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SALUD

Científicos descubren señales cerebrales asociadas al dolor crónico

"El dolor crónico no es sólo una versión más duradera del dolor agudo, es fundamentalmente diferente en el cerebro", afirma el experto.

Ian Sample

Londres —

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Científicos han descubierto señales cerebrales que se corresponden con el grado de dolor de una persona y afirman que este trabajo supone un paso adelante hacia nuevos tratamientos radicales para las personas que sufren dolor crónico incapacitante.

Es la primera vez que los investigadores descifran la actividad cerebral que subyace al dolor crónico en pacientes, lo que hace albergar esperanzas de que las terapias de estimulación cerebral que ya se utilizan para el Parkinson y los cuadros graves de depresión puedan ayudar a quienes se han quedado sin otras opciones.

“Lo que hemos aprendido es que el dolor crónico puede rastrearse y predecirse con éxito en el mundo real, mientras los pacientes pasean al perro o están en casa, cuando se levantan por la mañana y cuando hacen su vida”, dijo Prasad Shirvalkar, neurólogo e investigador principal del proyecto en la Universidad de California en San Francisco.

Una “epidemia silenciosa” de dolor crónico afecta a casi 28 millones de adultos sólo en el Reino Unido, lo que significa que casi el 44% de la población ha experimentado dolor durante al menos tres meses a pesar de la medicación o el tratamiento. Las causas son múltiples: desde artritis, cáncer y problemas de espalda hasta diabetes, accidentes cerebrovasculares y endometriosis.

Sin embargo, aunque el dolor crónico ha provocado un aumento de las prescripciones de potentes opiáceos, ningún tratamiento médico funciona bien para esta dolencia, lo que ha llevado a los expertos a pedir un replanteamiento completo de la forma en que los servicios sanitarios tratan a los pacientes con dolor persistente.

Para el último estudio, publicado en Nature Neuroscience, Shirvalkar y sus colegas implantaron quirúrgicamente electrodos en cuatro pacientes con dolor crónico intratable tras un ACV o la pérdida de una extremidad. Los dispositivos permitieron a los pacientes registrar la actividad de dos regiones cerebrales –el córtex cingulado anterior (CCA) y el córtex orbitofrontal (COF)– con sólo pulsar un botón de un mando a distancia.

Se pidió a los voluntarios que rellenaran breves encuestas varias veces al día sobre la intensidad y el tipo de dolor que sentían; a continuación, se registraban instantáneas de su actividad cerebral. Con las respuestas a la encuesta y las grabaciones cerebrales, los científicos descubrieron que podían entrenar un algoritmo para predecir el dolor de una persona basándose en las señales eléctricas de su COF. “Hemos desarrollado un biomarcador objetivo para ese tipo de dolor”, afirma Shirvalkar.

Otro trabajo del equipo descubrió que el dolor agudo o de corta duración, como el producido por el contacto de un objeto caliente con la piel, se acompaña de una actividad cerebral muy diferente. El hallazgo podría explicar, al menos en parte, por qué los analgésicos habituales son menos eficaces para el dolor crónico que la breve punzada de sufrimiento intenso de un dedo del pie golpeado.

“El dolor crónico no es sólo una versión más duradera del dolor agudo, es fundamentalmente diferente en el cerebro”, afirma Shirvalkar. “La esperanza es que, a medida que entendamos mejor esto, podremos utilizar la información para desarrollar terapias personalizadas de estimulación cerebral para las formas más graves de dolor”.

Los hallazgos podrían tener una repercusión inmediata en los ensayos clínicos que investigan un procedimiento llamado estimulación cerebral profunda para controlar el dolor crónico. La estimulación cerebral profunda envía impulsos eléctricos al cerebro para interrumpir las señales problemáticas. Dado que implica cirugía cerebral, la ECP es un tratamiento de último recurso, pero ya se utiliza para la enfermedad de Parkinson y algunos trastornos depresivos. Para que sea eficaz, los médicos tienen que saber con precisión qué señales hay que atacar.

El profesor Blair Smith, experto en dolor crónico de la Universidad de Dundee, que no participó en la investigación, afirmó que la falta de medidas objetivas del dolor dificulta a los médicos la evaluación de la eficacia de los tratamientos. “Si esta investigación se amplía con éxito, ofrecerá no sólo la oportunidad de desarrollar una medición objetiva de algunos tipos de dolor, sino también de mejorar nuestra comprensión de los mecanismos biológicos”, afirmó.

Pero el dolor es un fenómeno complejo, advirtió Smith, en el que intervienen factores psicológicos, sociales y culturales, experiencias previas de dolor y expectativas. Y agregó: “como escribió [el ensayista] Nassim Taleb: 'estudiar neurobiología para entender a los humanos es como estudiar la tinta para entender la literatura'”.

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