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¿Qué pasó el día de la muerte del Diez?
La causa Maradona: en tres semanas se debe determinar si el tratamiento médico pudo provocarle la muerte

Maradona el día que cumplió 60 años. Fue el 30 de octubre, murió el 25 de noviembre.

Alejandro Marinelli

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Después de tres meses y medio de investigación, con decenas de testimonios, relevamientos de llamadas, de la reconstrucción de la historia clínica, de un informe pericial de la morgue y de otras incontables medidas prueba, los fiscales que investigan la muerte de Diego Maradona quieren saber si el tratamiento elegido por los encargados de cuidarlo fue lo que lo terminó matándolo. Para responder a sus dudas, desde el lunes pasado, una junta de peritos revisa todos los datos médicos que aparecen en la causa. En un máximo de tres semanas, deberán entregar un informe y, en función de eso, los fiscales determinarán responsabilidades. Todos los focos, entonces, están puestos en lo que suceda dentro de la sede de la Policía Científica en La Plata.

Lo primero que deben entender los fiscales es si se cometió un delito. En caso de que lo confirmen tienen que identificar a sus autores y la calificación que a cada uno le correspondería. Los roles están bajo investigación. Sobre todo, los del neurocirujano Leopoldo Luque, de la psiquiatra Agustina Cosachov y del psicólogo Carlos Díaz. También se investiga a los enfermeros Ricardo Almirón y Dahiana Madrid y a los coordinadores de Medidom, Mariano Perroni y la de Swiss Medical, Nancy Forlini. 

El proceder del elenco médico estable aparece poco ortodoxo para los investigadores. Quieren saber cómo era el estado general de Diego y si eran necesarias interconsultas con especialistas porque en los registros no aparecen las presencias de otros médicos. La patología cardíaca de Maradona -que se inició con la crisis de Punta del Este en 2000- es uno de los temas que desvela a los fiscales. Un paciente con esos antecedentes, presumen, requiere un tratamiento específico que no aparece en la información recabada y necesitan que la junta de expertos sea la que lo determine.

El proceder del elenco médico estable aparece poco ortodoxo para los investigadores. Quieren saber cómo era el estado general de Diego y si eran necesarias interconsultas con especialistas porque en los registros no aparecen las presencias de otros médicos

Los fármacos son otro punto en observación. Diego tomaba muchos por patologías múltiples y quieren entender la lógica de administración y quiénes eran los que la decidían. En varias de las conversaciones por WhatsApp entre Luque y Cosachov aparece mencionada una serie de remedios que los fiscales piden que se coteje con las fecha de las hojas médicas para ver si la prescripción era correcta. Sobre todo, consultan a la junta, si los que les dieron antes de su muerte -y están en el informe toxicológico- pudieron provocarle un desencadenamiento de su cuadro delicado. 

Otro de los hechos que más interés genera es la cirugía de cabeza del 3 de noviembre, producto de una hematoma subdural. Si la intervención era de carácter urgente e impostergable. También lo que sucedió después. Si el 11 de noviembre Maradona se encontraba “en condiciones psíquicas y físicas” de dejar la Clínica Olivos y continuar su seguimiento en una internación domiciliaria. Y, por último, si Diego estaba en “condiciones de autovalidez y de ejercer el principio de autonomía” cuando se dispuso llevarlo al barrio San Andrés, de Tigre, porque él no firmó esos trámites.

En la casa que Maradona pasó los últimos días, no había, instrumentales para internaciones con pacientes de riesgo. Por ejemplo, desfibrilador, tensiómetro, equipos de monitoreo o tubo de oxígeno. Su habitación era un playroom, que fue acondicionado, pero en el que no había baño. Unos días después de llegar le colocaron un duchador y un baño ortopédico. En su pedido de informe, los fiscales quieren saber si “el espacio era el adecuado” y si, la falta de instrumentos pudo haber incidido en “el desenlace final”. 

Para evaluar todo esto, los investigadores también quieren la opinión de los expertos sobre las dinámicas de atención: la coordinación del equipo de salud, las visitas, los controles y los registros de lo que sucedía. Quieren saber qué sucedió con los estudios que le pidió el médico clínico a Diego el 12 de noviembre, 13 días antes de la muerte. Y por qué se prescindió un día después de los acompañantes terapéuticos, pese a ser una de las condiciones del acuerdo de internación. En la misma línea se investiga un llamado a la empresa Medidon, para que no fueran acompañantes nuevos.  

