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PERFIL

Fenómeno Menem: vida y obra del hombre que marcó una cultura

Menem en el Senado, su último cargo público.

Victoria De Masi

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Carlos Saúl Menem fue un peronista insólito, disruptivo: un fenómeno. Debió competir dentro del Justicialismo con la promesa de renovación del partido en momentos en los que era muy difícil hacer política por la sucesión de Dictaduras en nuestro país. Apoyado en el sindicalismo, su éxito fue democrático porque tuvo que pelear internas para llegar a la Presidencia

Fue el primer hijo de Saud Menehem y de Mohibe Akil, ambos sirios musulmanes. El padre se instaló en La Rioja en 1912, con apenas 14 años. Había llegado en barco, huyendo de la miseria y de la guerra. Dieciséis años después, en 1928, Saud recibió carta de su madre: le habían encontrado esposa. Él ya había formado una familia en Anillaco, pero partió a Damasco porque el matrimonio estaba arreglado de antemano. 

Carlos Saúl se crió en el almacén de ramos generales --el era el encargado de bombear la nafta-- que atendía su madre. Leía el Corán. Atajaba los golpes, de puño o de lonja, de su padre, un hombre estricto, temerario. Cursó el primario en la escuela Pedro Ignacio de Castro Barros. El secundario, en el Joaquín V. González. 

Hacia el final de la adolescencia reivindicaba un tridente: Facundo Quiroga, Chacho Peñaloza y Felipe Varela. Ya no leía el Corán, sino la Biblia. A escondidas de su padre, Menem era monaguillo en el convento San Francisco. “Yo le quiero rezar a Dios, no importa a cuál”, decía. A los 19 años sacó número bajo y esquivó la colimba. En 1949 se instaló en Córdoba para estudiar Abogacía en la Universidad Nacional de esa provincia. Logró el título seis años después. En medio conoció a Juan Domingo Perón. Esa fue su entrada al movimiento. 

Yo le quiero rezar a Dios, no importa a cuál

Carlos Saúl Menem expresidente de la Nación

Durante la dictadura militar que siguió a la proscripción, Menem fue detenido. Un años después, creó en secreto la Juventud Peronista de La Rioja. En 1962 ganó una banca como legislador, pero no pudo asumir por el golpe de Estado que destituyó a Arturo Frondizi. Al año siguiente fue elegido presidente del Justicialismo en su provincia y en 1964 visitó a Perón durante su exilio en España. Ocupó un asiento en el avión que lo trajo de vuelta. Ya había conocido a Zulema Yoma, con quien viviría, digamos, “un romance para toda la vida”.

Sabía que el camino era largo, pero estaba decidido a ser Presidente. Respondía a un arquetipo: un tipo provinciano, de clase media baja, hijo de inmigrantes, dueño de una retórica popular. Las patillas como marco en un rostro del color de la tierra, la transpiración en perlas asomando entre la camisa abierta. Además de un quehacer político, Menem instalaría una cultura.

En 1973 batió dos récords a nivel nacional: fue el candidato más votado al lograr el 63% de los votos en las elecciones de su provincia, La Rioja, y con 41 años se convirtió en el gobernador más joven del país. Tres años después, la Junta Militar lo desplazó. Estuvo detenido en el Regimiento 15 de Infantería, primero, y en el buque 33 Orientales, que estaba anclado en el Puerto de Buenos Aires, después. Luego, en el penal de Magdalena hasta que consiguió la libertad condicional en 1978. Los militares no querían que volviera a La Rioja por temor a su rearmado político. Así que vivió en Mar del Plata sin aislamiento ni requisas. Había, en cambio, asados con Carlos Monzón y su pareja, Susana Giménez, animados por Alberto Olmedo

Para 1980 pasó a ser un hombre apenas vigilado de lejos por un policía de civil. Así que Menem decidió enfrentar a la cúpula militar a través de los diarios. Terminó en Las Lomitas, un pueblo de Formosa. Fue un preso político raro: despachaba fiambre en el almacén, organizaba partidos de fútbol entre criollos e indios, una vez el pueblo se inundó y él armó una canoa para salir a ver qué necesitaban los vecinos. También pedía agua mineral para lavarse el pelo. Las Lomitas puede inundarse, sí, pero es raro que llueva. El agua mineral, además, era un bien preciado.

Para el retorno de la Democracia, en 1983, Menem ya se había casado con Zulema y tenía dos hijos, Carlos Saúl Facundo Menem, a quien llamaban Junior, y Zulema María Eva, Zulemita. También había nacido Carlos Nair Meza, el hijo que había tenido con una maestra rural de Las Lomitas, Martha Meza. Meza, que llegó a ocupar una banca como diputada nacional en representación de Formosa, se suicidó en 2003. Carlos Nair logró el apellido Menem a los 26 años después de un largo juicio de filiación y de varias apariciones públicas, la última en el reality show Gran Hermano Famosos.

El envión político de Menem se dio entre 1983 y 1989: ganó la internas y se erigió como gobernador de La Rioja con más del 56% de los votos; reformó la carta magna y habilitó su propia reelección para asumir, en 1987, con el 64%. El gobierno de Raúl Alfonsín atravesaba una grave crisis económica y Menem encontró la falla. Otra vez se sometió a internas y le ganó a Antonio Cafiero. Con la fórmula Menem-Duhalde se presentó a las presidenciales. Bajo el lema de campaña “Siganme que no los voy a defraudar”, logró la presidencia. Menem supo conversar con una mayoría de argentinos.

