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Opinión

La reivindicación federal del Colón campeón

Colón de Santa Fe, campeón.

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Una de las grandes ambigüedades de nuestro fútbol quedó expuesta -y tal vez empezó a saldarse- en estas horas. El Interior del país es el mayor contribuyente de futbolistas para la selección pero los hinchas de sus clubes, incluso los de Santa Fe y Córdoba, grandes nutrientes de la albiceleste, deben competir con el viento en contra para entrometerse entre los equipos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y festejar un título nacional. Son clubes populares que marcan el pulso de las provincias pero deben esperar una vida entera, o más también, para concretar una vuelta olímpica.

En contrapartida a una estructura que históricamente favoreció a los clubes de Buenos Aires, la selección argentina que mañana viajará a Colombia para su partido de este martes por las Eliminatorias para el Mundial, y que luego volará a Brasil para la Copa América, será justamente eso: un representativo nacional. Las ciudades o los pueblos natales de los once futbolistas que terminaron el partido del jueves pasado contra Chile mostraron un mapa federal: tres jugadores de Córdoba (Cristian Romero, de la capital provincial; Julián Álvarez, de Calchín; y Nahuel Molina, de Embalse); dos bonaerenses (Emiliano Martínez, de Mar del Plata; y Lautaro Martínez, de Bahía Blanca); dos santafesinos (ambos de Rosario, Lionel Messi y Ángel Correa); un tucumano de Famaillá, Exequiel Palacios; un entrerriano de Gualeguay, Lisandro Martínez; y dos excepciones del AMBA, Nicolás Tagliafico y Rodrigo de Paul, ambos del sur del conurbano, de Rafael Calzada y de Sarandí, o sea ningún porteño.

Pero si selección argentina es de todos, y se alimenta mayoritariamente con jugadores fabricados en Santa Fe, Córdoba y el AMBA, el desglose de títulos de los campeonatos nacionales es tan poco federal que Colón se convirtió el viernes en el primer campeón de un torneo de Primera División por fuera de Buenos Aires y la burbuja de Rosario (Central y Newell’s, a diferencia del resto de los clubes del Interior, fueron admitidos por la AFA en 1939). Es cierto que no se trató de un campeonato de liga sino de una copa pero las nomenclaturas no cambian la hazaña, por lo excepcional, de Colón, una cuña entrometida entre las geografías campeonas de siempre.

El resto de los intentos de los clubes del Interior, sin contar la salvedad rosarina, hasta ahora se habían ahogado en la orilla. Talleres de Córdoba en 1977, Unión de Santa Fe en 1979, el Racing cordobés en 1980, el propio Colón en 1997 y Godoy Cruz de Mendoza en 2018 fueron subcampeones de liga, mientras que Atlético Tucumán en 2017 y Central Córdoba de Santiago del Estero en 2019 perdieron la final de la Copa Argentina. También el otro grande cordobés, Belgrano, fue tercero en 2013 y Gimnasia de Jujuy terminó cuarto en 1975, pero son excepciones (como la Copa Conmebol que Talleres ganó en 1999) de clubes cuyos hinchas podrían parafrasear a Atahualpa Yupanqui: las vaquitas son ajenas.

El hombre que hasta el viernes personificaba a esa usina de talento del Interior, pero al mismo tiempo también a la falta de títulos de sus clubes, era Luis Miguel Rodríguez, el tucumano de Simoca que el viernes, a sus 36 años y ya en el cierre de una carrera admirada por todo el país, al fin pudo consagrarse campeón. Si al Pulga lo cubría una pátina de admiración romántica, pero sin participación en las grandes definiciones, desde ahora puede sumarle “la gloria”, como él mismo definió después del 3-0 a Racing por la final de la Copa de la Liga. Rodríguez ya puede ser considerado un Tomás Carlovich con estrella: construyó su leyenda en clubes de la General Paz hacia afuera, en Atlético Tucumán, Newell’s y Colón, al igual que el Trinche rosarino, escultor de su propio culto en tres equipos santafesinos, Central Córdoba, Colón y Rosario Central, y uno mendocino, Independiente Rivadavia, aunque casi siempre en el ascenso.

