Lo que ocurre en el cañón de Mar del Plata está sorprendiendo al mundo

Aunque la exploración marina avanzó de forma considerable en las últimas décadas, la inmensidad del océano sigue siendo abrumadora frente a la limitada capacidad humana para investigarlo. Más del 70% del planeta está cubierto por agua, y la mayoría de esa superficie corresponde a áreas profundas y remotas donde nunca se realizó una observación directa.
La tecnología actual permite acceder a zonas cada vez más lejanas, pero los medios disponibles aún no alcanzan para recorrer de forma sistemática cada rincón del lecho marino. Este desfase entre la vastedad oceánica y el alcance real de la investigación es el motivo por el que cada hallazgo submarino adquiere tanto valor, como ocurre con la expedición argentina que despertó un interés global.
Una transmisión en directo desde el fondo del mar transforma el interés por la ciencia
En esta campaña científica, la atención no se concentró solo en los resultados. Lo que convirtió a esta expedición en un fenómeno viral es su forma de mostrarse en tiempo real, mediante una transmisión en directo desde el fondo del mar.
Las imágenes grabadas por el robot SuBastian, operado por el Schmidt Ocean Institute, sumaron millones de visualizaciones en apenas unos días. El detalle y la calidad de las grabaciones, sumados al entusiasmo de los científicos al describir lo que ven, generaron una conexión inesperada con el público general.
Los picos de audiencia se explican en parte por el atractivo de las criaturas filmadas. En una sola transmisión pueden aparecer estrellas de mar de colores intensos, esponjas que nunca se habían registrado en el país, peces cartilaginosos que esquivan con rapidez la cámara o crustáceos repletos de organismos adheridos.
La diversidad que muestra la pantalla da forma a lo que hasta hace poco solo figuraba en descripciones técnicas. Cada criatura, cada detalle nuevo en la arena o cada fragmento de coral forma parte de una narración que combina ciencia y descubrimiento. Solo hay imágenes reales desde casi 4.000 metros bajo el Atlántico.
El biólogo Gregorio Bigatti, que forma parte del equipo del Conicet a bordo del buque, explica que detrás de cada una de esas transmisiones hay una estructura de trabajo muy definida: “Tenemos un espacio donde anotamos cada observación, que se parece más a una hinchada de fútbol que a un laboratorio”. En sus palabras, ese ambiente ayuda a mantener la atención en cada inmersión y a documentar lo que aparece de forma ordenada.
La interacción en redes sociales amplifica el impacto de cada inmersión
Además del atractivo visual, el componente educativo de esta misión fue clave para su alcance masivo. Las transmisiones se complementan con materiales didácticos, conexiones con escuelas y actividades interactivas. Mariana Cassini, del Proyecto Patagonia Azul, cuenta que uno de los impulsores de esa línea de acción fue el investigador Martín Brogger, también presente en el barco. Según su testimonio, la idea fue “acercar a los chicos al ecosistema marino y lo importante que es cuidarlo e investigarlo”, con sesiones en directo que permitieron a los alumnos de una escuela de Chubut hablar con la tripulación y conocer de primera mano su trabajo.
Esta estrategia de divulgación también tuvo un efecto multiplicador en redes sociales, donde algunos fragmentos de video circularon de forma masiva y generaron una interacción constante con los científicos. En lugar de limitarse a ofrecer resultados en informes académicos, los investigadores abrieron el proceso de observación a miles de personas en tiempo real.
Esto convirtió cada inmersión en un evento que despierta curiosidad y participación colectiva, donde cualquier espectador puede comentar, preguntar o simplemente dejarse impresionar por el movimiento de un pepino de mar a más de tres mil metros de profundidad.
Valeria Falabella, directora de conservación costero-marina de la organización Wildlife Conservation Society en Argentina, relaciona esa repercusión con un cambio más interesante en la forma de percibir el océano. En su intervención para Infobae, apuntó que “esta expedición está conectando a la gente con el mar profundo de la manera más humana que existe”. Desde su perspectiva, ver criaturas desconocidas en directo ayuda a generar empatía y a reconocer que ese universo submarino forma parte del mundo real, aunque se mantenga fuera de la vista habitual.
La campaña sigue en marcha con nuevas zonas por explorar y miles de personas conectadas
La campaña científica se extenderá hasta el 10 de agosto y se transmite por el canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute. Cada jornada incorpora nuevas áreas de exploración dentro del cañón submarino de Mar del Plata, una zona donde confluyen las corrientes de Brasil y Malvinas, lo que potencia la biodiversidad.
A cada inmersión le sigue una jornada de análisis, clasificación y carga de datos que se traducirá más adelante en estudios formales. Pero por ahora, lo que mantiene al público atento no son los papers. Son los movimientos lentos de una raya desconocida, el color inesperado de una anémona o la posibilidad de ver, desde cualquier pantalla, lo que antes solo podía imaginarse.
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