En las últimas visitas a la casa de Tigre varios testigos relataron que lo vieron mucho más hinchado. Los ronquidos que Diego tenía eran más fuertes. Se fatigaba, y su voz se perdía en un hilo más delgado. En la Fiscalía quieren saber si esos síntomas daban cuenta de alguna particularidad que los médicos deberían haber atendido. 

Los peritos oficiales de la junta son Carlos Casinelli, director de Medicina Legal de la Superintendencia de Policía Científica; Federico Corasaniti, del Cuerpo Médico de San Isidro; Agustín Grimoldi Vázquez, jefe de la Morgue de San Isidro y el de la Morgue de La Plata, Javier Grubisa. Todos son médicos legistas y estuvieron en la autopsia del 25 de noviembre. También estarán el jefe de Cardiología del Hospital de San Isidro, Gustavo Di Niro; los psiquiatras José Luis Covelli y Enrique Gallego, el toxicólogo Carlos Damín; el nefrólogo Hernán Trimarchi y el hepatólogo Fernando Cairo. De la junta también participa otra decena de peritos de parte. A Dalma y a Gianinna las representa el cardiólogo Sergio Víctor Perrone, que había atendido a Maradona y que fue director del programa de trasplantes de la Fundación Favaloro.

Desde hace más de cuatro años Luque lo atendía a Diego. Neurocirujano y especialista en intervenciones cerebrales y de columnas, fue recomendado por un amigo médico de Maradona. Su misión principal era mejorar la motricidad del Diez, castigado por los dolores en sus piernas. Pero el vínculo se estrechó más desde 2019, luego de que Diego volvió al país tras sus pasos por Dubai y Sinaloa. Era quien tomaba las decisiones sobre su salud y en la causa aparecen escritos en los que se definió como su médico de cabecera.  En junio, Luque convocó a la psiquiatra Cosachov.  Especializada en conductas adictivas, jefa de la clínica del  Instituto de Neurología Cognitiva, dirigía junto a Luque la rehabilitación de Maradona. A ella y a Luque les peritaron los celulares y esos intercambios permanentes con referencias profesionales son los que también serán analizados por la junta médica. El tercero en el grupo es Carlos Díaz, un psicólogo especialista en adicciones y patologías mentales severas, miembro del Centro Argentino de Adicciones. Díaz llegó en octubre para trabajar un supuesto cuadro de depresión de Diego, antes de que cumpliera 60 años. Y, como tuvo buenos encuentros con él, Luque y Cosachov decidieron que se quedara.

Los otros investigados son los enfermeros “de semana” Almirón y Madrid. Los dos trabajaban para la empresa de internaciones domiciliarias Medidom. Los dos reportaban al coordinador Perroni. Madrid fue quien puso en el informe que, a las 9.20 del día de la muerte, Maradona se negó a que les tomaran los signos vitales. Pero luego, en una segunda declaración, dijo que ella no lo había visto y que había puesto eso a pedido del coordinador Perroni. Por último, Nancy Forlini, la coordinadora de Swiss Medical, era la responsable de coordinar lo que sucedía con los ayudantes terapéuticos que fueron suspendidos por pedido de Luque.        

Esta semana y para fijar su posición antes de que la junta comience a trabajar, los peritos de parte de Luque presentaron en la fiscalía un informe en el que sostienen que fue “una muerte natural de forma súbita cardíaca sin antecedentes coronarios”. “Una vez superado el hematoma subdural, (el cuadro más delicado de Maradona) era el alcoholismo crónico y lo que de ello derivaba. No tenía evidencias subjetivas ni objetivas de insuficiencia cardiaca y/o enfermedad coronaria. Dicha afirmación es objetivable a través de los reiterados estudios que le fueran realizados sin evidenciar signos ni síntomas predictores de insuficiencia cardiaca”, menciona el informe firmado por Antonio José Maya. “Dicha afección fue un evento inesperado, imprevisible, propio de la naturaleza de la persona y la afección, ajeno a cualquier intervención de un tercero”, concluye el escrito.  

AM

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