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informe especial ASBESTO

De la mochila del inodoro al tanque de agua, el asbesto no está sólo en el subte

En Argentina las enfermedades profesionales por asbesto están subregistradas. Entre 2013 y 2021 (últimos datos que se difundieron) las ART registraron noveintisiete denuncias de enfermedades profesionales por asbesto de las cuales treinta y dos fueron rechazadas.

Laura Guarinoni

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Cualquiera que camine por las calles del centro de Ciudad de Buenos Aires y levante la mirada hacia el cielo podrá ver en los techos de los edificios antiguos una chapa grisácea ondulada, como de hierro pero que se asemeja más al cemento. Si mira un poco más en detalle, se encontrará también con viejos tanques de agua hechos con el mismo material y si entra a alguno de esos edificios, y accede a la zona de calderas podría sorprenderse al comprobar que éstas también fueron hechas del mismo elemento. Si además pide pasar al baño antes de salir, se encontrará con que las mochilas de los inodoros son del mismo material y, aunque no lo vea, probablemente también las placas aislantes para paredes y tuberías que revisten el edificio. El material con el que todo eso fue hecho es el fibrocemento, muy utilizado en el país por décadas, que se forma al mezclar cemento con el material cancerígeno asbesto.

En los últimos años conocimos, gracias a la pelea de los trabajadores del subte, la gran cantidad de asbesto que hay debajo de la Ciudad de Buenos Aires, en el túneles, en los vagones. Sin embargo, poco se habla de que en la superficie también estamos rodeados de este material. No solo está en los edificios del centro porteño, se lo puede encontrar además en la mayoría de los edificios antiguos de varias ciudades del país (y del mundo), en galpones, fábricas y astilleros construídos antes de que se prohibiera su uso y comercialización en 2003.

El asbesto es un  grupo de minerales de origen natural en forma de fibras. Al ser inhaladas éstas pueden causar enfermedades pulmonares como la neumoconiosis, la asbestosis, el mesotelioma y el cáncer de pulmón. 

Existen grandes yacimientos de asbesto en Rusia, en Sudáfrica, Brasil y en Canadá, que importan aún hoy a todo el mundo. En la Argentina, también hubo minas en Catamarca, La Rioja, San Juan, Córdoba y Mendoza, que fueron explotadas antes de su prohibición. 

Por ser prácticamente indestructible y por sus propiedades de extraordinaria resistencia a la tensión, al calor, la corrosión y al ataque químico, el asbesto fue utilizado en innumerables instalaciones, sobre todo en los años noventa. Fue primordial también en la industria automotriz. Se usaba para confeccionar las pastillas de freno. Es incalculable la cantidad de fibras de asbesto que habrán volado por el aire con el desgaste en cada frenada que los transeúntes inhalaron por años. 

En el mundo hay 125 millones de personas expuestas al asbesto en el lugar de trabajo, mientras que 100 mil mueren cada año por esta causa. En Argentina las enfermedades profesionales por asbesto están subregistradas

“Es un asesino silencioso. Con la prohibición se limitó mucho la exposición de la población pero la manipulación, movilización y retiro de piezas de asbesto puede ser un peligro para las personas. Hay muchos trabajadores que siguen expuestos hoy en distintas industrias, no solo en el subte”, aseguró a El diario.ar Hernán Rubio, químico especialista en Higiene y Seguridad en el Trabajo y autor del libro “Asbesto un asesino al acecho en los túneles de Buenos Aires”.

Sin registro

Las estadísticas mundiales muestran la enorme utilización del asbesto en distintos trabajos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 125 millones de personas expuestas al asbesto en el lugar de trabajo, mientras que las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revelan que 100 mil  personas mueren cada año a causa de trabajos vinculados a la exposición al asbesto. Se calcula que la mitad de las muertes por cáncer de origen laboral son causadas por el asbesto.

