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Un River jaqueado por el Covid visita la Bombonera con el arquero más inesperado de la historia del superclásico

Alan Leonardo Díaz, del anonimato a una oportunidad de gran exposición

Andrés Burgo

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Alan Leonardo Díaz (21 años) era un desconocido hasta ayer, cuando un tsunami de 15 casos de coronavirus barrió al plantel de River y se ensañó en particular con el puesto más sensible del fútbol. En cuestión de horas, Franco Armani, Germán Lux, Enrique Bologna y el juvenil Franco Petroli (22 años), los cuatro arqueros profesionales, dieron positivo. Como alternativa debería haber estado Ezequiel Centurión (23) pero en febrero fue cedido a préstamo a Estudiantes de Caseros. El brote fue aún más inoportuno para River porque hoy a las 17.10 jugará ante Boca en la Bombonera, por los cuartos de final de la Copa de la Superliga. El sexto integrante en el escalafón pasará en 24 horas de no haber atajado nunca en Reserva -ni de haber sido suplente en Primera- a jugar el partido que marcará su carrera. El arquero más inesperado de la historia del superclásico enfrenta una oportunidad extraordinaria pero a la vez de gran exposición: los guardavallas juveniles a los que River acudió de emergencia en su pasado son un género aparte.

Los contrastes también resaltan en el contexto del hiperprofesionalismo: además de inexperto, Díaz es amateur. Hoy atajará con el número 32 en la espalda, que en la quiniela significa dinero. El imprevisto sucesor de Armani cobra viáticos pero todavía no firmó contrato profesional con River y posiblemente no lo haga. Según establece la ley, los futbolistas sin vínculo contractual con el club en el que hicieron las divisiones inferiores quedarán libres al final semestre en el que cumplen 21 años (Díaz los festejó el 27 de enero). Con 17 partidos de suplente en Reserva como mayor experiencia en la ligas argentinas, y a una edad en la que los futbolistas de mayor calidad suelen haber debutado en Primera, el arquero más impensado se encaminaba a dejar River el 30 de junio. Por la pandemia, esa reglamentación se prolongó seis meses, hasta el 31 de diciembre. ¿Su actuación en el superclásico también le dará otra chance de seguir en River más allá de 2021?

Diaz, que no es un arquero alto (mide 181 centímetros), muy posiblemente vuelva a ser titular el próximo miércoles, cuando River reciba a Independiente Santa Fe de Colombia por la Copa Libertadores. No estaba anotado en la lista de buena fe pero su club pidió una excepción que la Conmebol aprobaría en las próximas horas. Díaz nació en Lanús, comenzó atajando en el club Ateneo, de Lanús Oeste, y llegó a River en categoría de infantiles. En su camino por las inferiores contó con la asesoría de un experto en el puesto, Ubaldo Matildo Fillol, y fue convocado para la selección argentina Sub 17 que participó en el Sudamericano de 2017, aunque fue suplente. En febrero de 2020 atajó como titular los cuatro partidos que River jugó en la Copa Libertadores Sub 20, en Paraguay, en la que su equipo perdió la final 

El caso de Díaz es inédito. Nunca un sexto arquero de River (y es difícil encontrar un antecedente similar en el resto de los equipos) tuvo que debutar precipitadamente, y justo contra Boca. En medio de la segunda ola de Covid-19, otro de los equipos especialmente afectados fue Gimnasia: hace un mes, Gustavo Areco (21 años) también pasó de ser suplente de la Reserva a estrenarse en Primera, contra Lanús, aunque en un puesto de menor exposición, el de defensor central. Para encontrar un arquero del club de Núñez que haya atajado su primer partido en el superclásico hay que retroceder 83 años, hasta septiembre de 1938: el uruguayo Juan Besuzzo se presentó en un 2-2 contra Boca. Le fue bien y atajaría otros 40 partidos en River pero, a diferencia con Díaz, Besuzzo ya tenía experiencia en Primera, con cinco años en Montevideo Wanderers, y una Copa América con la selección de su país.

A los arqueros que se forman en las inferiores de River (y el caso se extiende a Boca) les cuesta encontrar su oportunidad de debutar en la Primera de su club. Díaz no sólo está tapado por los experimentados Armani, Bologna y Lux sino también por los jóvenes Petroli y Centurión. El último guardián surgido de las entrañas de la institución que se ganó la titularidad por un tiempo largo fue Juan Pablo Carrizo, que sumó 108 partidos entre 2006 y 2008. En un Boca 0-River 3 de 2002, cuando tenía 17 años y era el cuarto arquero del plantel, Carrizo fue suplente del titular Ángel David Comizzo porque las dos principales alternativas, Franco Costanzo y Lux, se habían lesionado. Pero, después de sentarse en el banco de la Bombonera, Carrizo tuvo que esperar cuatro años más para debutar.

