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Los días de Sigman en Madrid: entre la foto con Ginés y la relación de amor-odio con Argentina

Sigman  y Ginés, desayuno en Madrid.

Diego Genoud

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El desayuno con Ginés González García, en un lugar público pero exclusivo de Madrid, lo devolvió a ese primer plano inevitable en el que no siempre le gusta estar. Hugo Sigman quiso ser el primero en reunirse con su viejo amigo, el ex ministro de Salud que viajó a España para dar una serie de charlas, repuesto en parte del shock de su salida fulminante del gobierno. La foto que difundió la diputada de la Coalición Cívica Mariana Zuvic tuvo un impacto inmediato.

Prueba irrefutable del delito para la oposición más dura, muestra gratis del grado de intimidad entre los laboratorios y el gobierno de Alberto Fernández, la cita en el Hotel Icon Embassy pudo haber sido registrada por algún turista ocasional, lo cual hablaría de la mala fortuna de Sigman. Peor sería que hubiera sido tomada por algún profesional de esos que se dedican a seguir los movimientos de sus adversarios, lo cual delataría que el dueño del Grupo Insud no le cuidan las espaldas con la eficacia que se presume. Habituado a competir a lo grande y celoso de la información, Sigman no desmiente que entre el continente de empleados que le prestan servicios figure Antonio Stiuso, el ex jefe de Contrainteligencia de la SIDE que en 2014 rompió en malos términos su larga alianza con el kirchnerismo político. La foto fue cerca del área de influencia en la que acostumbra a moverse Sigman: el sur del barrio de Salamanca, la zona exclusiva que se levanta en las inmediaciones del Parque de El Retiro y la Puerta de Alcalá. Ginés estaba en ojotas.

El empresario que fabrica el principio activo de la vacuna de AstraZeneca en el laboratorio mAbxience de la localidad de Garín conoce al ex ministro de Salud desde que eran compañeros en la escuela secundaria. Sin embargo, el vínculo fue creciendo en paralelo a la carrera de uno como empresario y otro como funcionario. Dos episodios recientes que cuentan en el gobierno lo confirman. Cuando en febrero pasado estalló el caso de los vacunados de privilegio y Fernández decidió echar a Ginés, Sigman fue la primera persona con la que el sanitarista eligió reunirse. Cuando en abril, el incumplimiento de AstraZeneca se tornó evidente y elDiarioAR reveló la presión creciente -dentro y fuera del Frente de Todos- para que el principio activo que salía rumbo a México se envasara en Argentina, el dueño del Grupo Insud llamó a González García y le dijo: 

-Me voy a vivir a España. No aguanto más. 

Su amigo Ginés intentó retenerlo sin éxito y Sigman, que había pasado casi todo el 2020 en Argentina, decidió volar a Madrid, donde todavía permanece. En realidad, el empresario que acaba de anunciar hace unos días la compra de la editorial Siglo XXI, es ciudadano español, paga impuestos en el país de Pedro Sánchez y está obligado a pasar más de la mitad del año en el país en el que por estos días Ginés se dedica a dar charlas. 

Sin embargo, quienes conocen a Sigman admiten que el fastidio existió y eso fue lo que llevó al dueño de Insud a quebrar su silencio y publicar un hilo de Twitter en el que ensayó su defensa y deslindó en AstraZeneca las responsabilidades por el incumplimiento en la entrega de las 22,4 millones de dosis que el gobierno había pagado ya entonces en un 60%, según la declaración de Mauricio Monsalvo en el Congreso. Ante el número de víctimas fatales y la demora en el envío de las vacunas, la presión era tanta que en el mercado circula la versión de que Insud llegó a auditar la planta de una laboratorio que podía envasar el principio activo en el país.

Mientras el dueño de mAbxience se presenta como un fabricante que se limita al rol de proveedor, la oposición lo señala como el factotum del acuerdo entre Argentina y la multinacional de origen sueco. Sigman tenía Sinergium ocupado en la fabricación del neumococo y la gripe: por eso, hubiera necesitado contratar a un tercero como hizo después Marcelo Figueiras con el laboratorio MR Pharma. Desde el entorno del empresario niegan cualquier auditoría y aseguran que en Argentina no hay ninguna planta autorizada para viales multidosis y jeringas prellenadas. “Ninguna fábrica estaba habilitada para normas GMP (Good Manufacturing Practices)”, afirman.

Viejo conocido de Sigman, un empresario que lo conoce desde hace años le dijo a elDiarioAR que el psiquiatra que hizo grande en el negocio farmacéutico tiene una relación de “amor-odio” con la Argentina, lo que lo lleva por momentos a sentirse decepcionado, en los momentos, excepcionales, en que le llueven cuestionamientos. Invierte y tiene gran parte de sus activos en el país. Acá vive parte de su familia pero también tiene a sus tres hijos en España. El más cercano al negocio familiar es su hijo menor, Lucas, que es licenciado en Biología, director general de Chemo y, también, nexo diplomático con su padre.

La cercanía de Sigman con el gobierno es tan fluída como para convertirse en anfitrión de Martin Guzmán, tal como sucedió a mediados de abril, en otro episodio que se dio a publicidad. Le guste más o menos, el accionista principal de Capital Intelectual viene ganando protagonismo en todo los frentes y se destaca como un figura clave del establishment: tiene una red de relaciones que lo protege, pero también unos cuantos detractores de peso. “Soy rico y soy de izquierda. Ese es el problema conmigo”, dice Sigman a manera de explicación, cada vez que aparece en un lugar incómodo.

Dueño junto a su mujer Silvia Gold de una fortuna estimada en 2000 millones de dólares por la revista Forbes, el fabricante de la vacuna de AstraZeneca suele decir que las noticias que se publican son “operaciones” en su contra de gente malintencionada. Son circunstancias en las que el empresario culto, inteligente y hasta encantador da paso al millonario, un hombre de poder que sabe jugar un juego brutal y prefiere resguardarse en el rol de víctima. Para rebatir críticas o desdeñar señalamientos, se remonta a su larga relación con Cuba, a sus encuentros con Fidel Castro y a las más de 30 veces que estuvo en la isla. Como Ginés en más de una oportunidad, Sigman busca argumentar que los embajadores de Pfizer en Argentina lo atacan porque la vacuna de AstraZeneca cuesta mucho más barata que la del gigante estadounidense que cautiva a la oposición y les hizo perder mucha plata. ¿Cuánto? 40 mil millones de dólares, dicen que dice.

Sin embargo, cuando los dardos que lo tenían como destinatario crecieron en intensidad, cerca de Sigman circuló la hipótesis de que desde el propio gobierno habían decidido apuntar los cañones contra el socio local de AstraZeneca. Tal vez sean teorías conspirativas de esas que solo de a ratos penetran en las habitaciones de la casa que el dueño de Insud tiene en Madrid.

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