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ENTREVISTA

Darío Aranda: “Vilella es un cuadro del agronegocio; es el negocio atendido por sus propios dueños”

El periodista Darío Aranda

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Darío Aranda es periodista especializado en cuestiones indígenas y ambientales. Escribió Tierra arrasada: petróleo, soja, pasteras y megaminería (Sudamericana, 2017) y Argentina originaria: saqueos, genocidios y resistencias (Lavaca, 2010). Consideró que Fernando Vilella, director de Bioeconomía, como pasó a llamarse el área de Agricultura en el gobierno de Javier Milei, es “un cuadro del agronegocio”. “Tiene esta formación de más transgénicos y más agrotóxicos. Es el negocio atendido por sus propios dueños”, cuestionó. El modelo extractivista en el país y el impacto del protocolo de represión a la protesta social impulsado por Patricia Bullrich.

El gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, es uno de los mandatarios provinciales que estuvo reunido con el presidente Milei durante esta semana. Lo escuchamos decir que es necesario apoyar el ajuste fiscal y la reducción del déficit fiscal, y que el mundo nos está mirando. ¿Cómo te suena ese mensaje en este nuevo contexto?

‒Jalil no es muy conocido en Buenos Aires, pero es un patrón de estancia en Catamarca. Es un hombre multimillonario. Todo en Catamarca es de él. Tiene todos los negocios habidos y por haber. En un momento pensé que (la exgobernadora Lucía) Corpacci era como la mujer fuerte, pero me dijeron que no. Ella nunca tuvo poder al lado de Jalil. Otro tema es que en cuanto a extractivismo, megaminería, petróleo y soja, no hay grieta. Los partidos mayoritarios que lleguen al poder desde hace 30 años piensan lo mismo. Lo único que ven es en los territorios son recursos justamente económicos para hacer sus campañas y pagar al Fondo Monetario (FMI). Eso también hay que decirlo. Cuando se hace litio, oro, petróleo y soja, no es para hospitales o escuelas, es para pagar la deuda externa. Lo tercero que me sale es que justamente Catamarca es el paradigma de lo que es el desastre minero. En la década del '90, que está de boga ahora, (el expresidente) Carlos Menem inició el primer proyecto minero de la Argentina Minera Alumbrera, en Andalgalá. Después de 25 años, ya cerrado el proyecto, en Andalgalá y en Catamarca no hay ni trabajo ni riqueza ni desarrollo local, no hay ambiente. Los ríos y los cerros están contaminados. Siempre decimos que Minera Alumbrera en Catamarca es el ejemplo de las falacias de la megaminería en Argentina.

Minera Alumbrera fue un proyecto muy largo, terminó en 2018 y hay una nueva etapa, que es Agua Rica. Además, los gobernadores ahora están apuntando como prioridad al litio. Pero, ¿la explotación minera sigue y ahora le suma esto?

‒El litio es un capítulo más en el saqueo de los bienes comunes de la naturaleza de América Latina, que empezó hace 500 años. No tiene nada de nuevo, son espejitos de colores. Cuando uno lee la historia de Potosí, es eso. No sé si te acordás esa escena en la que (el expresidente venezolano) Hugo Chávez le entregó Las venas abiertas de América Latina (de Eduardo Galeano) a Barack Obama. Estaban todos los presidentes de América Latina. Decimos mucho que se lo debió haber entregado a todos los que estaban ahí, incluso a los progresistas. En ese libro tan célebre, tan histórico, que molesta tanto a algunas derechas, es la muestra de lo que es el extractivismo en Argentina y en América Latina. Es fundamental. El litio, puntualmente, agrega otra falacia sobre la transición energética. Esa también es una mentira colonial. El problema de la crisis climática que estamos sufriendo pasa por los niveles de consumo en todo el mundo. En ese sentido, cuando hablan incluso sectores progresistas de izquierda, terminan diciendo que necesitamos el litio para la transición energética, pero no se va a mejorar el clima a través de eso. Curiosamente, los japoneses o los holandeses son quienes van a usar autos eléctricos sacrificando los territorios y el agua de Chile, Bolivia y Argentina, en este caso. Un dato no menor es dónde está el litio. Hay dos temas fundamentales. Uno son los humedales. O sea, cuando están destruyendo las salinas, están destruyendo el agua. El segundo punto fundamental que casi no se habla que son territorios de los pueblos originarios. Ahí hay frondosa legislación indígena, sea internacional, nacional y provincial, que es vulnerada sistemáticamente por las empresas, por un lado, pero son los Estado Nacional y el Estado Provincial los que deben hacer cumplir eso. El tercer ingrediente es que el Poder Judicial en general, pero la Corte Suprema en particular, es totalmente cómplice. Es otro de los brazos del extractivismo: nunca ha fallado en contra esa actividad.

