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Femicidios: fuerzas de seguridad, estado y sociedad civil

María Esperanza Casullo / Andrés Malamud

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AM: Estoy personalmente bien y colectivamente preocupado por lo que supongo que nos preocupa a todos: la situación en Argentina de los femicidios y las fuerzas de seguridad.

MEC: Sí, este es un año muy tremendo con respecto a lo que es la subida en los casos de violencia de género. En lo que va de año ya creo que sobrepasamos la cantidad de femicidios de todo el año anterior.

AM: La tendencia es esa. Más de una mujer por día. 

MEC: Exactamente. Es algo que se está viendo en varios países del mundo en relación a la restricción de movimientos, a las cuarentenas, el aumento de casos de violencia de género. 

AM: El encierro no genera los incentivos correctos. 

MEC: Y además hay que tener en cuenta que Latinoamérica de por sí es la región con la mayor cantidad de... Primero, una región hiper violenta en relación a todo tipo de hechos violentos pero también específicamente en lo que es la violencia contra la mujer. 

AM: Así es. América latina tiene el 8 % de la población y el 35 % de los homicidios. Y entre ellos por supuesto los femicidios se destacan. En Argentina lo que agrava la situación es la participación de las instituciones públicas. Por complicidad, por omisión, por responsabilidad. En este caso se trata de un policía que fue protegido por policías a pesar de las denuncias. Estamos hablando de Úrsula, la chica asesinada en Rojas, un municipio de la provincia de Buenos Aires, mi provincia.

MEC: Yo hace un poco más de un año que estoy dirigiendo una investigación con fondos de un proyecto de investigación de mi universidad, la Universidad Nacional de Río Negro, con diversas aristas de lo que es la violencia contra la mujer. Y uno de los trabajos muy interesantes que está haciendo un colega mío que se llama Eduardo Prueger es sistematizar, es hacer algo que no había, que es tratar de sistematizar los datos relacionados con feminicidios. Una cosa que nos llamó poderosamente la atención es que cuando empezamos a investigar este tema fuimos a hablar con Fiscalía, fuimos a hablar con la Policía de nuestras provincias. Y dijimos: Bueno, queremos la base de datos de femicidios. No hay, no existe tal cosa. Las que existen son hechas por ONGs, como era la Casa de la Mujer, como otras ONGs. Y la verdad es que viendo esos datos que son realmente tremendos a uno le da la sensación de que el sistema que tenemos no funciona. O sea, no funciona en ninguna de las aristas. ¿A qué me refiero? Cuando una mujer tiene violencia de género teóricamente tiene que hacer una denuncia o en la comisaría de la mujer o en la Fiscalía. Eso va a la Justicia. Se hace una orden de restricción, que se le informa al acusado. Y ese circuito no funciona. Casi el 50 por ciento de los femicidios que nosotros tenemos en nuestra base de datos son de mujeres que ya tenían orden de restricción anterior o tenían denuncias, tenían intervención de la Justicia. Y en el 75 % de los casos sus familias, sus entornos sabían que eran víctimas de violencia. Es más, en muchos casos la notificación de la restricción, la orden de restricción, es de alguna manera la mecha que enciende un acto de furia. Cuando al hombre se le dice “usted no puede acercarse” eso es visto como algo absolutamente imposible. Entonces, vos dijiste la palabra incentivos. ¿Cuáles son los incentivos o qué es lo que tiene una mujer para hacer? Porque ir al sistema o no ir al sistema no parece tener una gran diferencia en relación al producto final, para decirlo de alguna manera. No suena muy esperanzador lo que estoy diciendo.

AM: No, no, al contrario. Justamente acabás de demostrar que ir al sistema puede ir peor. Y esta es la tragedia. Porque el sistema es el que prende la mecha, el que gatilla la locura. Y esto es típico de América latina. Las normas están, las instituciones están, porque hay poder judicial, hay fuerzas de seguridad, hay policía. Hay un Ministerio de la Mujer. Lo hay en la provincia de Buenos Aires y lo hay a nivel nacional. Sin embargo, las mujeres están cada vez más desprotegidas, sufriendo récords de violencia. ¿Qué hacer? El problema es el Estado. Ahora si querés hacemos una división del trabajo. Yo le pego a Berni y vos le pegás a Patricia Bullrich, que se anduvo juntando con gente indeseable y eso no es un buen mensaje. Pero justamente lo que vimos es que Berni el día después del femicidio estaba con el gobernador de la provincia de Buenos Aires ordenando unas tropas militares, que en realidad son tropas policiales. Y esto es algo que en Argentina tenemos que pensar -no nosotros solamente- los especialistas, los técnicos y las burocracias estatales. Las fuerzas armadas en Argentina no existen más. Argentina está prácticamente -esto lo dijo Carlos Escudé hace varios años; lo publicó La Nación- desarmada. Somos militarmente un protectorado de Chile y de Brasil. Este era el título de la nota de Escudé en La Nación. Tenemos fuerzas de seguridad que están siendo entrenadas como fuerzas militares. Están siendo entrenadas para odiar a un enemigo. Las fuerzas de seguridad no están ahí para tener a un enemigo, sino para cuidar la ley y el orden. En realidad, les hablan como si fueran soldados y ellos después reaccionan -el otro día lo decía Leandro Halperín- le hablan a los ciudadanos, nos hablan a los ciudadanos como si fuéramos sus soldados. Estamos generando el problema. El Estado presente -alguien decía, una chica- es machista y asesino. El problema es el Estado.

(...)

Transcripción parcial de la conversación 

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