De espaldas a ese unitarismo de los campeonatos nacionales, la selección asoma como una reivindicación federal. El 1-1 ante Chile fue un ejemplo más de esa relación. Mientras Córdoba festejaba, tras los debuts de Coti Romero, Álvarez y Molina, haber llegado a los 100 jugadores de la provincia aportados a la historia de la albiceleste (según el dato del periodista Mauricio Cóccolo), el tandem Lucas Martínez Quarta y el también debutante Emiliano Martínez le devolvió a Mar del Plata el orgullo de sumar dos representantes de la ciudad después de 44 años, informó el cronista Juan Manuel Álvarez.

Uno de los futbolistas que llegó a la selección a través de Colón fue Héctor Baley, campeón del mundo en 1978 aunque sin jugar ningún minuto, detrás de Ubaldo Fillol. “César (por Menotti, el técnico de Argentina) me llamó en 1974, cuando yo atajaba en Colón y le peleamos la punta a Boca, pero nos caímos tres fechas antes del final. Que salga campeón un equipo que no sea de Buenos Aires es una hazaña pero también un acto de justicia para el pasado y el presente, porque Colón fue el mejor equipo del torneo. Ojalá se repita para que no siempre festejen los mismos”, dice el arquero, que luego atajaría en Huracán e Independiente pero terminaría como referente de otro grande del Interior, Talleres de Córdoba, en donde volvería a compartir plantel con varios de los jugadores con los que había integrado la llamada “selección del Interior”, el equipo que Menotti formó en 1975 tras recorrer el país en búsqueda de futbolistas sin experiencia en los clubes grandes de Buenos Aires.

“Esa fue realmente una selección argentina porque eran muchachos que jugaban en los Nacionales. De allí salieron varios campeones del mundo que al principio solo eran conocidos en las ligas regionales, como Miguel Oviedo, Luis Galván o José Daniel Valencia”, agrega Baley, en referencia a futbolistas que en la mayor parte del año jugaban torneos regionales y sólo se sumaban a los Nacionales de Primera División en los tres meses que duraba la competencia. En esa extraña complementación, apenas dos semanas después de haberse consagrado campeones del mundo en 1978, Galván, Valencia y Oviedo pasaron del Argentina-Holanda en el Monumental a un Talleres-Huracán del barrio La France por la liga cordobesa.

Con su primer título en 116 años de historia, Colón se convirtió en el vigésimo primer equipo en ser campeón de ligas o copas de Primera División en el profesionalismo. Diez son del Gran Buenos Aires y La Plata (Independiente, Racing, Estudiantes, Lanús, Banfield, Quilmes, Chacarita, Arsenal, Gimnasia y Tigre), ocho de Capital Federal (River, Boca, San Lorenzo, Vélez, Argentinos, Ferro, Huracán y Atlanta) y dos de Rosario (Newell’s y Central).

“El Interior está muy lejos todavía, hay un abismo de diferencia, en lo económico y en las distancias: nos cuesta muchísimo llevar jugadores”, reconoció en 2019 el bonaerense Ricardo Zielinsky, entonces técnico de Atlético Tucumán, tras 10 años dirigiendo en el Interior, primero en Patronato de Entre Ríos y luego en Belgrano de Córdoba. “Es todo mucho más difícil. Hay gente honesta y laburante que todos los días trata de mejorar la vida de los clubes, pero Dios atiende en Buenos Aires”, se lamentó el actual entrenador de Estudiantes.

La constitución federal de la selección no es exclusiva de esta época ni se limita a los jugadores. Los últimos cuatro entrenadores son santafesinos: Gerardo Martino y Edgardo Bauza, ambos de Rosario, más Jorge Sampaoli, de Casilda, y el actual, Lionel Scaloni, de Pujato. El propio Menotti y Marcelo Bielsa también nutrieron esta lista algunos años atrás. Rosario, Casilda y Pujato están unidas por la ruta 33, que también conecta con Firmat, la tierra de Walter Samuel, uno de los ayudantes de Scaloni, y 300 kilómetros hacia el oeste, ya por la ruta 8, se llega a Río Cuarto, la ciudad cordobesa de Pablo Aimar, el otro integrante del cuerpo técnico. El fútbol centralizado en Buenos Aires se contrarresta con la selección y el título de Colón.

AB

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