Más allá que (Ricardo) Lorenzetti escribe sobre derecho ambiental...

‒Exactamente. Lorenzetti es de Rafaela, que es una ciudad fumigada con agrotóxicos hasta diez metros de la casa, donde le han cambiado las ordenanzas. Él es un enorme teórico. Su hijo también, tiene una fundación. Hacen encuentros en la Facultad de Derecho todos los años acá en Buenos Aires y mira para otro lado cuando le llegan las causas.

El modelo de Argentina exportadora era el tema que hermanaba a los distintos candidatos en la campaña. El discurso del poder político y económico es fuerte: el país necesita los dólares para salir de la crisis y el único camino es exportar más. ¿Qué es lo que recibís vos de parte de las comunidades, que esos afectados con los que permanentemente hablás?

‒Hay una disociación muy grande sobre lo que sufren los territorios. Te puedo decir Andalgalá, en Catamarca, Famatina y Chilecito, en La Rioja, y los pueblos fumigados que están en Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. Hay una doble vara total. ¿Qué pasaría en una escuela de Palermo si fumigan con agrotóxicos en horario de clase? Sería un escándalo. Saldría en la tapa de todos los diarios. Bueno, eso hacen en Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero y Córdoba. Pero claro, fumigan a los niños pobres de escuelas rurales. ¿Qué pasaría si el agua que nosotros tomamos de la canilla saliera con cianuro? Sería un escándalo, pero en Jáchal puede pasar eso porque en San Juan parece que son ciudadanos de segunda o de tercera. El concepto que usamos muchas veces y que usan las comunidades es que son territorios de sacrificio. El poder económico, político, judicial y mediático necesita territorios de sacrificio para desarrollar el extractivismo. O sea, esto que es justamente que se puedan fumigar algunos territorios y otros no, que se pueda hacer megaminería en algunos lugares y en otros no. Para eso requieren justamente miles de hectáreas sacrificables y al mismo tiempo, poblaciones sacrificables de segunda, tercera o cuarta. Y las comunidades ya dijeron que no, pero el poder no escucha. Ahí sumó algo más: no es sólo el poder, muchas veces desde sectores urbanos, compañeros, amigos y familiares dicen que el petróleo lo necesitamos o que necesitamos los dólares para la deuda externa. Entonces pregunto necesitamos los dólares, pero si le ponemos agrotóxicos en sangre a tu hijo, ¿aceptás? Te van a decir que no. Te pongo un poquito más allá, ¿enfermo de cáncer? ¿qué precio le ponemos a eso? ¿vale la pena? Te van a decir que no. Si doy un paso más morboso todavía, digo abortos espontáneos, niños con malformaciones, ¿te bancás que en tu familia haya eso? Te van a decir que no. Es distinto cómo se mide el sufrimiento del otro. El extractivismo es eso. A mí muchas veces me presentan como periodista ambiental. No me molesta, pero no me considero así porque cuando hablamos de ambiente también lo hacemos sobre economía, política, historia, geopolítica y derechos humanos. Siempre le digo a muchos compañeros que es una contradicción andante marchar cada 24 de marzo y apoyar el extractivismo.

¿Qué dicen las comunidades sobre este debate de la falta de dólares y la crisis que plantea el poder económico y político?¿Cuál es la reflexión sobre eso?

