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Las intrigas electorales del Gobierno: la interna de JXC, la fuga a Randazzo y una PASO peronista

Máximo Kirchner, Cecilia Todesca y Santiago Cafiero

Pablo Ibáñez

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Uno de cada cuatro argentinos se asume de derecha, oscila en el abanico corto que va entre la centro y la extrema derecha. La sumatoria da 26,4% y supera, con cierta holgura, la paleta de colores de la izquierda que acumula 18,4% y al universo que se declara de “centro” que llega a 19,2%. El dato, que se completa con un 36% de Ns/Nc figura en la última encuesta de Zuban-Córdoba y está, junto a un fárrago de números, en la mesa de arena del oficialismo.

La irrupción de la “derecha”, sin el matiz moderador que solía darle el prefijo político “centro” ni la desmesura de la extrema, es una novedad analítica en el escenario electoral. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires donde el Gobierno se enfrenta, abrazado a su teología de la unidad, a un escenario con varios enigmas: el peso “libertario”, la fuga de votos hacia Florencio Randazzo y, el más relevante, el efecto de una eventual PASO entre Facundo Manes y Diego Santilli en Juntos por el Cambio (JxC).

Sergio Massa, como se contó acá, figura en el mapa grande pero él manda a decir que no. Se cuenta que los Kirchner, Cristina y Máximo, le sugirieron -"con intensidad"- a Massa que analice la posibilidad de encabezar la lista. Cri cri cri.

El fin del tabú de declararse de derecha -en los estudios de años anteriores la categoría derecha era mínima, en 2021 trepó a 13,3%- puede ser un salvavidas para la Casa Rosada. Los sondeos que leen en Gobierno coinciden en un punto: todos los votos libertarios “son” de Juntos por el Cambio (JxC). Por eso, con su bandera de una gran PASO opositora “contra Kicillof”, José Luis Espert deslizó la posibilidad de confluir en el mismo espacio que la UCR y el PRO. Charló con Mauricio Macri, con Horacio Rodríguez Larreta y con Patricia Bullrich, pero Elisa Carrió no aceptó verlo y el radicalismo le bajó la persiana. Finalmente, salvo una pirueta sobre la hora, Espert será candidato a diputado nacional con Avanzar Libertad, su propio espacio. Puede ser, a su modo, una buena noticia para la Casa Rosada.

La aparición de Facundo Manes en el ring puede calificar como tiro de gracia para ese ensayo. Pero, sobre todo, revitalizó a la UCR. “Facundo le devolvió las ganas de invadir”, metaforiza un dirigente en referencia a una frase de Woody Allen en Misterioso Asesinato en Manhattan. Y, lo que más preocupa al Gobierno, engordó la expectativa electoral de Juntos por el Cambio (JxC).

En la mesa de arena oficial se encendieron las alarmas. Manes, a priori, produjo un fenómeno: minimizó un factor que hasta hacía dos semanas cruzaba a todo el FdT, la idea de que la elección en la provincia de Buenos Aires se ganaba con un margen suficiente como para no dudar del resultado. Eso cambió. Puede ser espuma y falta, todavía, que mueva el PJ, pero la tendencia se relativizó.

Un sondeo que leen en el PJ refleja que sin Manes, la oferta inicial de JxC rondaba entre 21 y 24%, un piso que se iría a arriba de 30% eliminando indecisos y proyectando. Diego Santilli, Jorge Macri o María Eugenia Vidal estaban, en todos los casos, por abajo de esa cifra. Ninguno medía más que la marca. Manes modificó eso y con su inclusión en las mediciones individuales, “engorda” la sumatoria de JxC hasta 28%.

Factores ajenos

La paradoja, que en el FdT festejan, es que pierde la primaria. Macri (J), que en algún sondeo donde compiten los tres supera a Santilli y Manes, maniobra para hacer valer sus cartas. Avisó que no dividirá el PRO, que como jefe del partido no puede asociarse a Manes versus Santilli pero es, a su vez, la manera de negociar hacia adentro. Traducido: el vicejefe de gobierno porteño -que renunciaría apenas se oficialice su candidatura- depende de Macri para mantener chances de vencer a Manes.