Los más experimentados recordaron en estas horas el triunfo 3-1 de los juveniles de River en 1971 contra los profesionales de Boca pero el arquero de esa noche, Carlos Barisio, ya había atajado 14 partidos en Primera. Otro equipo de jóvenes que quedó en la historia de River fue el que en 1975 ganó el título después de 18 años, pero el arquero de la consagración contra Argentinos Juniors, Alberto Vivalda, también tenía una experiencia mínima (pero experiencia al fin) en Primera, de cuatro encuentros. Es curioso que el primer caso de Covid-19 en el plantel de Marcelo Gallardo, el jueves, haya sido el del entrenador de arqueros, Eduardo Alberto Montes -y por eso afectó especialmente a Armani y el resto de los ocupantes del puesto-. Montes fue arquero de River en tres partidos en 1982: el último fue un 1-5 contra Boca, en el Monumental, la mayor goleada que su club sufrió de local en los superclásicos, un resultado que le hizo perder el puesto y la permanencia en el club. Luego siguió su carrera en Sudamérica y el Ascenso.

En diciembre de 1980, el entonces cuarto arquero de River, Miguel Ángel Torres, debió atajar de improvisado en un triunfo 6-2 de Newell’s, la última vez -en los siguientes 41 años- que River recibiría seis goles en un partido. Su participación fue tan de apuro que el número 12 en su camiseta fue trazado con cinta adhesiva: el “2”, según puede apreciarse en la tapa de Clarín del día siguiente, parecía una “Z”. Torres tenía 18 años y por una serie de casualidades terminó atajando. El titular, Fillol, había sido convocado para la Selección. El habitual suplente, Luis Landaburu, arrancó como titular pero se lesionó en el primer tiempo, cuando River ganaba 2-1. El tercer arquero en 1980 había sido Jorge Argüello, un chico que atajaba en la Tercera y se había sentado cinco veces en el banco de la Primera. Pero el relevo de Landaburu en Rosario fue Torres, que era arquero de la Cuarta y había sido suplente en Primera apenas dos veces. El pibe entró a los 32 minutos del primer tiempo y recibió cinco goles: en menos de una hora el 2-1 a favor se recicló en 2-6 en contra. Torres no volvió a atajar en River y, pese a sus promisorias condiciones -había sido convocado a la Selección juvenil-, pronto continuaría su carrera en el fútbol del Ascenso.

En una entrevista que le concedió a la revista El Gráfico a la semana de su pequeño-gran infortunio, bajo el título “No es nada, pibe, una tormenta de verano”, Torres reconstruyó la noche en Rosario. “Estaba en el banco -dijo-. Cuando Landaburu se lesionó y quedó en el suelo, se me hizo un nudo en el estómago por si tenía que entrar. Pero para qué voy a mentir: se me aflojaron las piernas. Para colmo, justo venía un corner y tenía a la hinchada de Newell’s atrás del arco: se juntó todo. Al final del partido, Labruna (el técnico) me habló, yo estaba llorando un poco. Mis padres y mis seis hermanos me alentaron, pero en el barrio hay algunos que me mueven la mano mostrándome los cinco dedos. El periodismo me trató bien, salvo (Bernardo) Neustadt, que dijo que no podía jugar”. Una historia similar le pasaría a Rodrigo Burela, que entró de emergencia, también contra Newell’s pero en 1992, y recibió cinco goles en medio de un equipo diezmado, al que le habían expulsado tres jugadores. Burela no volvería a tener otra oportunidad en River pero igual construiría una gran trayectoria: atajó 10 años en otros clubes de Primera División.

Según Germán Balcarce, periodista especializado en el día a día de River, el joven Díaz es especialista en atajar penales, justamente el sistema de definición que tendrá el superclásico en caso de empate en 90 minutos. El suplente será Agustín Gómez, de 19 años, sin experiencia en el banco de la Reserva, pero todas las miradas estarán puestas en Díaz, el arquerito que tendrá que enfrentar a Carlos Tevez y que River apuesta a que se convierta en el héroe más inesperado.

 

AB

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