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Piel de gallina

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El 75. Un punto de inflexión en la historia de los hinchas de River

16 de Febrero 1975: River 0 Estudiantes de la Plata 0

Durante el período comprendido entre los años 1958 y 1974, el club Atlético River Plate no pudo salir campeón. Por ese motivo, la obtención del campeonato metropolitano de 1975 y del posterior torneo Nacional del mismo año, significó un tremendo desahogo para los hinchas de River que nacimos entre principios de los años 1950 y mediados de la década de 1960. Formamos parte de una generación que tuvo qué esperar varios años para ver salir campeón a la banda roja.  Los que adquirieron conciencia futbolera a partir de 1958 padecieron la totalidad de esos años de sequía, lo mismo que la generación de nuestros padres que se había acostumbrado a festejar los títulos ganados por River en las tres décadas anteriores.

 En 1974 el glorioso riverplei había tocado fondo. No sólo acumuló una temporada más sin salir campeón, sumando ahora 17 años sin títulos, sino que ni siquiera logró clasificar para las instancias finales de los dos campeonatos jugados ese año, el Metropolitano y el Nacional. Parecía que sólo la llegada de un “mesías” podría torcer el rumbo. Fue por eso que a comienzos del año siguiente, la dirigencia de River decidió contratar a un nuevo técnico y eligió al que había estado más cerca de sacarlo campeón en los últimos años: Angel Amadeo Labruna, quien a partir de la conquista del 75 se transformaría en un verdadero ícono del club, un auténtico “Gallardo” de esos tiempos como evidencia la estatua ubicada al lado del Monumental que se erigió en su honor tiempo después.

Labruna venía de realizar una gran campaña con Talleres de Córdoba, equipo revelación del último campeonato Nacional, y pocos años antes había sacado campeón a Rosario Central por primera vez en su historia. En sus experiencias anteriores como técnico de River (1963 y 1968-70) había conseguido cinco subcampeonatos. Como jugador vistió la banda roja durante veinte inolvidables años, con un rol protagónico en la delantera de la legendaria Máquina. Además, seguía siendo el goleador histórico del club. Cuando ya se rumoreaba su retorno a River, declaró que si lo hacía, era para sacarlo campeón.

Su vuelta generó una gran conmoción. Empezó por repatriar al legendario ex defensor central de Racing Roberto “mariscal” Perfumo y al ex puntero derecho de los matadores de San Lorenzo Pedro González; compró al experimentado cinco de Independiente Miguel “Perico” Raimondo; trajo a los eficientes defensores de Talleres Héctor Artico y Pablo Comelles y al también cordobés proveniente de Belgrano -donde ya era todo una leyenda- Omar Reinaldi, la Pepona entre otros. A estas contrataciones se sumaba el retorno de Oscar Pinino Más tras haber jugado una temporada en el Real Madrid. Por otro lado, Labruna aseguró la titularidad a algunas estrellas del equipo cuyo futuro en River era incierto, como el Pato Fillol, Jota Jota López, el Beto Alonso y el Puma Carlos Morete.

Cuando ese mismo año mi padre decidió que había llegado el momento de comprar por primera vez dos plateas anuales en el Monumental, me pareció una especie de premonición. Tratándose de una persona tan escéptica como él, parecía ser toda una señal…Probablemente la vuelta de Labruna al club lo había entusiasmado, al fin y al cabo él lo había visto jugar en la gloriosa Máquina de fines de los años 1940 y en los exitosos equipos de la década del 1950. 

En la primera fecha del campeonato Metropolitano del 75 estrenamos nuestras ubicaciones en la platea San Martín media, bien en la punta pegado a la platea Almirante Brown, actual tribuna Sívori, para ver al “nuevo River” contra Estudiantes de La Plata. En el equipo platense haría su debut en primera ése día otro Brown, José Luis más conocido como “el tata”, el defensor destinado a ser campeón del mundo con la Selección Argentina en 1986. Al igual que en ese inolvidable Mundial, su técnico en Estudiantes ese día era Carlos Salvador Bilardo quien además contaba en las filas de su conjunto con antiguos compañeros de su época como jugador, el durísimo Carlos Pachamé y el gran puntero izquierdo “la bruja” Juan Ramón Verón, ambos miembros del exitoso y polémico equipo pincha“que dirigió  Osvaldo Zubledía en los años 1960.

 Cuando River hizo su ingreso a la cancha llamó la atención un pequeño cambio estético en el atuendo de sus jugadores: se habían despojado tanto de las clásicas medias grises como de las rojas y blancas a rayas horizontales, para usar por primera vez en su historia medias totalmente blancas. El partido fue inolvidable. Pocas veces vi un empate en cero tan emocionante. River fue dominador absoluto durante los noventa minutos a tal punto que resultó absurdo que no hubiera podido ganar. Con Fillol y Perfumo la seguridad en la defensa parecía garantizada; en el mediocampo Jota Jota y el Beto lucían renovados, recobrando su nivel de juego y entusiasmo después de un par de temporadas intrascendentes; Pedro González desbordaba una y otra vez por la punta derecha mandando punzantes centros al área rival para las arremetidas de Morete y Pinino. 

La gran figura, sin embargo, fue el “gringo” Artico, uno de los nuevos marcadores centrales. Se comió la cancha, alternando la defensa y el ataque, y hasta pegó un tiro en el travesaño. Hubo otros tiros en los palos del arquero pincharata Oscar Pezzano y su marcador de punta izquierdo, el “tano” Franco Frassoldati, rechazó dos pelotas en la línea de su arco. 

La actuación auspiciosa de River aquel día generó un grado de fervor enorme entre su gente, que a pesar del empate despidió al equipo con una ovación. Era inevitable ilusionarse. Sería finalmente el año que pondría fin a esa racha nefasta? Todavía quedaba un largo camino por delante, y no me olvidaba que durante los últimos 17 años River había armado varios equipos que generaron un nivel de entusiasmo similar.

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