“No cambia mucho: los candidatos pueden ser moderados pero el discurso lo siguen marcando Bullrich y Macri”, dicen un funcionario a elDiarioAR. Los números dicen otra cosa. Lo de Manes, aunque todavía es prospectivo, no es inocuo en la matemática electoral. Puede cambiar si, por caso, la primaria en JxC se ensucia y, más que nada, si se impone Santilli que tiene más virtudes accesorias por formar parte del dispositivo CABA que por sí mismo.

La táctica del oficialismo tiene cinco letra: Macri. Así como, un consultor suele decir que "kirchernismo multiplicado por cualquier cosa da kirchnerismo", el gobierno se abraza a que la presencia del expresidente intoxicaque cualquier costura cambiemita.

Simple: al FdT le conviene que, al final, la oferta de JxC sea Santilli y no Manes. No solo por aquello de que por no haber formado parte de la gestión Cambiemos, lo que le permite hablar sin tener que explicar el pasado reciente -algo que sí deberá hacer Santilli- sino porque, coinciden a coro las mediciones, el neurocientífico captura voto indeciso que no capturan otros candidatos opositores.

Lo podía hacer, en algún punto, Florencio Randazzo que aparece, a simple vista, como la principal víctima de Manes. No solo porque pierde potenciales aliados sino porque, además, pierde votos anti grieta que contemplan respaldar al médico radical. Randazzo, que este miércoles anotará su frente electoral, se nutre de votos del FdT y de JxC pero es lo que Mario Riorda llama un candidato dependiente: su performance no depende de sí mismo sino de lo que ofrezcan los demás espacios.

En ese caso, la PASO de JxC entre dos moderados -Santilli y Manes- adelgaza la expectativa de Randazzo. Si fuese así, la cosecha del ex ministro sería casi de punta a punta de votos filo PJ. Es decir: fuga de ex o potenciales electorales del FdT hacia una tercera vía que tiene, como principal identidad, el postlavagnismo. Sobre el neurocientífico, al final, en el FdT dejan un interrogante. “Hay que verlo en campaña. cómo reacciona, cuando alguno lo putee. Una cosa es presentar libros, otra es salir a buscar votos”.

Tácticas

La táctica previsible del oficialismo tiene cinco letras: Macri. Así como un consultor que pivotea entre el PJ y el PRO suele decir que “kirchnerismo multiplicado por cualquier cosa da kirchnerismo”, el Gobierno se abraza a que la presencia del expresidente intoxicará cualquier costura cambiemita. La causa Correo y la reciente denuncia del gobierno boliviano sobre el envío de material bélico, asuntos que incomodan al resto de los actores de JxC, facilitan esa táctica.

El problema, en la práctica, es que el Frente de Todos (FdT) no parece tener a mano herramientas para impactar sobre el tablero electoral. Alberto Fernández repite su fe en el efecto positivo del buen plan de vacunación, la recuperación económica y la potencia del peronismo en campaña. “Con la vacuna no alcanza”, es la frase que más suena en el PJ. La fe albertista es inercial y carece de novedad. El truco es que no hay truco.

En la mesa de los lunes de la que participan, entre otros, Cafiero, Massa, Axel Kicillof y Máximo Kirchner, apareció una propuesta disruptiva: que el FdT habilite una PASO boanerense para ampliar, contener y generar "conversación" pública.

“La campaña se define cuando se define el candidato”, repite un estratego oficial. El book de candidatos es, hasta acá, bastante reducido. A Santiago Cafiero lo tachan porque Fernández dice que lo quiere con él, algo parecido a lo que ocurre con Gabriel Katopodis. El ministro que volvió a sonar para la lista bonaerense es Daniel Arroyo mientras se sumaron nombres de intendentes: Martín Insaurralde, de Lomas, y Juan Zabaleta, de Hurlingham. Pero el clamor sobre Cafiero no se apaga: pero no lo hacen los propios sino los ajenos.

