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Con discurso anti-Putin, JxC anticipa su clima de campaña

Los jefes de JxC, en la última reunión presidencial de la alianza

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La familia cambiemita aprovechó la cautela del Gobierno y el intento de equilibrio albertista para darse un baño de unidad. Los jefes opositores criticaron en bloque la postura centrista del oficialismo ante la invasión de Rusia a Ucrania. Lo hicieron respetando sus propios papeles y matices. Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo, fue un poco menos belicoso contra Vládimir Putin que Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Pero los cuestionamientos al Frente de Todos sirvieron para disimular las diferencias y los choques de ambiciones internas. 

Por debajo de ese punto de acuerdo, los referentes de Juntos por el Cambio empezaron a mover sus fichas personalísimas y de vuelo doméstico. El 2023 llegó adelantado este 2022. Hay dos razones que apuran las maniobras y el clima de campaña. Uno refiere a las elecciones provinciales y, el otro, el más decisivo, a la kermesse presidencial. 

Con un Gobierno nacional en estado de crisis permanente, la mayoría de los gobernadores afines a la Casa Rosada especula con la posibilidad de adelantar el calendario electoral del 2023. ¿Con qué objetivo? Despegarse de la elección nacional y de la suerte, al menos incierta, de Alberto Fernández. Con un fixture provincial corrido de la presidencial, los aspirantes a las gobernaciones adoptarán anticipadamente el rictus y los tonos electorales.  

Ese desplazamiento podría atentar contra los planes de Rodríguez Larreta. Ubicado en la pole position opositora, el alcalde porteño le costará imponer un contrato de fidelidad entre los precandidatos a las gobernaciones y su postulación presidencial. Los candidatos cambiemitas no se podrán dar el lujo de apostar solamente por Larreta, despreciando el apoyo de Patricia Bullrich o de cualquier figura nacional que les sume algún voto. En su gira reciente por Córdoba, La Piba lo demostró. Bullrich se reunió con las principales figuras de Juntos por el Cambio en esa provincia, incluidos los adversarios encarnizados de las últimas PASO. Se juntó con el senador líbero Luis Juez, el diputado radical loustoísta Rodrigo De Loredo, el jefe del bloque de la UCR ortodoxa Mario Negri y la macrista Laura Rodríguez Machado. 

En una especie de venganza indirecta, Larreta sumó a una bullrichista a su escudería. Se trata de la multifacética penalista Florencia Arietto, quien junto a Miguel Ángel Pichetto se juntó con el alcalde y el dipu-armador Diego Santilli. “Me parece mal, no es juego limpio”, se quejó la presidenta del PRO.

Además, en estas horas, el larretismo alienta la posibilidad de que Bullrich enfile sus ambiciones hacia la provincia. Pero la ex ministra no es bonaerense, no tiene domicilio en Provincia ni ganas de cruzar la General Paz.

En la última semana, Larreta se corrió de su speech municipal y reafirmó su hambre de gol nacional. Pero buscó algo más que presentarse como una figura presidenciable: aseguró contar con un plan de gobierno. Ese es su plus, dentro del pelotón de seis o siete cambiemitas que fantasean con coronar. O al menos esa imagen busca vender el alcalde. Con Hernán Lacunza como ministro de Economía potencial, Rodríguez Larreta pretende ser visto como el único opositor capaz de domar al tigre de la Argentina. Su hermano Augusto lo ayuda en el arte de convencer a los empresarios y el círculo rojo. Asesor informal y lobbista de Horacio en los hechos, Augusto les jura que su hermano aprendió de la fallida experiencia de Macri y que, esta vez, el proyecto de la Argentina empresario-friendly será real y socialmente sustentable. 

El otro dato que acelera los tiempos electorales es la superpoblación de anotados en Juntos para pelear por el acceso a La Rosada. Pichetto planea exponer formalmente una idea, sugerida por el presidente fugaz Ramón Puerta, para evitar el efecto Puerta 12 entre los aspirantes cambiemitas. ¿Cuál? Que haya internas partidarias en el PRO y la UCR, para llegar a una PASO con sólo dos precandidatos en carrera. Esas elecciones partidarias se podrían desarrollar a fin de año o principio del 23. Con amor propio renovado, frente al encadenado de traspiés que sufre el gobierno, Mauricio Macri coincide con esa posibilidad. El expresidente prefiere que a la primaria de JxC accedan sólo dos o tres postulantes. ¿Él mismo se ubicaría ahí? Macri no alienta esa chance. Todavía procesado en una causa de espionaje ilegal, tampoco la descarta. 

Tras entregarse al relax en el country Cumelén de Villa La Angostura y en la mansión de su amigo Joe Lewis frente al Lago Escondido, Macri ya está operativo en su oficina de Olivos. A todo el que lo visita Macri le advierte que “Juntos por el Cambio no va a votar ningún acuerdo con el Fondo que implique la creación de un nuevo impuesto o el aumento de uno existente”.

En paralelo a la visita de Larreta a Gerardo Morales en Jujuy, María Eugenia Vidal también arrancó un tour federal. La exgobernadora pretende dejar atrás el desgaste que le produjo la mudanza electoral a Capital y el internismo cambiemita. Vidal quiere despegarse de la incomodidad que todavía le genera el escándalo de la Gestapo-Gate. Diseñado junto a Cristian Ritondo, su itinerario empezó en Chubut y llegará a Tierra del Fuego.

En la vereda radical, el aspirante que reactivó su agenda es el neurocientista Facundo Manes. El diputado y autor best seller no quiere, no puede ni sabe moverse en las bambalinas de la rosca. Por eso renunció de antemano a participar del internismo que disparó la elección de Gerardo Morales como nuevo presidente de la UCR. Si bien es aliado táctico del gobernador jujeño y del diputado Mario Negri, Manes se alejó del fratricidio entre correligionarios. Su fuerte, según se jacta, es “el contacto con la gente” sin mediaciones, lejos de “la política que le habla a la política”. En Mar del Plata, Manes presentó su libro “Ser Humanos” ante cinco mil personas. Y en los próximos días llevará su evangelio científico y de contacto directo a los salones y universidades de Mendoza y de Córdoba. Manes busca sacarle provecho a la mancha de aceite del escepticismo social frente a los políticos tradicionales. Se trata del mismo deporte que, con un discurso mucho más visceral, practica su compañero de banca en Diputados Javier Milei. 

AF

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