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A días de las elecciones

Diplomacia rota: la renuncia de Werthein deja la Cancillería a merced del triángulo Karina-Caputo-Macri

Gerardo Werthein en en el Salón Oval junto a Javier Milei y Donald Trump.

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La renuncia de Gerardo Werthein a la Cancillería terminó de formalizar un conflicto que el Gobierno venía intentando disimular desde el viaje de Javier Milei a Washington. El empresario, convertido en ministro de Relaciones Exteriores hace menos de un año, ya le había comunicado al Presidente el viernes pasado su decisión de dejar el cargo. La idea era que lo haga después de las elecciones, por eso la filtración desató la furia en la Casa Rosada. “Rompió el timing de campaña”, admiten en el entorno presidencial.

El detonante fue el viaje a Estados Unidos y la visita a Donald Trump, donde los Milei y Werthein compartieron la foto del Salón Oval. Lo que para la diplomacia oficial fue un logro, para el círculo de Santiago Caputo se transformó en una afrenta. elDiarioAR había anticipado la tensión: tras la bilateral, desde el entorno del asesor acusaron al canciller de haber “bloqueado” parte de la agenda paralela que Caputo había tejido junto al republicano Barry Bennett y otros operadores de la CPAC, además de “sobreactuar la formalidad diplomática” y desplazarlo de los espacios de decisión durante el viaje.

De izquierda a derecha, el ministro de Economía de Argentina, Luis Caputo; la secretaria general de la presidencia, Karina Milei; el presidente de Argentina, Javier Milei; el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el ahora exministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Gerardo Werthein, durante una reunión en Nueva York.

Werthein, por su parte, consideraba que esas gestiones —que incluían contactos con emisarios del trumpismo y empresarios cercanos al polémico Leonardo Scatturice— constituían una “diplomacia paralela” sin anclaje institucional, alejadas de los canales formales que intentaba consolidar el embajador Alejandro “Alec” Oxenford. Desde entonces, el ruido no paró: el canciller soportó los ataques de la tropa digital caputista y la indiferencia del Presidente, hasta que decidió irse antes de quedar subordinado a su enemigo interno.

La Casa Rosada asegura que Milei recién convalidará la renuncia el lunes 27, cuando defina la reestructuración total del gabinete. Pero la salida ya encendió todas las alarmas. Porque el Palacio San Martín, más que un ministerio, es un campo de batalla simbólico: allí se cruzan las ambiciones de Caputo, la estrategia de Karina Milei y las maniobras del macrismo por volver a tener voz en la política exterior.

El Palacio San Martín, en el barrio porteño de Retiro, sede oficial de la Cancillería

Danza de nombres

En el oficialismo circulan varios nombres para reemplazar al canciller saliente, aunque todos dependen del resultado del domingo. Uno es el del jefe de Gabinete Guillermo Francos. ¿Podría mudarse al Palacio San Martín y dejarle su silla al asesor más influyente del Presidente? Milei lo considera indispensable para sostener la relación con los gobernadores, pero Francos no disimula cierto fastidio por el poder informal de Caputo. “Hay algunos que firmamos resoluciones y otros que asesoran”, dijo días atrás, en una frase que cayó como un tiro de advertencia.

En paralelo, comenzó a tomar fuerza una hipótesis que hasta hace poco parecía descabellada: que el propio Caputo asuma en el lugar de Werthein. En su entorno niegan la posibilidad, aunque reconocen que la idea lo seduce. “Le permitiría mostrarse, viajar, tener glamour internacional sin costo político”, ironiza un funcionario libertario. Otros, en cambio, se limitan a confirmar que el destino del asesor es el de finalmente ser funcionario: “El Presidente ya lo decidió. Caputo va a tener firma después del domingo. Falta definir dónde”.

Mauricio Macri y Guillermo Francos se encontraron en un acto organizado por la Embajada de Arabia Saudita en el Hotel Four Season.

Mauricio Macri, mientras tanto, busca incidir en el reacomodamiento. Desde su entorno promueven nombres como Fulvio Pompeo, exsecretario de Asuntos Estratégicos durante su gobierno, o Federico Pinedo, hoy cercano a Patricia Bullrich. Pompeo acaba de viajar a Medio Oriente y China junto a Jorge Macri, en una jugada que en la Cancillería interpretaron como un mensaje político. “Mauricio quiere meter la cuchara”, ironizan en Balcarce 50. Otros que se mencionan son el secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, y la otrora interventora informal Úrsula Basset, de estrechísimo vínculo con Karina Milei.

La Cancillería fue, al menos desde noviembre de 2024, una rareza: un ministerio conducido por un empresario con relaciones transversales. Werthein dejó una última herencia incómoda: más de 80 designaciones diplomáticas firmadas antes de su salida, que el Gobierno ya decidió dar de baja. La medida, registrada bajo la resolución 2025-193, incluía traslados a destinos clave como Nueva York, Beijing y Londres. En Balcarce 50 aseguran que “se revisarán todos los movimientos” para ajustar la estructura a la nueva orientación política.

La renuncia, a cuatro días de las elecciones, deja al descubierto la fractura entre los socios fundadores del poder libertario. Si La Libertad Avanza consigue un buen resultado, Santiago Caputo podría consolidar decididamente su ascenso formal al gabinete. Si el voto le da la espalda al oficialismo, en cambio, será Mauricio Macri quien reclame un lugar en el rediseño del elenco. El sillón del Palacio San Martín es apenas la primera pieza de un tablero que, después del domingo, puede girar entero.

PL/CRM

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