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Los obstáculos para frenar el racismo en el fútbol español: de los límites de la vía penal a la falta de protocolos claros

El jugador del Real Madrid Vinícius Junior.

Gabriela Sánchez / Elena Herrera

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Nunca se suspendió un partido de fútbol por cantos racistas en España y tampoco hay nadie condenado penalmente por ello. El asunto vuelve al debate público a raíz del último incidente racista en un estadio ocurrido este fin de semana. El jugador del Real Madrid Vinícius Junior, víctima constante de insultos racistas, fue recibido con cánticos de “Vinícius, eres un mono” a su llegada al campo del Valencia. Después, durante el partido, se negó a seguir jugando tras escuchar que un aficionado le había llamado “mono” cuando iba a hacer un saque. El árbitro sólo paró el encuentro de forma momentánea mientras “la voz del estadio” decía que “no se tolerarán los insultos ni el racismo”. 

No era la primera vez que el brasileño se veía en una situación similar, ni tampoco el único caso registrado en los últimos años en el fútbol español. El incidente está ya en manos de la Fiscalía de Valencia, que abrió una investigación de oficio para determinar si los hechos constituyen un delito de odio. A falta de cómo avancen esas pesquisas, el incidente puso de nuevo el foco sobre los obstáculos que existen para castigar este tipo de episodios xenófobos en el mundo del deporte. Principalmente, desde el ámbito penal, donde la Fiscalía archivó en el último año y medio al menos cuatro denuncias por hechos similares de insultos racistas proferidos por aficionados. En tres de ellas, el receptor de esos cánticos también había sido Vinícius. 

El Código Penal castiga con hasta dos años de cárcel a quienes “lesionen la dignidad de las personas” mediante acciones que entrañen “humillación, menosprecio o descrédito” por motivos racistas, antisemitas, ideológicos o xenófobos, entre otros. Según la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que es vinculante para España, la libertad de expresión ampara no solo las opiniones inofensivas, sino también las más hirientes. Pero establece como líneas rojas la incitación directa a la violencia y los comentarios que ahonden en la discriminación que ya sufren colectivos vulnerables. 

Fuentes fiscales consultadas por elDiario.es afirman que existen varios obstáculos para lograr que estas denuncias lleguen ante la Justicia. Uno de ellos es la dificultad para identificar a los autores de los hechos, que tratan de pasar desapercibidos entre el numeroso público que acude a los estadios. En el caso de este último episodio, la Policía ya ha identificado a dos aficionados que habrían proferido estos insultos, según ha informado Las Provincias

Pero la falta de autor conocido no es el único motivo que ha llevado a los fiscales a archivar esas denuncias. En otras ocasiones han considerado que a pesar de ser hechos “soeces” o “deleznables” no sobrepasan la línea de la infracción penal. Es decir, que pueden tener consecuencias en otros ámbitos —como el administrativo— sin tener que llegar a la categoría de delito.

Por ejemplo, la Fiscalía calificó de “desagradables, inapropiados e irrespetuosos” los cánticos racistas que aficionados no identificados profirieron en septiembre del año pasado en el campo del Atlético de Madrid contra este mismo jugador del Real Madrid. Pero entendió que no fueron delictivos al haber durado unos pocos segundos, haberse producido “con ocasión de la celebración de un partido de fútbol de máxima rivalidad” y no poder imputarse a una persona concreta.

Una argumentación similar dio la Fiscalía de Baleares para rechazar otra denuncia por cánticos racistas contra el jugador blanco. En este caso, en un partido contra el Mallorca de marzo del año pasado. El Ministerio Público afirmó que “la expresión y sonidos proferidos” habían sido “vejatorios” y “absolutamente rechazables”, pero rechazó llevarlos ante el juez al considerar que no revestían “la dimensión penal pública” que requiere el delito de odio. Este mismo motivo suscitó el archivo de otra denuncia de LaLiga por los insultos racistas que recibió el jugador del Athletic Club Nico Williams en un partido contra el Betis, en marzo de 2022. “Pese a lo incorrecto de los mismos, no sobrepasan la línea de la infracción penal”, afirmó la Fiscalía de Sevilla.

Estos posicionamientos de la Fiscalía han motivado que en los últimos incidentes, entidades como LaLiga hayan optado por presentar las denuncias directamente ante los juzgados. De hecho, según datos de la patronal, en este momento hay investigaciones abiertas por cánticos racistas contra Vinícius en juzgados de Valladolid, Palma y Pamplona. 

El primer juicio por racismo en el fútbol

En todo caso, por el momento el único caso de insultos racistas en el fútbol que ha llegado a juicio es del jugador del Athletic de Bilbao Iñaki Williams. En próximas fechas se sentará en el banquillo el aficionado acusado de proferir gritos racistas contra el delantero durante un partido contra el Espanyol el 25 de enero de 2020. 

