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El 2023 ya llegó La pulseada en el Congreso

“130 votos”: la mayoría opositora que inquieta al FdT y expone la grieta de JxC

Sergio Massa, durante una sesión en Diputados

Pablo Ibáñez

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Hubo una costura sigilosa y quirúrgica para juntar los votos detrás de la maniobra opositora para apurar, sin debate, el tratamiento de la Boleta Única. En esa orfebrería intervino, con escasa visibilidad, Emilio Monzó, uno de los diputados de JxC que mejor conoce, porque durante cuatro años fue jefe de la Cámara, la dinámica en Diputados y que avanzó con ese proyecto como parte de una ensayo más grande: la consolidación de una mayoría opositora, remake del llamado “grupo A” del 2010, que imponga una agenda propia en el Congreso.

Ese movimiento inquieta al Gobierno y forzó, hace 15 días, un procedimiento defensivo del Frente de Todos: contra reloj, sacó dictamen para cinco leyes, tres de las cuales llevó al recinto 48 horas después. Se trató de proyectos de alto impacto, algunos insólitamente demorados como la ley VIH o la de cannabis medicinal e industrial. Aunque estaban en agenda, todo se apuró como parte de un despliegue del FdT para licuar lo que aparecía como una derrota inevitable: la oposición tenía el número para avanzar, a pesar de la resistencia oficial, con el proyecto de la Boleta Única de Papel (BUP) que se trata hoy en comisión.

Fue lo que ocurrió. El BUP anudó una mayoría de 131 votos, volátil pero posible. Esta vez fue un mix amplio que abarcó a Juntos por el Cambio con sus diez bloques y monobloques, a las duetobancadas libertarias -La Libertad Avanza y Avanza Libertad-, al Interbloque Federal que mixtura lavagnista, peronistas anti K y socialistas, los dos bloques radicales, parte del FIT -esta vez, lo hizo Del Plá aunque los otros tres diputados se abstuvieron- y provinciales como los rionegrinos y neuquinos que en estos casos son determinantes para superar el piso de los 129 imprescindibles.

Nueva mayoría

Más allá de la discusión sobre la boleta única -fue el único tema que generó aplausos en la reunión de CIPECC de principios de mayo- lo realmente importante es el procedimiento político, la construcción de una mayoría que seguirá, sesión a sesión, tratando de instalar una agenda propia. Graciela Camaño dio algunas pistas: habló de “ficha limpia” y extinción de dominio, como otros temas que animan esa agenda institucionalista y pueden, por empatías o porque para algunos diputados puede ser difícil oponerse, garantizar 130 votos o más.

Para Sergio Massa, presidente de la Cämara, y Germán Martínez, jefe del bloque del FdT, esa nueva mayoría es un problema. Se preparan, incluso, para tener que cohabitar con esa amenaza que los obligará a estar alertas. Un detalle poco conocido: Massa tenía en agenda plegarse a la gira europea de Alberto Fernádnez en la escala Berlín pero no lo hizo ante la posibilidad de que la oposición, sobre la hora, apure una sesión especial.

El riesgo, asumido en el oficialismo, es que esa mega oposición, que remite al grupo A que se armó en 2010 y dejó sin presupuesto a Cristina Kirchner como ocurrió en diciembre pasado con el caso de Fernández, avance con proyectos que obliguen al Senado a frenar las iniciativas o, en algún otro caso, que requieran de un veto presidencial.

“Entre las divisiones en el FdT, y un gobierno que no juega a fondo, a JxC le cuesta menos lograr que algunos provinciales los acompañen”, explica una fuente del FdT. Un ejemplo;: Alberto Weretilneck, ex gobernador de Río Negro y senador por esa provincia, se mueve cerca del bloque oficial en la Cámara alta pero sus dos diputados apoyaron la Boleta Única. Hay una razón puntual: a los partidos provinciales, la boleta única les sirve porque como no suelen llevar candidato a presidente, en las polarizaciones de las elecciones nacionales se quedan sin representantes. Le ocurrió, por caso, al Frente Cívico santafesino que gobernó la provincia hasta diciembre del 2019.

Avanzadas

Lo que la oposición logró con la BUP tuvo, en diciembre pasado, una precuela cuando JxC impulsó el tratamiento de una reforma de Bienes Personales. Al final, les salió mal: el FdT armó una estrategia que aceptó el debate y apuró una reforma de las alícuotas -por caso, se aumentó la que se aplica a los argentinos que tienen bienes en el exterior- que el macrismo y la UCR rechazaron. Ayudaron faltazos de viajeros y algún positivo COVID-19, pero fue una prueba para la oposición de que tenía el número, aunque las blancas también juegan.

La super sesión del jueves 5 de mayo demostró indicios de lo que puede ser una pista del oficialismo: en la agenda ampliada, el FdT incorporó temas que generaron tensiones dentro de JxC. No solo la de HIV, en la que cuatro diputados del interbloque votaron junto a los libertarios, sino también en el proyecto de promoción de la construcción, donde el proyecto fue impulsado por Cristian Ritondo, jefe del bloque PRO, pero la iniciativa no fue acompañada por la UCR, Evolución Radical y la Coalición Cívica (CC).

El deporte legislativo dará lugar a esos ruidos. ¿Por qué la UCR, incluso legisladores macristas, se oponen a un proyecto impulsado por el jefe del bloque del PRO? Lo mismo con la ley de Promoción de Cannabis medicinal y cáñamo industrial: casi todo el PRO votó en contra mientras que Evolución, el espacio de Martín Lousteau acompañó, y diputados de la UCR ligados a gobernadores que tienen emprendimientos vinculados a esa actividad en sus provincias, también apoyaron.

También se fracturó el interbloque Federal donde combinen cordobesistas, socialistas de Santa Fe y bonaerenses como Camaño, Florencio Randazzo y Alejandro “Topo” Rodríguez. Los primeros votaron a favor, la diputada en contra y los dos hombres se abstuvieron y/o ausentaron.

Los chispazos en JxC, que cruje en el frente electoral, se expresaron en que hubo 16 oradores de ese espacio, para expresar matices. Con Incentivo a Construcción, texto que tiene la doble autoría de Ritondo y Massa, pero además colisiona con el proyecto del FdT del Senado sobre fondos para pagarle al FMI, ocurrió algo parecido.

Es la carta que tiene el FdT sobre la mesa. Si JxC avanza a ciegas y a las apuradas, el oficialismo tiene un menú para poner sobre la mesa de temas que profundicen o visibilicen las diferencias internas. “Hay que ser cautos: no cualquier tema logra unificar a todos”, apunta un diputado que intervino en las negociaciones. La experiencia del 2010 dejó enseñanzas: la más notable la de la aprobación del 82% movil para los jubilados, que forzó un veto de la entonces presidente, que fue una victoria corta y apuró la fragmentación interna.

PI

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