Pacto de Olivos mediante, gobernó la Argentina durante dos periodos, hasta 1999. En ese lapso estableció una fuerte conexión con capitales extranjeros, evitaba el Congreso y privatizaba por decreto. Intervino el Poder Judicial al colocar en la Corte Suprema a jueces “complacientes”, algo a lo que llamaron “Corte adicta”. Asumió un ejercicio autoritario del poder, algo que se observaba para entonces en América Latina, con Fernando Cardoso en Brasil y Alberto Fujimori en Perú. 

Durante su gobierno neutralizó a la oposición, transfirió recursos al extranjero, habilitó una corrupción masiva y endémica. En su gestión hubo dos atentados: en 1992 voló la Embajada de Israel y en 1994, la AMIA. También explotó una fábrica de armas en Río Tercero, Córdoba. Fue investigado por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. Vendió el predio ferial de Palermo, La Rural, a precio vil. También se derogaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Al final de su mandato dos tercios de la población era pobre. Esa fue la tragedia.

La comedia estaba en las revistas de peluquería y sus apariciones públicas. La Argentina era un negocio y para venderla debía ser mostrada. Los funcionarios posaban ante las cámaras bronceados en Miami. María Julia Alzogaray, interventora de Entel, se fotografió para Noticias vestida (sólo) con un tapado de piel. Era la época de “las lolitas”, modelos menores de edad hípersexualizadas. Eran los tiempos de las casas de veraneo en Pinamar y el coqueteo con la farándula.

Menem gestionó un encuentro “face to face” con su par estadounidense George Bush en la Casa Blanca. Menem vistió un traje color amarillo para recibir a los Rolling Stones y a nadie algo así le quedó tan bien. Menem se entrevistó al menos seis veces con el Papa Juan Pablo II. Menem condujo la Ferrari (la leyenda indica que fue un obsequio de parte de un interesado en construir una autopista en Morón) llevándola a una velocidad de 190 kilómetros por hora y la entrada a Pinamar fue galáctica. Menem echó de la Quinta de Olivos a su mujer y a sus hijos, un “espectáculo” que se transmitió en vivo y en directo por todos los canales de aire. Menem prometió que “perforaríamos la estratósfera a la altura de Córdoba y en una hora estaríamos en Japón”. Es 2021 y todavía no sucedió.

Lo único que ensombreció al expresidente fue la muerte de su hijo Junior. El 15 de marzo de 1995, el joven, de 26 años, había despegado de la Quinta de Olivos en su helicóptero. Lo acompañaba un amigo, Silvio Oltra. Los primeros informes indicaron que el ala trasera se había enredado en un cable de mediana tensión y por eso el helicóptero se clavó de punta en un maizal. A 25 años del incidente, la Justicia no determinó qué sucedió, pero catorce testigos que declararon en la causa murieron de manera sospechosa mientras investigan el hecho. Menem, en ese momento, estaba en el pico de su popularidad: el plan económico basado en la convertibilidad era un éxito.

En 2001, Menem --que se había divorciado de Zulema-- se casó con Cecilia Bolocco, chilena y Miss Universo. Fue una boda popular en el polideportivo “Carlos Menem” en La Rioja. El catering: una porción de locro en bandejitas de plástico. La torta: siete pisos de crema que se repartió entre los cuatro mil invitados que se sentaron en las tribunas para saludar a los novios. La Luna de Miel: en una quinta de Don Torcuato, en las afueras de Buenos Aires, porque Menem había sido procesado por la venta ilegal de armas y estaba con arresto domiciliario. En 2003 nació Máximo Saúl Menem Bolocco, cuarto hijo del ex presidente. Al chico iban a llamarlo “Carlos”, pero Zulemita se opuso. El matrimonio se disolvió en 2007.

Elecciones presidenciales de 2003, Menem vuelve a la carga. No hubo internas así que fueron tres candidatos por el Justicialismo: Menem, Rodríguez Saá y Néstor Kirchner, que por entonces gobernaba Santa Cruz. Ni ellos ni el resto de los postulantes lograron la mayoría que marca la Constitución y se programó una segunda vuelta entre los más votados, Menem y Kirchner. Según las encuestas, la derrota sería fulminante y el riojano decidió bajarse del balotaje

Seis años después de dejar la Presidencia, Menem volvió a ocupar un cargo público, esta vez en el Senado. Y en la banca se mantuvo. En 2018 votó en contra del proyecto para legalizar el aborto. Durante 2019, presentó un proyecto (la creación de un consejo económico, social y ambiental) y reprodujo dos de su autoría, uno ya presentado en 2016 y otro en 2011. En el año de la Pandemia, Menem dio el presente en la primera sesión virtual de la historia. Fue el 13 de mayo y su hija Zulemita difundió algunas fotos. Impecable y envejecido, mirando la pantalla como quien mira un portaretratos, todavía conservaba algo de ese brillo, de centelleo en los ojos.

Tenía 90 años cuando murió, el 14 de febrero de 2021. Estaba internado desde el 15 de diciembre del año anterior en el sanatorio Los Arcos, en Buenos Aires, por una infección urinaria, que empeoró con una arritmia y después se complicó con una falla renal, tras lo cual fue inducido a un coma farmacológico. Murió Menem, apellido capicúa, y con él murieron los noventa.

VDM/ DTC

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