En este caso, el autor sí está identificado. Y, según el relato del fiscal, gritó “de forma repetida 'uh, uh, uh, uh”', onomatopeya que imita el sonido emitido por los monos y que ha sido empleada en diversas ocasiones por los asistentes a un partido para insultar a los jugadores de piel negra, al tiempo que simulaba los gestos que hacen los primates. Tanto el Ministerio Fiscal como LaLiga, que ejercen la acusación, han solicitado penas de hasta dos años de prisión para el acusado, así como una multa económica, la prohibición de acceso a los estadios de fútbol durante cinco años y la prohibición de acercarse a la víctima. Williams aseguró sentirse “humillado” por esos insultos racistas

De forma paralela, la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte ha propuesto sanciones de 4.000 euros y un año de prohibición de acceso a recintos deportivos a once aficionados por insultos racistas proferidos contra Vinícius en otros dos encuentros celebrados esta temporada. Son casos que LaLiga también ha llevado ante los tribunales y que se investigan en los citados juzgados de Valladolid y Palma.

Activistas antirracistas piden más contundencia

Más allá del ámbito estrictamente judicial, la Asociación de Futbolistas Españoles y el Movimiento contra la Intolerancia, organizaciones que también han denunciado el último ataque racista a Vinícius ante la Fiscalía General del Estado, consideran que “instituciones como la LaLiga, la Real Federación Española de Fútbol y el mismo Gobierno disponen de los mecanismos disciplinarios necesarios para actuar con la suficiente contundencia ante este tipo de actos”. 

“No podemos permitirnos que estos hechos queden impunes. Hay que atajarlos”, considera Antumi Toasijé, presidente del Consejo para la Eliminación Racial y Étnica en España, en declaraciones recogidas por elDiario.es. El también historiador antirracista ha recordado la proyección que puede llegar a tener un caso de racismo en el fútbol como el vivido este fin de semana, por lo que ha solicitado más contundencia a los distintos actores implicados: “El partido, para empezar, debería haberse suspendido. El árbitro puede hacerlo en base a la ley contra el racismo en el deporte. Pero tenemos una ley que no se aplica”. 

En la misma línea, el líder de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, solicita la aplicación de esta misma normativa ante casos de racismo en el fútbol: “El árbitro puede suspender el partido, así como forzar el desalojo de la grada”, insiste el presidente de la organización. 

¿Cancelar el partido?

El incidente racista provocó que el partido contra el Valencia se interrumpiese de forma temporal. Cuando el jugador del Real Madrid fue a sacar de fondo, escuchó un insulto racista, ante lo que se negó a continuar jugando y señaló al aficionado que le había insultado para comunicárselo al colegiado. Desde la megafonía del estadio se advirtió de que “no se iban a tolerar insultos racistas”. Finalmente, el encuentro siguió y Vinícius fue expulsado poco después en una acción con Hugo Duro.

La ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte contempla distintos niveles de suspensión del partido si, durante el desarrollo del juego, “tuvieran lugar incidentes de público relacionados con conductas” violentas, racistas o discriminatorias. El árbitro es el encargado de decidir su “suspensión provisional” como medida “para el restablecimiento de la legalidad”. 

La normativa también señala que, en caso de persistir la situación, puede acordarse el desalojo de la grada o parte de la misma donde se hubieran producido los incidentes y la posterior continuación del encuentro. También se contempla la cancelación definitiva del encuentro, una decisión que recae sobre el árbitro “tras recabar el parecer del coordinador de seguridad”. 

Para acordar alguna de estas decisiones, el árbitro debe valorar la gravedad de los hechos, los efectos que pudiese ocasionar entre el público la orden de desalojo y ponderar el normal desarrollo de la competición. Sin embargo, en la práctica, nunca se ha cancelado un encuentro por cánticos racistas. En diciembre de 2019 sí se detuvo el encuentro entre el Rayo Vallecano y el Albacete, después de que parte de las gradas llamase nazi a Román Zozulya, a quien se le ha podido ver posar en diversas imágenes exhibiendo símbolos fascistas.

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, explicó que el jugador merengue, después de escuchar los insultos racistas, quiso abandonar el partido, pero el italiano le aconsejó que no lo hiciese, dado que no le parecía “justo” que fuese él quien abandonase el campo. “Le dije: ‘No eres el culpable, eres la víctima'”. Ancelotti reprochó a LaLiga no haber parado el encuentro: “LaLiga tiene un problema. Con este episodio de racismo, tienen que parar el partido”. Algunos compañeros del equipo blanco, como Thibaut Courtois, aseguraron que “en caso de que Vinícius se hubiese retirado, le habrían seguido”. 

Tras algunos episodios racistas ocurridos en el fútbol, algunas voces se preguntan por qué no es el club afectado, o sus propios jugadores, los que se niegan a continuar el juego. Pero ni el entrenador ni sus futbolistas podían decidir una retirada por su cuenta sin arriesgarse a ser sancionados por incomparecencia.

