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Borcegos y tacos aguja

Anoten: ¡Se evitará la inclusión necesaria del femenino!

Lilia Lemoine, Javier Milei, Karina Milei y Sandra Pettovello.

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Es increíble cómo Javier Milei nos agenda el pensamiento. Iba a escribir sobre la motosierra cultural, me gustaba el comienzo de esa columna. Tengo cosas para decir, sí, voy a decirlas en un próximo envío. Este gobierno es una máquina de generar noticias impactantes. El martes, en un marco de un discurso levemente distópico, el vocero presidencial dejó una frase que suena como loop en mi cabeza.

Después de decir algo muy delirante como que el gobierno va a prohibir dos letras y un signo en todos los organismos oficiales o algo así (ya escribí sobre eso cuando la ministra de Educación de CABA hizo lo propio en las escuelas): ¡Fuera la e, X y @!, el vocero dice: “Se evitará la inclusión innecesaria del femenino”. O sea, es decir. A ver si entiendo: ¿qué quiere decir que se evitará la inclusión innecesaria del femenino? ¿Qué es el femenino? ¿La letra a? ¿Milei va a por la letra a? ¿O es parte de la intralengua policial: femenino mujer, masculino hombre? Un femenino. Dos femeninos. 25 millones de femeninos. Repartamos. 

Entonces, con mi hermana y mi madre, empezamos a chatear por WhatsApp. Pusimos en práctica el nuevo lenguaje impuesto por un gobierno que acaba de prohibir dos vocales, una consonante y un signo. Probamos escribir todo con o. Nos dimos cuenta de que, entre las palabras permitidas, figuran ojo, ocho, orto. Podría seguir. 

¿Se habrán inspirado en el tema de León Gieco, “Ojo con los Orozco” (1997)? ¿Quedará solo esa canción en el universo de la música con letra? Mirá quién estaba en ese videoclip de la canción y prestá atención a la letra. Es polémica también:  

En nuestro chat, mi hermana lamentaba que ahora ya no va a poder mandar más mails. Por la arroba, ¿viste? Ya no se puede arrobar (eliminen ese verbo ya) ni etiquetar. Ella se llama Ana. Imaginen. ¿Y cómo le vamos a decir a nuestras mamás?

Qué complicado va a ser hablar, escribir, con esta prohibición.

¡Ah, perdón! ¿Solo era para comunicaciones oficiales? ¿Es un mensaje al colectivo LGBT (si somos, que no se note)? ¿Contra modos de expresión alternativos? Pero: ¿la prohibición incluye a las Fuerzas Armadas? ¿Cómo pasarían a llamarse?

Me enteré de eso el mismo día en que los pilotos aeronáuticos anunciaron un paro, los docentes también, la Justicia hizo lugar al pedido de Chubut acerca de la coparticipación y también Axel Kicillof se pronunció. Siguen los rumores de dolarización, cortan los subsidios de los servicios a la clase media, aumentan la nafta y el bondi, la gente salta los molinetes porque no puede pagar el boleto de tren y el gobierno responde con policía en Constitución. Más cosas: fuera el potencial trabajo. Ya les quitaron los fondos a las organizaciones sociales que ayudan en barrios carenciados. ¡Fuera! Más: la inauguración de las sesiones ordinarias del parlamento será hoy en prime time, 21 horas. El presidente promete agredir y monologar y en un canal hablan de Mileipalooza. Se retoma la amenaza de cárcel para Cristina. Muchas malas noticias para empezar el año. Muchas, para un cuerpo social. 

Un día antes, el presidente, que pasa un promedio de alrededor de cuatro horas diarias tuiteando, con lo cual el tuit se convierte en fuente primaria del mensaje presidencial (de paso, qué problema no, ahora que la red social de su amigo se llama X, ¿desaparecería?), retuitea un meme donde al gobernador de Chubut le tunean la cara con rasgos de síndrome de down. A ver si sigo entendiendo. ¿Eso entraría en la línea de no nos vengan con correción política? El gobernador explica que le dolió particularmente porque tiene un familiar con una discapacidad. El propio vocero presidencial se muestra acongojado: él también tiene. Las reacciones no se hacen esperar. Sobre todo a partir de que el gobierno además cerró el INADI. No hay organismo al cual reclamar.

Menos repercusión tuvo otro tuiteo presidencial que sugería con eufemismos violación de periodistas oficialistas al gobernador en cuestión.

Ando poco en redes estos días. Será que me anda costando leer tanta agresión. Será que tengo que estar trabajando todo el día y no me queda tiempo.

Entonces escucho, leo, presto atención cuando me dicen: ojo, son distractores. 

Imagino al Distractor como una especie de Transformer con una motoserra adherida a uno de sus brazos metálicos. Un villano robótico con capacidad de transformar su aspecto con un objetivo: motoserrarlo todo. Un destructor. FMI, escuche, estoy haciendo bien la tarea, eh, dice con voz ronca el Distractor. No les pedíamos tanto, dice el FMI. ¿No?

Claro, eso explica que haya entendido mal el mensaje del vocero presidencial. Perón: estaba distraída. ¿O habré enloquecido? ¿Yo también?

Cuando se habla de la salud mental presidencial, dudo, y me pregunto por la salud mental de nuestro pueblo, la tuya, la mía. Cómo es posible sostenenerla. Cómo yo, mujer, leo que mis reclamos, yo misma, mis amigas, colegas, parientas, mi madre, somos innecesarias y vamos a quedar exluidas, que lo nuestro se reduce a un adjetivo declinado en masculino (¿sabrá el presidente qué es una declinación? escuché por ahí la categoría gramatical sufijo, ¿quién les sopló para que pasaran la prueba? ¿dónde está el machete? ¿lo tiene el Distractor?): femenino. Qué paradoja, ¿no? declinar femenino en masculino. Vuelta al macho universal.

Hace poco vi esa foto, la de las mujeres que rodean al presidente, lo cobijan, ¿lo dominan? Son todo lo contrario de lo que soñamos los feminismos. ¿Qué habíamos logrado? El aborto, claro, el aborto. Eso que tan confusamente dicen que quieren quitarnos. Esa ley. La ley IVE que supimos conseguir. Ah, no, cierto, era el Distractor.

Un ejército de Distractores se levantan, llenos de tornillos y metales y cuchillos. Motosierra en una mano; en la otra, un arma de fuego. Rechinan. Echan chispas. Disparan. Es un decreto presidencial convalidado por el ministerio de Defensa el que los habilita y los legaliza. Son manejados desde una torre de control a través de tuits, único lenguaje que entienden. 

Hablando en serio. La distopía está aquí, ahora. No es lo mejor del mundo. Es lo peor.

Se evitará la inclusión innecesaria del femenino es una frase distópica por donde se la mire.

Soy un femenino innecesario. No me incluyen.

Estoy enojada, sí. ¿Le importa a alguien?

Pero, y es parte de la misma política predatoria que ataca en todos los frentes, y no una mera maniobra distractiva, cuando la madre de todos los problemas, va a ser, es, el hambre.

Nos vemos el 8M.

GS/MF

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