24 horas de negociaciones contrarreloj: cómo se gestó la jugada opositora para investigar a Milei por el criptogate

Hubo cafés de medianoche compartidos y negociaciones por alianzas electorales. Hubo ultimátums de aliados y propuestas postergadas del Gobierno. Hubo ofertas de pasarse de bando y arrepentimientos de último momento. En la reunión de la comisión investigadora $LIBRA hubo de todo, excepto una resolución. La Libertad Avanza logró empantanar la comisión con la ayuda de sus aliados, que se abroquelaron en defensa de Javier Milei. La maniobra, sin embargo, sólo sirvió para ganar tiempo. La oposición ya trabaja en la contraofensiva y se prepara para dirimir la pelea con los votos en una mega sesión especial.
Los diputados opositores llegaron casi sin dormir al Anexo A de la Cámara de Diputados. Estaban satisfechos: el día anterior habían interpelado, durante casi 10 horas, al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, por el caso $LIBRA. Habían logrado conseguir el quórum, la sesión no se había desmadrado y Francos, al exponer, había dado cuenta de muchas de las grietas en la defensa del Gobierno con respecto a la posible estafa de la criptomoneda que Milei había promocionado con un tuit el Día de los Enamorados.
Sabían, cuando llegaron, que el Gobierno tendría éxito en empantanar la comisión. Martín Menem había reformulado el ecosistema de la Cámara de Diputados, armando interbloques a piacere, para consolidar una conformación de la comisión que diera como resultado un empate inmovilizador: 14 integrantes opositores y 14 integrantes aliados y oficialistas. Esa división, la nueva grieta del Congreso, se vislumbraba hasta físicamente en la sala de la comisión: del lado derecho estaban todos los opositores (peronistas, pichettistas, radicales díscolos, lilitos y la izquierda) y del lado izquierdo el mileísmo con sus aliados (PRO, fuerzas provinciales, radicales “con peluca”, radicales de De Loredo y el MID).

La noche anterior, sin embargo, los diputados de la oposición se habían reunido hasta altas horas de la noche, diagramando una estrategia para sortear la barrera de Menem. El oficialismo tenía un cabo suelto: los radicales “con peluca”, llamados así por ser los primeros en blanquear su salto a las fuerzas del cielo cuando Milei vetó el aumento a los jubilados. Más mileístas que los propios libertarios, este grupo de radicales se encuentra, de momento, atravesando una furiosa paritaria a cielo abierto con Karina Milei.
Mariano Campero, Pablo Cervi, Martín Arjol, Francisco Monti: los radicales mileístas están enojados con la secretaria general de la Presidencia, que es quien se encarga de diseñar los armados electorales de LLA en las provincias. No están consiguiendo los lugares prometidos y, en algunos casos, hasta han sido dejados de lado (como el caso del misionero Arjol). Necesitaban aumentar sus acciones en la mesa de negociación y decidieron aprovechar las dos sillas que ocupan en la comisión investigadora.
Los radicales con peluca le hicieron una oferta a la oposición: si proponían a un candidato de “centro” –eufemismo para decir “no kirchnerista” –y les daban la vice presidencia, ellos traicionarían al oficialismo y acompañarían la propuesta de la oposición. Cervi, incluso, había estado presente, la medianoche anterior, en una reunión-cena improvisada por la oposición a la medianoche luego de la interpelación.
La oposición, sin embargo, no les creía. Sospechaban que los estaban utilizando para negociar y que, a último momento, volverían con el oficialismo. Que fue lo que finalmente ocurrió. Pero, por si acaso, probaron. Era el Plan A. Si fallaba, implementarían el Plan B.
El objetivo era destrabar la designación de las autoridades: una vez que consiguieran que un opositor ocupara la silla de la presidencia de la comisión ya podrían funcionar, ya que, ante cualquier votación futura de empate –como decidir a qué testigos traer, por ejemplo– se resolvía con el voto del presidente.
Negociaciones a cielo abierto
Cuando los diputados de la oposición llegaron a la comisión, sin embargo, primero avanzaron con la estrategia original: proponer a Sabrina Selva, de UxP, como presidenta de la comisión. Selva, que forma parte del massismo bonaerense (aunque con terminales en el kicillofismo), tuvo un rol protagónico durante la interpelación a Francos y representa un ala “moderada” dentro de UxP. Nuevamente, “moderada” es un eufemismo que utiliza un sector de la oposición para decir no es de La Cámpora o muy kirchnerista.
El oficialismo propuso, por su parte, al jefe de la bancada libertaria, Gabriel Bornoroni, para encabezar la comisión encargada de investigar a su jefe político. Como era de esperar, la votación terminó en un empate: 14 para Selva, 14 para Bornoroni.
Ahí comenzó el momento de las negociaciones. Nicolás Massot, de Encuentro Federal, tomó la palabra: “Seamos prácticos. A nadie se le escapa que los que acompañamos a Selva representamos más de 140 voluntades en el recinto, y los que acompañan a Bornoroni no llegan a 120 voluntades”, remarcó y advirtió que, si no se resolvía el empate en la comisión, se resolvería con las mayorías en el recinto. “En unas semanas vamos a solicitar una sesión especial. Y lamentablemente, procrastinado esto por el Ejecutivo que quiere esconder la verdad, tardaremos unas semanas. Pero se resolverá ahí”, advirtió.

Massot, sin embargo, optó por abrir primero una puerta a negociar convocando a un cuarto intermedio: si se lograba acordar antes una presidencia de “consenso”, evitarían ir al recinto. La oposición buscaba, así, exponer a los radicales con peluca. Si querían acompañar como decían, que lo hicieran entonces: se propondría al pichettista Oscar Agost Carreño o al lilito Maxi Ferraro para la presidencia y se dejaría la vicepresidencia a ellos, y cerrado el tema. Sabían, sin embargo, que el Gobierno no lo permitiría.
Mientras la bullrichista Silvana Giudici, Chipi Castillo (FIT), el libertario Santiago Santurio y el jefe de la bancada peronista, Germán Martínez, encadenaban discursos, el resto negociaba. En un costado, el libertario Lisandro Almirón acordaba con el radical Monti, buscando cerciorarse que no se correrían de la estrategia oficialista. Al lado, la karinista Nadia Márquez conversaba con la radical cornejista Pamela Verasay y Massot, que se había acercado a charlar con los radicales.

A esa altura, LLA prefería tener a UxP en la vice presidencia de la comisión que al radicalismo aliado: “Mejor ellos (los peronistas), que podemos negociar Ficha Limpia, que los ‘moderados’ (los radicales) que con esto te cierran las listas”, admitió un dirigente libertario.
Como era de esperar, al momento de la verdad, el radicalismo se mantuvo firme junto al Gobierno. No se logró salir del desempate y la comisión no pudo conformar sus autoridades. Era la señal que la oposición necesitaba para activar el Plan B.
La oposición, ahora, buscará conseguir su revancha en el recinto. En tres semanas irán a una sesión especial en la que buscarán tratar un conjunto de leyes sensibles para el Gobierno: la declaración de la emergencia en discapacidad, moratoria previsional, un aumento del bono para jubilados y, como frutilla del postre, una moción para definir las autoridades de la comisión $LIBRA.

La oposición planea cumplir con la amenaza de Massot. Irán al recinto y, con la mayoría con la que ya supieron aprobar las interpelaciones y la creación de la comisión, impondrán la presidencia a un opositor por la fuerza. Y, de paso, buscarán aprobarle a Milei dos leyes vinculadas a dos de los temas más sensibles que afectan al Gobierno: la discapacidad y los jubilados.
MC/MG
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