Sin embargo, en Argentina las enfermedades profesionales por asbesto están subregistradas. Entre 2013 y 2021 (últimos datos que se difundieron) las ART registraron noveintisiete denuncias de enfermedades profesionales por asbesto de las cuales treinta y dos fueron rechazadas. De las sesenta y cinco aceptadas, en 9 años, cincuenta y una pertenecen a Metrovías S.A. Osea el 78 por ciento de los enfermos eran trabajadores del subte, pero ¿qué pasa con las otras industrias? ¿Por qué el sistema no registra casi enfermos en ellas?

Rubio opinó: “En Argentina las enfermedades profesionales hoy casi no se registran.El sistema de aseguradoras de riesgo del trabajo funciona de forma parecida a las aseguradoras de auto. Cuando un trabajador se presenta y dice estar enfermo, como el tratamiento implica mucho plata para la empresa de seguros, ésta decide no reconocer la enfermedad y la Superintendencia de Riesgo del Trabajo hace la vista gorda”. 

La gente no está informada, inclusive los trabajadores. Quieren instalar una chimenea entonces rompen con una amoladora y provocan una nube de polvo con miles de fibras de asbesto.O le hacen un agujero al tanque de agua de fibrocemento para meterle un caño

Hernán Rubio Químico especialista en Higiene y Seguridad en el Trabajo

La neumonologa y médica especialista de salud ocupacional, Liliana Capone, contó que al consultorio de patología ocupacional respiratoria del Instituto de Tisioneumonología Prof. Dr. Raúl Vaccarezza - en donde atendió 27 años hasta jubilarse- llegan trabajadores de las minas, metalúrgicos, curtidores gráficos, de la construcción, navales. “Generalmente los síntomas por los que consultan son parecidos, lo que cambia es la exposición y el tiempo porque son enfermedades que aparecen mucho tiempo después de la exposición, aparecen entre 20 y 50 años más tarde”.

Según Capone los trabajadores que trataba en el consultorio que más interiorizados estaban en el tema eran los del subte. “La mayoría de los de las otras ramas desconocen los riesgos de trabajar con asbesto y que  está presente en su lugar de trabajo. Cuando los tratamos y les decimos que no pueden volver a trabajar ahí, la ART los reubica a un sector en que no estén expuestos al asbesto. El problema con el subte es que no hay sectores libres de amianto para que los trabajadores sean ubicados”, explicó la médica.

Capone también coincide con la idea de la dificultad de que se registren enfermedades profesionales por asbesto: “Nunca pudimos obtener ningún dato de los trabajadores que trabajan con el fibrocemento. Hay un sindicato que los agrupa pero no registran enfermedades de sus trabajadores. Muchas veces se confunde el cáncer de pulmón que se da por fumar cigarrillos con el que surge por estar expuesto al asbesto y entonces no pasan por enfermedades laborales. Sin embargo, son muy fáciles de diferenciar con una placa”.

Los expertos advierten que hoy en nuestro país podrían haber más enfermos o muertos por la exposición al asbesto que por el glifosato en el país pero como no se registran es imposible de comprobarlo.

En España proponen hacer una base de datos única que incluya los lugares en donde hay amianto y que contabilice a todos los trabajadores que enfermaron en consecuencia de éste. En Europa además, se ha avanzado en el juzgamiento de las responsabilidades . En Italia, tras la muerte de dos mil trabajadores, se condenó en 2012 a 16 años de cárcel a los jefes de la multinacional Eternit que usó amianto para sus materiales de construcción durante años. La empresa tiene sede en Argentina, y por muchos años se encargó de la elaboración de los tanques de agua de fibrocemento, los mismos que siguen en las casas y edificios viejos, pero aquí nunca se hizo un seguimiento del estado de salud de esos trabajadores.

En España, recientemente el sindicalista y trabajador de los astilleros de Ferrol, Rafael Pillado, que sufre un cáncer terminal, consiguió que la empresa de construcción naval civil y militar Navantia lo indemnizara por haber trabajado con materiales con asbesto.  También la empresa Uralita, pionera en hacer techos de fibrocemento, debió indemnizar a sus trabajadores que adquirieron alguna afección y hasta el estado de Madrid, que es dueño del Metro, acordó indemnizar a las víctimas y evitó ir a juicio oral.

