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Empleo doméstico, el sector más golpeado por la pandemia y con menor ritmo de recuperación

El trabajo en casas particulares es el sector más feminizado, con mayor índice de informalidad y menores salarios

Delfina Torres Cabreros

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En la vida de Beatriz la pandemia significó la interrupción de una rutina de más de una década: la de recorrer, cada día, el camino desde su casa humilde en Los Troncos del Talar, en Tigre, hasta el complejo de barrios cerrados Nordelta, donde trabajaba —siempre en la informalidad— como empleada doméstica. No fue repentino. Primero sus empleadores le pidieron que, en vez de ir todos los días, fuera tres veces por semana y comenzaron a calcularle el pago por hora. Luego, le dijeron que ya no la necesitaban y entonces su rutina diaria empezó a ser definitivamente otra: caminar el barrio y contactar a conocidos en la búsqueda de alguna posibilidad laboral que le permitiera sustentar las necesidades de su hogar, en el que vive con dos de sus ocho hijos. “No conseguí más trabajo adentro de Nordelta”, dice a elDiarioAR siete meses después del despido. “Empecé a vender sahumerios y perfumitos en las plazas y me estoy arreglando con eso”. 

Si se compara la variación de la población ocupada en las distintas ramas de actividad entre 2019 y 2021 se ve que el trabajo en casas particulares es el sector más afectado por la pandemia y tiene el ritmo de recuperación más lento de todos. Si bien en el último año el sector mostró signos de recuperación, desde 2019 hasta el primer trimestre de 2021 la caída fue del 26,1%. Este declive más que duplica el del sector hotelero y gastronómico, que sufrió una baja de 12,9% en el mismo período, y más que triplica la caída en la construcción y la industria manufacturera.

Los datos, que se desprenden de un informe de la Dirección de Economía, Igualdad y Género, a cargo de Mercedes D’Alessandro, muestran que el servicio doméstico no solo es una de las principales opciones laborales para las mujeres —ocupaba a más de 1,2 millones antes de la pandemia— sino que representa el 5,3% del trabajo total de la economía argentina. La crisis pandémica redujo a 781.000 las cantidad de trabajadoras del rubro en el segundo trimestre de 2020.

En el segundo trimestre de 2020 más de 460.600 trabajadoras perdieron el trabajo (entre formales e informales) y todavía 350.000 no lo recuperaron.  De acuerdo con el último informe del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que capta al universo de trabajadores registrados, entre enero de 2020 y junio de 2020 el empleo formal en este sector cayó 3,7% (aproximadamente 18.700 puestos de trabajo).

Lejos de iniciar una recomposición, como ocurrió con la mayoría de las ramas de actividad, el sector de trabajadoras de casas particulares continuó perdiendo puestos formales. Entre el primer trimestre de 2020 y el mismo período de 2021, la caída fue de 5,1%. En términos absolutos, perdieron sus empleos formales más de 25.500 personas. 

En el segmento informal el declive fue peor; las trabajadoras no registradas sufrieron una baja del empleo superior al 30%. Se pasó de 927.000 puestos en el primer trimestre de 2020 a 624.000 en el mismo período de 2021: 303.000 trabajadoras menos. Dado que proceden de diferentes fuentes, los datos acerca de la variación de puestos formales (SIPA) e informales (Encuesta Permanente de Hogares, del Indec) no suman la variación de la cantidad de puestos totales (EPH-Indec). 

El trabajo en casas particulares es el sector con mayor nivel de informalidad de toda la economía, pero el efecto de la destrucción de empleos no registrados derivó en una “falsa mejora”. Antes de la pandemia, la registración llegaba a tan solo al 25,5% y ahora se ubica en el orden del 29,5%.

En el escenario en el que desembarcó el Covid-19, el trabajo en casas particulares era la principal actividad laboral de las mujeres: empleaba a 1,2 millones (el 16,7% de las trabajadoras ocupadas, 21,6% de las asalariadas). Pero la caída en el empleo en este sector fue tan grande que modificó la estructura de inserción laboral de las mujeres: a principios de 2020, casi 1 de cada 6 trabajadoras se empleaba en esta rama; a principios de 2021, lo hacían 1 de cada 8. Actualmente, 12,4% de las trabajadoras ocupadas en el país se dedica al servicio doméstico (16,8% de las asalariadas).

Así, y tras el cataclismo de la pandemia, el trabajo en casas particulares es la tercera rama de ocupación entre los empleos de las mujeres, después del comercio y enseñanza. Casi el 60% de las mujeres de nuestro país se inserta en el servicio doméstico, el comercio, la enseñanza y los servicios sociales y de salud. Es decir, 6 de cada 10 mujeres trabajan en estas ramas.

Además del récord de informalidad (70,5%), este sector es el que tiene los salarios más bajos de toda la economía argentina. Entre el primer trimestre de 2020 y mismo periodo de 2021 el ingreso promedio se incrementó en términos nominales un 26%, mientras que la inflación fue del 43%. El ingreso promedio de las informales creció poco más del 14% (pasó de $8.245 a $9.436) mientras el de las trabajadoras formales se elevó un 35% (de $13.909 a $18.707).

En 2020 las trabajadoras registradas de este sector fueron las únicas incluidas dentro del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Según datos de la Anses, 272.000 personas que recibieron esta ayuda oficial eran empleadas domésticas.  Por otro lado, y para intentar revertir la caída e incentivar la contratación formal, el Gobierno lanzó este año el programa Registradas, mediante el cual se hace cargo por seis meses de hasta el 50% del salario de las trabajadoras que sean contratadas por personas con ingresos brutos mensuales menores a $175.000. 

Esto se suma a un incentivo ya vigente para quienes pagan impuesto a las ganancias, que pueden computar las remuneraciones pagadas y las contribuciones patronales como deducción. Este incentivo está orientado a los deciles de mayores ingresos, un universo mayoritariamente masculino. Según datos de la AFIP, del ejercicio fiscal 2018 (último dato disponible), el 71,26% de quienes pagan Ganancias son varones.

DT

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