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Perfil

Schiavi, el secretario de Transporte que aseguró que la “cultura argentina de ir a la punta del tren” convirtió “un accidente” en “una tragedia”

Schiavi durante el juicio en el que fue condenado por la tragedia de Once.

Julieta Roffo

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Juan Pablo Schiavi está preso. En el penal de Ezeiza, cumple con una condena que en una primera instancia fue a ocho años de prisión y que la Cámara de Casación redujo después a cinco años y medio, e inhabilitación perpetua a ejercer cargos públicos. Es porque la Justicia lo declaró responsable del delito de defraudación contra la administración pública y de un descarrilamiento culposo. El que ocurrió a las 8.33 del 22 de febrero de 2012 en la terminal ferroviaria de Once, cuando una formación del tren Sarmiento no detuvo su marcha y chocó contra el parachoques del andén, que por su estado defectuoso no pudo amortiguar el golpe y que desencadenó la tragedia en la que murieron 52 personas y resultaron heridas 789.

El 22 de febrero de 2012 Schiavi era el secretario de Transporte de la segunda Presidencia de Cristina Fernández. Horas después de que el chapa 16 chocara en Once, Schiavi habló con la prensa, pero no respondió ninguna pregunta. Esa tarde dijo: “Este tren paró 14 veces y la última vez no paró”. Y dijo también: “Todos los que usamos alguna vez el ferrocarril sabemos que hay una cultura muy argentina de esto, de ir a la punta del tren para bajar primero y llegar antes, y pasar antes, y no hacer cola, y no esperar el colectivo o bajar más rápido al subte. Esos dos primeros coches estaban abarrotados de gente, o sea, tenían mucha más carga que la que habitualmente... lo cual produjo que el accidente tomara un ribete de tragedia. Si estuviera ocurrido ayer, que era un día feriado, seguramente ese coche hubiera impactado y hubiera sido una cosa mucho menor”.

Pocos días después, el título de tapa de la revista Barcelona fue: “A la desgracia hay que ayudarla”. En la bajada de su portada, la publicación decía: “Si Carlos Menem no hubiera privatizado los trenes; si los últimos cuatro gobiernos hubieran controlado a los empresarios inescrupulosos que se hicieron cargo de TBA; si los empresarios no hubieran sido inescrupulosos y hubieran invertido en mantenimiento y renovación de los trenes; si el jerarca de TBA, Claudio Cirigliano, no hubiera sido recaudador de la campaña de Néstor Kirchner; si el secretario de Transporte hubiera viajado alguna vez en el Sarmiento; si el tren hubiera frenado; si el tren no hubiera sido de 1950: si el 22 de febrero no hubiera habido trenes; si a todo el Conurbano le hubiera dado por faltar a su trabajo; si a esa hora hubiera jugado la Selección la Final de un Mundial; o si, como dijo Juan Pablo Schiavi, hubiera sido feriado, esta 'tragedia horrible' de Once con al menos 49 muertos y 600 heridos podría haberse evitado o al menos no habría sido tan grave”.

El 7 de marzo de 2012, dos semanas después del choque, con prohibición de salir del país dictada por el juez Claudio Bonadío y alegando “estrictas razones de salud”, Schiavi renunció a la secretaría que había heredado de Ricardo Jaime, también condenado por la tragedia de Once. En octubre de ese año, Schiavi, que es ingeniero agrónomo y que ocupó un cargo público por primera vez en la intendencia porteña de Carlos Grosso, fue procesado por esos hechos. Su estrategia de defensa fue apuntar a que el motorman del tren, Marcos Córdoba, había cometido una “falla humana” y que los motivos de la tragedia empezaban y terminaban allí.

Las pericias y pruebas que los familiares de las víctimas presentaron ante la Justicia dieron cuenta de que el tren circulaba con dos compresores menos de los necesarios y que esa mañana experimentaba fallas en los frenos durante todo el recorrido. También se probó que la última revisión general del tren había sido en 1997. Quince años antes de la tragedia. 

El diseño y estado defectuoso del paragolpes del andén de Once, sumado a que no funcionaban los amortiguadores, hizo subir la trompa del primer vagón y, en consecuencia, bajar la cola. Ese movimiento fue determinante para la superposición -técnicamente “acaballamiento”- del segundo coche con el primero: ahí se produjo la mayor cantidad de víctimas fatales. Eso mismo ocurrió entre el tercer y cuarto vagón.

Durante sus años en la gestión porteña, Schiavi había sido subsecretario de Mantenimiento y Servicios de la Municipalidad. Encargado de gestionar los contratos de recolección de residuos, hizo el acuerdo principal con Manliba, la empresa que pertenecía al Grupo Macri - SOCMA. Años después, cuando Mauricio Macri fundó Compromiso por el Cambio (CpC) para candidatearse a jefe de Gobierno en 2003, el ahora condenado y preso en Ezeiza fue su jefe de campaña y uno de sus principales operadores políticos.

Se alejó de Macri dos años después, cuando el ex presidente de Boca se acercó a Ricardo López Murphy. Schiavi volvió a acercarse al peronismo porteño primero, y a la gestión nacional kirchnerista unos años después, cuando Julio De Vido lo convocó para encabezar la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF). La empresa estatal había sido creada para impulsar inversiones que reordenaran el sistema ferroviario argentino, algo que no ocurrió.

Durante el proceso judicial por la tragedia de Once, además de señalar al conductor del tren como único responsable de la tragedia, la estrategia de la defensa de Schiavi fue pedir la nulidad de la causa sosteniendo que era “víctima de la opinión pública o de intereses políticos y no responsable de acciones criminales”. La acusación formal contra Schiavi -y también contra su antecesor y las autoridades de Transporte Ferroviario y de la CNRT- sostuvo que los funcionarios no habían controlado las condiciones de funcionamiento y utilización del material rodante, ni la infraestructura ferroviaria, ni los fondos públicos que el Estado había puesto a disposición de la empresa concesionaria TBA: todos esos incumplimientos reunidos ayudaron a crear el escenario de la tragedia, junto a los incumplimientos cometidos por los empresarios que administraban el ferrocarril Sarmiento.

Condenado por la Justicia, Schiavi se entregó en los tribunales de Comodoro Py en octubre de 2018, cuando también lo hicieron el empresario Claudio Cirigliano y el conductor del tren, Córdoba. Pidió -pero no le otorgaron- el beneficio de la prisión domiciliaria.

Lo que sí consiguió su defensa, en junio de este año, fue que le redujeran la pena en 192 días por haber hecho algunos cursos que son reconocidos por el sistema penal como “estímulo educativo” de las personas que cumplen prisión efectiva. Entre esas capacitaciones se cuentan la de reparador de refrigeradores domésticos y la de forestador, y un taller de escritura creativa. Le desestimaron como créditos para achicar su condena los talleres “Mi propia huerta”, “Introducción a la peluquería”, “Percusión en casa”, “Construcción de termotanques solares” y “Cultivo hidropónico en casa”.

Cuando se conoció públicamente que había accedido a este beneficio, Familiares de Víctimas y Heridos de la Tragedia de Once emitió un comunicado. “Que el condenado y corrupto Schiavi realice cursos de 'Reparación y mantenimiento de nuestra computadora personal', 'Programación visual de imágenes: introducción a Processing' así como otros de botánica o electricidad no apuntan a su reinserción sino a disminuir su pena”, sostuvieron. Desde el 24 de noviembre de este año Schiavi estará en condiciones de pedir la libertad condicional.

JR

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