Sergio Massa, como se contó acá, figura en el mapa grande pero él manda a decir que no. Se cuenta que los Kirchner, Cristina y Máximo, le sugirieron -“con intensidad”- a Massa que analice la posibilidad de encabezar la lista. Cri cri cri. Queda el elenco femenino que incluye a Victoria Tolosa Paz, Malena Galmarini, Luana Volnovich y Fernanda Raverta. Salvo que se consienta un shock de testimoniales, con la excepción de Tolosa Paz, las demás prefieren seguir en los cargos ejecutivos donde están.

Raverta, titular de la ANSeS, rankea bien y presenta, según una medición que circula en el PJ, atributos similares a los que en su momento tenía Vidal: sencillez, cercanía y sensiblidad. Pero con menos nivel de conocimiento y con una etiqueta, no perceptible para el gran público, pero de rápida visibilidad: su pertenencia a La Cámpora y al cristinismo. No es menor. La mayoría de los sondeos, algunos por poco otros por bastante, reflejan que a más neutral el candidato, y con menos aroma K, mejoran las chances del Frente de Todos. La excepción puede ser Sergio Berni, el que está más cerca de cubrir el caudal que garantiza per se la marcha FdT. “¿A quién se le puede ocurrir poner un candidato que hable de seguridad con el problema que es para Alberto y Axel la seguridad?”, se pregunta un intendente del conurbano.

Primarias

“Ellos movieron: ahora tenemos que ver qué hacemos nosotros”, apunta un integrante de la mesa de los lunes de la que participan, entre otros, Cafiero, Massa, Katopodis, “Wado” De Pedro, Axel Kicillof, Máximo Kirchner. Fue ahí que apareció una propuesta disruptiva: que el FdT habilite una PASO en la provincia de Buenos Aires para ampliar, contener y generar “conversación” pública. Es lo que, indistintamente del resultado último, preocupa de la aparición de Manes y la primaria de JxC.

Al menos en voz alta, la propuesta no cuajó en la cima del FdT. “Tenemos que ir todos juntos, acompañar a los mejores candidatos, sin fisuras” bajó línea un dirigente cercano a Kirchner. Pero en el ruido panperonista hasta le ponen nombre a una competencia: que de un lado vaya Katopodis o Arroyo y, enfrente, con perfil crítico, se pare Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría que se amotinó contra la bajada prematura de Máximo Kirchner en la jefatura del PJ bonaerense.

Aquel procedimiento que se aceleró y generó la resistencia de Gray terminó con la designación del diputado sin elección interna pero se coronará, todo indica, recién en diciembre. “¿Para qué hicimos toda esa movida si al final va a terminar asumiendo después de que venzan los actuales mandatos?”, se pregunta un bonaerense que cinchó para Máximo pero entiende que se equivocó.

El jefe del bloque de Diputados fue, la semana que pasó, protagonista de otro episodio ripioso. Luego de verse con Cafiero en el despacho de Massa, el día de la exposición del jefe de Gabinete, Kirchner masticó en el recinto una frase sobre no ceder frente a los laboratorios extranjeros y otra sobre la insuficiencia de un plazo de 10 años en un acuerdo con el FMI. Se tradujo como un reproche al DNU de Fernández para facilitar acuerdos por vacunas con los laboratorios de EE. UU. -lo que explica por qué el Gobierno eligió un decreto en vez de mandar una ley al Congreso- y una advertencia sobre las conversaciones con el FMI, días antes del encuentro entre Martín Guzmán y Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de EE. UU. Se sabe: esa oficina es clave en las decisiones del Fondo.

Fernández, en su discurso del 9 de Julio desde Tucumán, pareció recoger el guante -o responder- lo dicho por Máximo, con lo que magnificó el ruido que agrietó una creencia del FdT que indica que, en temporada electoral, la única pelea es por las listas, porque después se archivan las tensiones. Bueno: no.

PI/WC

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