Falta de protocolos claros

La decisión recae en el árbitro, según la legislación. Pero la normativa que regula la violencia en el deporte, aprobada en 2008, incluía la necesidad de desarrollar un protocolo de actuación para concretar la manera de aplicarlo. La iniciativa debía correr a cargo de la Comisión Antiviolencia. Sin embargo, los protocolos existentes no son lo suficientemente claros sobre los posibles efectos de esta decisión, según alerta el comentarista de Dazn, experto en fútbol africano, Alberto Edjono Owono.

Uno de los protocolos enfocados al racismo en estas competiciones fue aprobado en 2005, y sostiene que el árbitro, tras observar ofensas o conductas racistas de “suma gravedad”, tendrá que “agotar las vías dirigidas a lograr que prosiga su celebración”, antes de adoptar la decisión de suspender el partido. 

La falta de protocolos claros establecidos en LaLiga ante actos racistas en el campo es, según Edjogo Owono, buena parte del problema: “El reglamento dice que si abandonas un partido, se entiende que no compareces y pierdes el partido y tres puntos, lo que deja al club en una situación complicada”. La Real Federación Española de Fútbol y La Liga “deberían crear un protocolo de competición que permita a los profesionistas determinar que ese partido se está desarrollando en circunstancias anómalas por abuso racial”, sostiene. Esta escasez de herramientas claras, considera el experto, “deja en un limbo” a los jugadores.

“Lo que no está claro es qué ocurre si se para el partido. Y hay mucho miedo: imagina que imponen sanciones, dan el partido por perdido, quitan puntos... Por eso es necesario un protocolo claro y cristalino”, insiste el comentador especialista en fútbol africano, quien da otra clave: “La Federación y LaLiga no tienen buenas relaciones, lo que dificulta mucho que salga adelante un protocolo conjunto, por lo que sería necesario que se elevase más arriba”. 

El mismo debate surgió tras el caso denunciado por el jugador del Valencia Mouctar Diakhaby. Corría el minuto 30 del encuentro entre el Valencia y el Cádiz cuando Diakhaby y Juan Cala comenzaron a increparse. El defensa del conjunto ché denunció que Cala le había llamado “negro de mierda”. Sus protestas se tradujeron en una tarjeta amarilla. Tras discutir con el árbitro, abandonó el terreno de juego. Sus compañeros le acompañaron y el encuentro permaneció detenido durante cerca de 20 minutos, pero se reanudó tras la advertencia del árbitro de una posible “sanción excesiva” contra el club.

Más herramientas

El presidente del Consejo para la Eliminación de la Discriminación racial sostiene que los distintos actores implicados no abordan estos casos desde la “extrema gravedad”, debido al efecto que puede tener en la sociedad y en otras víctimas de racismo la inexistencia de sanciones claras en episodios tan mediáticos. “Cuando los hechos racistas no tienen consecuencia, se expande el odio en la sociedad. El incendio hay que atajarlo rápido”, afirma. 

Más allá de la normativa existente, Toasijé denuncia la “insuficiencia de herramientas para acabar con” estos episodios. “Apelo a la propia Liga, a los ministerios correspondientes —Igualdad; y Cultura y Deporte—, acciones contundentes para que esto no vuelva a suceder. El presidente del Consejo solicita al Gobierno la aprobación de la ley orgánica contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia, cuyo borrador fue elaborado por Igualdad y abierto a consulta pública en 2022, pero cuya tramitación se encuentra estancada, recuerda el historiador.  

Otro de los extremos que han alertado a las organizaciones antirracistas es la reacción del presidente de LaLiga, Javier Tebas, quien se ha llegado a enzarzar con Vinícius a través de redes sociales por denunciar el racismo en España y una supuesta pasividad de LaLiga para enfrentarlo. “No se puede revictimizar a la víctima. Esas declaraciones ponen de manifiesto la falta de conciencia que hay en el fútbol español. Vinícius le hace un favor a la sociedad española alzando la voz”, sostiene Toasijé. “A las víctimas siempre hay que protegerlas. Hay que deslindar acciones deportivas de insultos relacionados con el ámbito deportivo”, apunta Esteban Ibarra. 

“Si no se adoptan ya medidas contundentes, seguiremos fracasando como sociedad ante hechos que traspasan nuestras fronteras y están dañando de una manera irreparable la imagen de España”, sostienen desde el Movimiento contra la Intolerancia y la Asociación de Futbolistas Españoles. “Lo necesario para frenar estos episodios es tener voluntad de erradicarlos y encontrar el camino para hacerlo. Es fundamental lograr una identificación rápida, la expulsión directa de los agresores y traspasar parte de la responsabilidad al club. El club no lo puede ver como algo ajeno”, concluye Edjogo Owono. 

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