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Elecciones 2021
Ni macristas ni cristinistas, lavagnistas: el economista busca resucitar la tercera vía con Randazzo

Encuentro con Randazzo, en la chacra de Lavagna en Cañuelas

Andrés Fidanza

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Están en línea desde hace meses. Hablaron por teléfono y se encontraron en varias oportunidades, siempre manteniendo el perfil bajo y la distancia social. Hoy al mediodía se reunieron en “La Clo”, la cabaña que Roberto Lavagna tiene en Máximo Paz, en el partido de Cañuelas. Ahí decidieron blanquear la relación política con una foto, un tuit y una declaración consensuada. 

“Con Randazzo profundizamos nuestras coincidencias en temas prioritarios para el país como el desarrollo, la producción, el sistema impositivo, y en poner la prioridad en GENERAR EMPLEO a través de las PYMES facilitándoles la posibilidad de incorporar trabajadores”, arranca el hilo de tuits del exministro de Economía de Néstor Kirchner.

La cita se escenificó en la chacra “La Clo”. El campo de Lavagna debe su nombre a la esposa del economista, Claudine, la ideóloga de empezar a criar vacas esa cabaña bonaerense. Almorazron durante más de dos horas. El menú fue empanadas caseras de carne, con un café de postre.

Si bien tanto Lavagna (en las presidenciales de 2019) como Florencio Randazzo (en las legislativas de 2017) fueron víctimas de la polarización, ambos creen que ahora sí hay una oportunidad para la tercera vía. ¿Con qué otros actores y tribus? El exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey, los socialistas santafesinos, Margarita Stolbizer (quien mantuvo una conversación telefónica con Randazzo), más el peronismo residual que no integra el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio. 

Los coqueteos entre Randazzo y la tribu liderada por el expresidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, existen. Ambos se conocen desde hace al menos 20 años. Pero es difícil que el monzoísmo, espacio en el que se mueve Rogelio Frigerio, Nicolás Massot y una decena de diputados nacionales rompa con Juntos por el Cambio. Pese a la inquina latente entre ese team minoritario y Mauricio Macri, ese minicolectivo todavía ve más negocio político en mantenerse dentro de una de las grandes coaliciones que hoy monopolizan el escenario de la Argentina.

Respecto a posibles candidaturas para las legislativas de este año, Lavagna ya lo descartó. Randazzo, en cambio, considera la posibilidad. El Flaco considera que no hay 2023 sin una escala previa, con resultado digno, en 2021. Sería un déjà vu de 2017, cuando se negó a compartir la boleta para senadores con Cristina Kirchner y se presentó por las suyas. Le fue mal, pese a las expectativas y la presencia mediática que había alcanzado: sacó 5 puntos. El exministro de Transporte quedó cuarto, detrás de Cambiemos, de Cristina Kirchner-Jorge Taiana y hasta por debajo del dúo Sergio Massa y Margarita Stolbizer. Ahora, el Frente de Todos tiene incluso más volumen que el cristinismo de 2017, al haber sumado al massismo. 

Ante este panorama, ¿hay proyección real para una alianza entre Randazzo y el lavagnismo? “Hay un espacio social vacante. La saturación del estilo cristinista y el fracaso de Macri lo hacen posible. Un espacio que apueste por lo productivo. Necesitamos consolidar la relación con diputados de Córdoba”, se ilusiona un dirigente lavagnista. Cerca de Randazzo coinciden: “Se necesitan soluciones estructurales de fondo, por fuera del PRO y el kirchnerismo, en materia de seguridad, pobreza, inflación, infraestructura”.

Los diputados alineados con el economista también se vieron con Randazzo. Fue cerca de la oficina que “el Flaco” tiene en Puerto Madero. Ahí asesora a una empresa de software. El exministro a su vez regentea varios negocios: una heladería, un local de fiestas y hasta un gimnasio, algunos locales ubicados en su Chivilcoy natal. 

En el interbloque Federal, Eduardo Bucca, Jorge Sarghini, Graciela Camaño y Alejandro Rodríguez conviven con socialistas y cuatro representantes del cordobesismo de Juan Schiaretti. Son 11 bancas que, al momento de votaciones reñidas, resultan clave para inclinar la balanza entre el oficialismo y la oposición intransigente. Si bien acompañaron varios proyectos, como el impuesto a la riqueza, rechazan otros, como los del paquete de reformas judiciales.

Los diputados lavagnistas tienen trato con Máximo Kirchner. Con Sergio Massa, en cambio, la relación pasa por un momento pésimo. La propuesta massista de unificar el día de las PASO y las legislativas empeoró el clima. Tanto Lavagna como Alejandro “Topo” Rodríguez le retrucaron con una alternativa: implementar la boleta única de papel. Se trata de una idea que en la Rosada consideran impracticable para esta elección.

El vínculo del lavagnismo con el presidente también se fue deteriorando, desde diciembre de 2019. Pese a los gestos de Fernández hacia su excompañero de Gabinete (le ofreció presidir el Consejo Económico y Social), Lavagna siempre se mantuvo esquivo a darle su apoyo. Charlas en privado, sí; manifestaciones de aval mediático, casi nada. 

El 31 de diciembre pasado, Fernández declaró ante Radio 10: “Yo hago una diferencia entre Roberto y los diputados que dicen representarlo, porque allí yo veo una conducta diferente. Veo una conducta más obstruccionista, una conducta más competitiva con el gobierno, más de competitividad política de esa que a uno no le gusta, donde a veces hay oposición por la oposición misma”. Ahora, tanto Lavagna como sus diputados exploran la posibilidad de ensanchar la avenida del medio. Esa que desde 2013 a la fecha no hizo más que angostarse. 

AF

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