‒A mí me queda grande hablar por las comunidades. Puedo decir lo que yo aprendí, cité o escuché de algunos referentes que me marcaron. Marcos Pastrana es un abuelo sabio diaguita de Tafí del Valle. Lamentablemente no lo dan en las universidades. Tendrían que hacerlo. Está a la altura de cualquier teórico que hemos estudiado nosotros en la universidad. Él lo define en ese sentido y lo cito porque me lo dijo él en varias entrevistas: “Nosotros no elegimos presidentes, gobernadores, diputados ni senadores, elegimos los gerentes de las transnacionales para saquear los territorios”. Me parece una buena definición. Yo la comparto. Resume esto que hablamos de economía. Cito a otro, a un catamarqueño Horacio Machado Aráoz: “Nosotros no queremos extractivismo, no solo por el ambiente, es un factor, pero no lo queremos porque asegura la pobreza, el subdesarrollo y la dependencia de nuestros pueblos.” Ninguna nación de América Latina y de países como África despegó a través del extractivismo. Al contrario, lo único que hace es someternos a esto. Nosotros exportamos lo mismo que la generación del '80, no hemos avanzado nada, cada vez exportamos más commodities y cada vez nos cuesta más traer algo de tecnología. En el famoso cuento de que necesitamos dólares, debatiríamos para qué. Para pagar la deuda. Y te lleva a otro debate: ¿Queremos pagar la deuda? Hay como varios debates encerrados. Y lo otro que siempre sumo que escuché en las comunidades es para quién son los dólares. Si queremos exportar y generar dólares, puede ser con agroecología y productos orgánicos, por ejemplo. Hagan una transición hacia eso, pero no. Todo lo que traen es más agronegocios. El nuevo secretario de Agricultura es un cuadro de agronegocios.

El recibimiento de Fernando Vilella, presentado por Héctor Huergo, quien le digo el CEO de Clarín Rural, fue bastante impactante, como vos contabas en una nota de la Agencia Tierra Viva. Fue funcionario de Domingo Cavallo en el INTA, también había sido de Daniel Scioli en algún momento en la provincia de Buenos Aires. Es un gran promotor obviamente del agronegocio. ¿Qué importancia tiene?

‒Vilella fue dos veces decano de la Facultad de Agronomía de la UBA. Es un cuadro del agronegocio. Tiene esta formación de más transgénicos y agrotóxicos, y avanzar sobre más hectáreas, lo que significa avanzar sobre campesinos, pueblos indígenas, productores y familias. Es esto que aprendimos de que esos desalojos también ocasionan asesinatos. En ese sentido, es un negocio atendido por sus propios dueños. Así como la Sociedad Rural estuvo al frente del Ministerio en un momento con (el ex presidente Mauricio) Macri, ahora es otro sector, entre comillas, más académico, que no va al choque. Ahí están los cuadros de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) que son uno de los promotores del modelo de la soja. Son diplomáticos muy pulcros. Nunca te van a gritar, nunca van a ir a cortar una ruta. Son muchas organizaciones de lobby que no son solo locales. O sea, estuvo en la COP recién hace poco y saca documentos sobre la sustentabilidad del modelo. Tiene ese cinismo. Impulsan este modelo que tiene consecuencias ambientales, sanitarias y económicas y ecológicas. Algo que no salió en esa nota, pero se confirmó esta semana es que es el Instituto Nacional de Semillas se lo dieron a Bioceres INDEAR. ¿Quiénes son? Es Grobocopatel, es el grupo Insud, es Huergo. Es un conglomerado de empresarios. Muchos de Aapresid también. Ellos son los impulsores del trigo transgénico. ¿Vos sabías que en Argentina es el primer país del mundo que aprobó eso para consumo humano? Hoy podés estar comiendo una medialuna o ponerte unos fideos con trigo transgénico. No hay otro país del mundo que lo haya permitido. No se sabe qué provoca eso en la población. Ese trigo transgénico va con glufosinato de amonio, que es un herbicida mucho peor que el glifosato. Se metieron hasta con nuestro pan, que es un alimento de primera necesidad. Tiene transgénicos y agrotóxicos. Se aprobó en la gestión de Julián Domínguez. Mira esto de lo que no hay grieta. Macri no se animó a probarlo y lo hizo Alberto Fernández.

¿Qué es lo que diferencia a Aapresid de la Mesa de Enlace? ¿Cómo razonan desde esa organización para no haberse expuesto, como vos decías, en un conflicto como el del 2008 y para hoy tener su oportunidad en el poder?

‒Aapresid estuvo en el gobierno de Macri. La Sociedad Rural, la Federación Agraria y Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) son los chacareros. Para mí era un error, ya en la época de la 125, cuando se enfocaba que el enemigo era la Sociedad Rural. No estoy de acuerdo con ellos, no tengo campo, no tengo nada. Los que son los ideólogos del modelo y son quienes logran que ahora estemos comiendo trigo transgénico es Aapresid, que es un conglomerado de empresarios de mucho dinero. Ellos pensaron hace 40 años cómo instalar el modelo acá, lo instalaron en medios de comunicación y lo lograron.

