanos siempre han controlado el rediseño del mapa electoral de más estados que los demócratas. Un análisis de Associated Press del censo de 2010 reveló que, en esa década, los republicanos tuvieron una mayor ventaja política en más estados que la que había tenido cualquiera de los dos partidos en los últimos 50 años.

De hecho, ante la amenaza de que Texas aplique estos cambios, los demócratas de California ya han advertido de que tomarán acciones similares en el rediseño de sus distritos para favorecer también a su partido y así compensar, pese a que el propio estado, al igual que el también demócrata Nueva York, se dotó de mecanismos para evitar rediseños con clara intencionalidad política. La propuesta que se está considerando arrebataría cinco asientos a los republicanos en el estado de la Costa Oeste.

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