El proceso de desabastización

Youtube es hoy una fuente sin fin de tutoriales. Tan solo con un teléfono nos convertimos en peluqueros, electricistas, colocadores de zócalos, pintores y constructores. Si colocamos en su buscador “tanque de fibrocemento” aparecen varios videos que explican cómo  cambiar un viejo tanque de agua. Las directivas que dan los youtubers son precisas y fáciles de cumplir pero desconocen lo perjudicial que puede ser para la salud de quien lo intente hacer de un modo casero.

Una pieza con asbesto estática, como puede ser un tanque de agua o un techo, es un potencial problema pero el verdadero aspecto crítico para la salud es cuando se intenta movilizarla. Leticia Lescano, geóloga de la Universidad Nacional del Sur y especializada en  contaminación ambiental con asbesto explicó: “Cuando uno manipula un material que tiene asbesto, lo perfora, rompe o taladra, fácilmente se moviliza al aire y uno puede inhalar esa fibra y generar las enfermedades pulmonares. Por eso es importante tener el equipamiento adecuado para hacerlo”.  

El Edificio del Plata, una de las primeras edificaciones públicas de la arquitectura moderna, está abandonado por la cantidad de asbesto que tiene. Es imposible derrumbarlo, porque las fibras de asbesto generarían una contaminación sin precedentes

En igual sentido, Rubio explicó: “La gente no está informada, inclusive los trabajadores, y por ejemplo quieren instalar una chimenea entonces rompen con una amoladora y provocan una nube de polvo con miles de fibras de asbesto.También muchos le hacen un agujero a su tanque de agua de fibrocemento para meterle otro caño y creen que está agujereando una pared cualquiera, no saben lo que contiene el fibrocemento”.

El proceso de desbastización que se realiza en el subte debe entonces extenderse a toda la ciudad. Para hacerlo, se necesita de una empresa autorizada y especializada que remueva las piezas, que luego se enterrarán en un relleno de seguridad. Las 90 toneladas que ya se quitaron del subte las llevaron a un relleno de seguridad de la provincia de Santa Fe.

Según explicó la geóloga, el material no solo debe ser sacado, también puede aislarse pero es preciso analizar caso por caso “no es lo mismo un techo de fibrocemento con una losa por debajo, que lo contiene y no permite su degradación natural por ambiente, que tejas al ambiente o los caños por fuera de las paredes rotos. Hay que ver si el material está en buen estado, si está recubierto, dónde está: no es lo mismo que esté dentro de una pared que no tiene contacto con las personas a que esté en los caños por fuera en una construcción”.

El asbesto es una problemática de salud pública y el Estado debe estar atento sobretodo a que se encuentra en edificios y estructuras públicas como hospitales, municipalidades y escuelas. 

El Edificio del Plata, una de las primeras grandes edificaciones públicas de arquitectura moderna del país que fue sede de varias oficinas del gobierno de esa Ciudad,  se encuentra hoy abandonado por la cantidad de asbesto que tiene en su interior. Es imposible derrumbarlo, porque las fibras de asbesto generarían una contaminación sin precedentes y su desabastización es muy costosa. Lo mismo ocurre con la ex Cárcel de Caseros que por años estuvo inhabilitada. En el último tiempo se logró demoler una  parte con procedimientos seguros pero el enorme presupuesto que conlleva hizo que por el momento el procedimiento quede paralizado.

No existe en Argentina aún un plan o proyecto de desasbestización de las ciudades. Tampoco hay un trabajo previo cuando se hacen desmantelamiento o demoliciones para comprobar la presencia de asbesto. Muchas veces se mandan a analizar las piezas en el momento que se está demoliendo y si da positivo ya es tarde. Los especialistas calculan que sacar o aislar todo el material con asbesto de la ciudad puede llevar décadas y por eso urge pensar en un plan para comenzar cuanto antes.

LG/MG

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