La “extraña” atracción por las películas de terror y los sustos en Halloween: ¿por qué nos gusta pasar miedo?
Se acerca la noche de Halloween, una de las favoritas para los amantes del terror. Ver películas de miedo y visitar casas encantadas se convierte para algunas personas en el plan perfecto para la noche del 31 de octubre. Pero ¿a qué se debe esa fascinación por pasarlo mal? La respuesta es científica, y tiene que ver con cómo nuestro cuerpo y nuestra mente responden a esta emoción.
Cuando nos enfrentamos a situaciones aparentemente aterradoras, nuestro ritmo cardíaco aumenta, nuestra respiración se acelera y se liberan hormonas como la adrenalina. Todo esto activa nuestro sistema de alerta, preparándonos para reaccionar ante un posible peligro. Sin embargo, el cerebro no se detiene ahí, y busca una respuesta más allá: ¿Existe realmente una amenaza o es una falsa alarma?
Así es cómo los humanos somos capaces de racionalizar el instinto de miedo, evitando entrar en pánico. Esto es exactamente lo que ocurre con algunas personas cuando ven una película de miedo o se asustan en un pasaje del terror: saben que no hay una amenaza real y eso les permite disfrutar de la sensación de emoción intensa sin riesgo. El corazón acelerado, la adrenalina, la tensión en el cuerpo… Son emociones que pueden generar un subidón de energía.
Además, hay quien disfruta de pasar miedo en compañía, lo que refuerza también los vínculos sociales. Sin embargo, mantener el cuerpo en un estado de miedo durante demasiado tiempo o a niveles muy intensos puede ser perjudicial tanto física como mentalmente, por lo que debemos tener cuidado.
La conexión entre miedo y humor
A simple vista, el miedo y el humor parecen estados mentales totalmente opuestos. Sin embargo, estas están más interconectadas de lo que nos imaginamos. “Desde jugar al escondite con nuestros padres de bebés, pasando por asustar a nuestros compañeros de clase por diversión de niños, hasta reírnos después de los sustos al ver películas de terror de adultos”, señaló Marc Hye-Knudsen, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, después de publicar un estudio sobre la conexión de estas dos emociones.
La investigación sostiene que el humor y el miedo parten del mismo tipo de evaluación cognitiva: surgen cuando percibimos una amenaza en el entorno. La diferencia está en cómo interpretamos esa amenaza. La risa puede aparecer cuando entendemos que algo que parecía peligroso en realidad no lo es.
Para demostrarlo, el estudio analizó la reacción de una serie de sujetos en contextos controlados, como el visionado de una película de miedo en el cine o la visita a una casa embrujada en un parque de atracciones. En estos casos, el público primero experimenta una amenaza intensa (miedo), pero luego se da cuenta de que está a salvo y puede reinterpretar esa emoción como algo gracioso. De ahí que la gente se ría después de sufrir un susto de miedo.
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