Héctor Huego tuvo un papel clave, primero como funcionario, después como defensor público.

‒Tienen todos sus propios medios de comunicación. Vos comprás La Nación o Clarín desde hace 30 años. El suplemento Campo de los sábados es un emblema del agronegocio. Aapresid además tiene una fuerte alianza con las empresas del agronegocio. Esto no podría ser posible si no hubiera tres o cuatro empresas que controlan las semillas y controlan los agrotóxicos. Bayer-Monsanto, Syngenta y Dow son algunas de las que son las famosas empresas que controlan el modelo. En ese sentido, Aapresid es mucho más chiquito, pero Monsanto en un momento llegó a ser muy conocida, hubo mucha denuncia, y ahora la compró Bayer, con una estructura de sus negocios y su publicidad, ¿y cuántas notas críticas le viste en los medios de comunicación? No hay. Al choque va la Sociedad Rural y Federación Agraria, Aapresid lo mira de costado, se ríe, y están ahora en el gobierno. Las grandes corporaciones de agrotóxicos de semillas son las mismas en todo el mundo, y después las otras que no podemos dejar pasar como parte de este modelo son las cerealeras.

En este encuentro previo a la asunción, en el que estaba Villela, que lo presentó Huergo, también había de distintas cerealeras. ¿Qué pensás que tiene como prioridad ahora que es funcionario?

‒En ese sentido es lo mismo que tuvieron otros, que es aumentar la producción y aprobar muchísimos más transgénicos. Argentina tiene casi 70 transgénicos aprobados. Es profundizar el modelo, que es dependiente y en consonancia de lo que dicen las grandes corporaciones. Esto que decíamos transgénicas de agrotóxicos, cerealeras y demás.

Lo distintivo de Vilella es que viene de la universidad pública.

‒Es otro enorme debate, como en el Ministerio de Ciencia. O sea, el trigo transgénico fue desarrollado por Raquel Chang, que es una investigadora del CONICET. La ciencia y la universidad pública también están atravesados por los negocios. Hay un debate de muchos compañeros y compañeras de universidades sobre que desde la Facultad de Agronomía de la UBA salieron durante muchos años los cuadros del agronegocio. Andrés Carrasco, que fue un gran científico ya fallecido, que confirmó el efecto letal del glifosato, decía que el CONICET está totalmente consustanciado con el extractivismo. ¿Esto decir que hay que cerrarlo? No, para nada. Hay que dar fuertes debates y hay que dar mucha más voz a muchos compañeros y compañeras que vienen debatiendo eso hace mucho tiempo.

La idea de regular la protesta social que implementó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. ¿Cómo te imaginás que va a impactar en los territorios afectados por todos estos negocios de los que estamos hablando?

‒Los territorios afectados en general ya están siendo reprimidos por todo esto. El protocolo Bullrich se aplica ya hace mucho en Catamarca, Formosa, Santiago del Estero, Misiones, Río Negro y Neuquén. Contra los campesinos, los pueblos indígenas, las asambleas socioambientales. Hace poco cerré una nota para Página 12 sobre este tema de asambleas y todas coinciden que van a seguir en la calle. Saben que la fortaleza que tiene es estar en la calle y saben que si no salen, además los va a matar el extractivismo. No es sólo una lucha ambiental, muestra los límites conservadores de la democracia actual. La democracia actual es terriblemente conservadora, por eso llega un Milei. En los territorios hace mucho ya se sufre lo que ahora promete Milei o Bullrich. En Andalgalá y Jáchal se habla de dictadura minera hace 15 años. No tienen derechos, van por la calle y miran mal al fiscal, éste los procesa y después tienen que ir y capaz que hasta los meten presos. Hay muchas acciones directas que frenaron el extractivismo en Argentina. Este país es visto por otros países como una referencia también de cómo los territorios hacen respetar sus derechos. Así como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo enseñaron con sus marchas, los territorios campesinos, pueblos indígenas y las asambleas socioambientales están haciendo respetar esos territorios. Se lucha en condiciones totalmente adversas, pero también se lucha con mucha esperanza, al saber que pueden cambiar la realidad y que la están cambiando al mismo tiempo. Saben que si dejan los territorios están perdidos, entonces los territorios van a seguir luchando. Como suelen decir, no pelean contra la megaminería, lo hacen por nuestra vida y por el agua.

Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).

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