Jueces de la Corte por decreto: Cristina se sienta sobre 34 votos y espera para definir si rechaza los pliegos

Cristina Fernández de Kirchner está sentada sobre 34 votos para voltear los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, pero espera. Está en un dilema. Teme, por un lado, una rebelión interna: los gobernadores peronistas no le sueltan la mano a Lijo, por lo que el control de la totalidad de los senadores no es absoluto. Hay, a su vez, muchas voces pululando que insisten, todavía, en utilizar el número como amenaza para negociar una ampliación de la Corte Suprema. Hay dudas sobre el número y sobre las intenciones del Gobierno. Por lo que CFK medita, pero el tiempo corre: este miércoles comienza a funcionar el Congreso tras el feriado XXL y más de un opositor desea arrancar con un pedido de sesión.
La muñeca del titular de interbloque, José Mayans, alcanzó para consensuar un comunicado que rechazaba las designaciones de Lijo y Mansilla por decreto y anunciaba: “Sin acuerdo del Senado, no habrá juez de la Corte”. El documento denunciaba que el decreto era “inconstitucional” pero eso era todo. No convocaba a una sesión para rechazar los pliegos de los dos candidatos -que el Ejecutivo todavía no retiró del Senado- ni comunicaba que avanzaría en su rechazo. Por lo bajo, sin embargo, los senadores cristinistas anunciaban que el objetivo final era el rechazo, pero que primero había que esperar.
Primero había que aguardar a la resolución de la Corte Suprema. El jueves, el presidente, Horacio Rosatti, los sacó de la duda: entre gallos y medianoche, en una ceremonia apurada y secreta, la Corte le tomó juramento a García-Mansilla. A Lijo, en cambio, lo pateó para más adelante. Al primero se lo vio en la Asamblea Legislativa del sábado; al segundo, no.
Recién el 6 de marzo la Corte definirá si le concede el pedido de “licencia extraordinaria” que solicitó el juez federal para asumir, en comisión, como ministro de la Corte Suprema. “Lo van a cagar”, pronostica un excristinista que conoce los pasillos de Comodoro Py.
El kirchnerismo, sin embargo, se repartió entre el silencio cauto y la crítica a García-Mansilla, quien había afirmado, cuando lo convocaron en agosto a exponer en el Senado, que él no estaría dispuesto a aceptar una nominación en comisión. “La idea es voltearlo, pero del dicho al hecho…”, deslizó, irónico, un senador camporista que observa por lo bajo la situación. Nadie quería hablar todavía.
La principal duda es respecto a la voluntad de los propios compañeros de bloque para acompañar una sesión que rechace los pliegos. En la teoría, la bancada de Unión por la Patria está cómoda para rechazar el pliego: necesita solo de 25 votos, dado que con más de un tercio de los votos el pliego queda “caput”. Y Mayans asegura, puertas adentro y en diálogo con la propia Victoria Villarruel, que controla al menos 25 senadores que responden a CFK. El resto es otra historia.

El problema es que UxP necesita, primero, hacerse de 37 senadores para el quórum, y ahí sí debe contar con la mayoría de los propios. Sin embargo, hay varios senadores norteños que respaldan el pliego de Lijo: los que responden al catamarqueño Raúl Jalil y al santiagueño Gerardo Zamora, así como también algunos outsiders, como la jujeña Carolina Moises y el sanjuanino Sergio Uñac. Este último, por ejemplo, firmó el pliego de Lijo junto a la santiagueña Claudia Ledesma Abdala. También lo hizo Lucía Corpacci, pero lo hizo a pedido de CFK: su voto está atado a lo que defina la presidenta del PJ nacional.
“El número no está seguro. Hay mucha presión de los gobernadores para que los que iban a acompañar el pliego no lo rechacen ahora”, admiten desde la oficina de una de estas senadoras. La decisión de CFK de intervenir algunos PJs provinciales le hizo ganarse, a su vez, algunos enemigos.
Hay, por otro lado, otros actores en juego en el peronismo que piden también cautela, pero para negociar. Dirigentes que se codean con CFK confían en poder aprovechar la mayoría de 34 senadores para presionar al Ejecutivo a sentarse a negociar un acuerdo judicial macro, que incluya una ampliación de la Corte Suprema con cupo femenino y que le permita a CFK poner a una jurista de su gusto. El nombre más repetido, por ahora, es el de María de los Ángeles Sacnun.
Hasta ahora, sin embargo, esta estrategia no tuvo éxito. Ninguno de los operadores judiciales de CFK, como Juan Manuel Olmos o “Wado” de Pedro, lograron llegar a ningún principio de acuerdo con Santiago Caputo o, su mano derecha en temas judiciales, Sebastián Amerio. Ambos libertarios compartieron palco ante el discurso de Milei. La fantasía persiste, pero el Gobierno no ofrece ningún incentivo.
El enojo de los aliados
Mientras que en el kirchnerismo predomina la cautela, el radicalismo y algunos sectores del PRO empiezan a rebullirse frente a la avanzada del Ejecutivo sobre la Corte Suprema. La incomodidad es clara y, si bien algunos aliados están dispuestos a acompañar a Milei hasta el final -o hasta que las encuestas le empiecen a dar mal-, otros ya lo cuestionan puertas adentro.
En las últimas horas de la semana que pasó, incluso, empezó a circular un pedido de sesión para este mismo miércoles 5 para rechazar los pliegos de Lijo y García-Mansilla en el chat del bloque radical del Senado. El autor fue el fueguino Pablo Blanco pero no generó mucho entusiasmo. La mayoría de la UCR, como se atestiguó en el fracaso de la creación investigadora del caso $LIBRA, se mantiene fiel a Milei y no termina de animarse a dar el paso para rechazar los pliegos.

Blanco, sin embargo, no está solo. Lo acompañan otros radicales como Martín Lousteau y la santafesina Carolina Losada. También el libertario Francisco Paoltroni, que fue expulsado del bloque oficialista debido a su rechazo a la postulación de Lijo, y que salió a cuestionar con dureza la decisión del Presidente de designar a los dos candidatos -no solo Lijo- por decreto. Paoltroni es uno de los nombres que la oposición cuenta a favor en el poroteo para conseguir el quórum.
El PRO, mientras tanto, es una incógnita. Mauricio Macri salió a instalar un cuestionamiento a la designación de Lijo, pero el reclamo se pierde respecto a si el bloque estaría dispuesto a rechazar el pliego de ambos candidatos. Macri es, después de todo, el más reciente antecedente de los dolores de cabeza que puede generar la designación por decreto de dos jueces de la Corte Suprema de Justicia.
Milei, sin embargo, no es Macri. El libertario decidió ir a fondo, y la Corte -la misma Corte que aceptó ser nombrada por decreto por Macri- lo avaló. La decisión de Rosatti de tomarle juramento a García-Mansilla despertó todas las alarmas opositoras, que observan en esta decisión un antecedente que habilitará a Milei a hacer lo mismo con el procurador. O, incluso, volver a designar dos nuevos jueces de la Corte por decreto el año que viene cuando venza el plazo de un año. El destino final de la novela que abrió Milei con el decreto, advierten, es la crisis institucional.
MC/JJD
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