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EN OTRO ORDEN DE COSAS
EN OTRO ORDEN DE COSAS

Es verdad: crónica de un velorio travesti

Vanessa Show, pionera de las artistas trans, falleció a los 72 años

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El viernes 15 de septiembre el mundo del espectáculo recibió una noticia muy triste. Estaba cenando con mi familia trans, costumbre semanal desde que estoy de visita en Argentina, cuando me enteré: había muerto Vanessa Show

Vanessa perteneció al grupo de las pioneras trans, junto a Evelyn y Ana Lupe, inspiradas en el grupo Les Girls; ese troupe que vino a romper los esquemas de la Buenos Aires de los ‘70s, donde la censura marcaba quién podía, o no, subirse a un escenario. Vanessa comenzó su carrera como bailarín junto a grandes como Nélida Roca, Nélida Lobato, Alfredo Barbieri, José Marrone y Juanita Martínez, su gran amiga. Cuenta la leyenda que tanto Marrone como Barbieri iban a buscarla a las comisarías ya que la policía la esperaba a la salida de las funciones. 

Transicionó y se convirtió en una gran vedette que llegó a hacer giras por los más icónicos teatros argentinos. La persecución policial y la censura la obligaron a exiliarse en Europa, donde fue muy bien recibida. La contrataron apenas llegó al Viejo Continente y llegó a dar shows en reconocidos cabarets europeos como el Carrousel de París y Madame Arthur. 

En la década del 90 regresó a la Argentina para retomar su carrera, editar su libro autobiográfico “Es verdad” y ser la creadora de los tocados de plumas que se usaron por años en las revistas porteñas. 

La noche que me enteré de su fallecimiento estaba compartiendo la mesa con, como dije, mi familia trans: Betty Herrera y Romina Escobar. Yo tenía planes de viajar a Luján al día siguiente, pero las tres nos miramos y no hubo duda ni titubeo: “Vamos, tenemos que estar con Vanessa”.  

Al día siguiente, alrededor de las 9:30 llegué a la casa velatoria en Villa Crespo. La primera persona que vi, a lo lejos, fue a Barbie Di Rocco.

-Correa, viniste -me dijo. 

-Cómo no voy a estar.

Entré al cuarto donde estaba Vanessa y la encontré vestida de su color favorito: el verde. Una tela de lentejuelas la cubría, tenía un manojo de plumas a sus pies y un cuadro enorme de ella en la cabecera. 

Siguiendo el reflejo que siempre tengo y la tradición de los velorios travestis, me fijé si estaba maquillada. Noté que le faltaba color a sus labios, ese rojo característico que siempre usó. Les pedí permiso a Barbie y a Andrés Videla, su amigo que ya la había preparado, para maquillarla yo también. Andrés me dijo que trató de aplicarle un labial, pero que el color no agarraba. 

-Lo que pasa es que hay que pintar con lápiz; para que le quede el color. Yo porque estoy acostumbrada ya a maquillar compañeras, desde hace mucho tiempo. Hacía mucho que no lo hacía.

Sentí la necesidad de hacerle los honores, uno de esos que se hacen en un velorio travesti. 

Fueron llegando más personas, entre ellas Lizy Tagliani, Romina y Betty, María Castillo, quienes se sumaron a Martín Vatenverg y Rodrigo en representación de la Asociación Argentina de Actores que ya estaban en el lugar cuando yo llegué. De repente, apareció una señora que pensamos que se había equivocado de lugar. Desentonaba con el resto de los presentes, todas personas de la comunidad LGBT. La mujer se fue, pero volvió a los pocos minutos con dos mujeres más. Nos invitaron a todes les presentes a rezar una novena. A pesar de la confusión, nos sumamos. Al terminar de rezar las mujeres se presentaron: eran las hermanas adoptivas de Vanessa, su padre fue quien la rescató del maltrato y violencia que vivía de parte de su padre biológico.

Comenzaron a contar anécdotas que mostraban cuánto la querían, cómo era parte de su familia y cómo fue rescatada de un padre que, cómo ella contó en su libro, llegó hasta el punto de gatillarle en la cabeza. El relato de estos hechos en la voz de esas mujeres me desarmó. Toda la coraza que normalmente me coloco en estos casos se me vino abajo. Quedé tan vulnerable que tuve que salir del cuarto para que el resto no me viera llorar.

Fueron pasando los minutos, otras amistades de Vanessa se fueron acercando. El momento más emocionante fue cuando María Castillo cantó a capella el Ave María, pidiendo también un fuerte aplauso para Vanessa, como se acostumbra a despedir a las artistas. 

La envolvimos en perfumes, nos fuimos acercando y despidiendo, hasta que llegó el momento de la preparación. Salió el cortejo en dirección a La Chacarita, con destino al Panteón de Actores, donde hoy se encuentra rodeada de sus colegas, como Lolita Torres, Luisa Vehil, las hermanas Ethel y Gogó Rojo y en frente de Olmedo y Jorge Luz. 

Se fue con todos sus papeles arreglados. Dejó hasta pagado su velorio. Barbie ocupó el lugar de su sobrina trans; en quién Vanessa se veía reflejada y, gracias a ella, todo su archivo y sus memorias pudieron ser rescatadas y hoy custodiadas en el Archivo de la Memoria Trans. Mantener viva esa tradición de familia trans que sólo puede ser entendida por nosotras mismas y quiénes tenemos décadas de ver la ausencia, repetida casi como un patrón, de las familias biológicas. 

Hoy, 27 de septiembre cumplirías años. Vanessa, te fuiste con sueños y proyectos que tu familia trans tratará de cumplir.

BC/DTC

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