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Opinión
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En EE.UU. ven a la Argentina al borde del abismo, pero tampoco quieren que Milei y Caputo quemen su dinero

Luis Caputo, Karina y Javier Milei, Trump y Gerardo Werthein.

Alejandro Rebossio

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En el Fondo Monetario Internacional (FMI) sabían que Luis Caputo era un endeudador serial que incumplía lo prometido, pero volvieron a confiar en él. En 2018, le dieron el préstamo récord cuando era ministro de Finanzas y pidieron su cabeza cuando lo usó para contener el tipo de cambio, siendo presidente del Banco Central. Ahora otra vez volvieron a financiarlo, siempre con Donald Trump como inquilino de la Casa Blanca, y a creer que iba a acumular reservas internacionales. No lo hizo.

Ahora Caputo viaja este viernes a Washington para que su par de EE.UU., Scott Bessent, concrete el swap, canje de dólares por pesos, que en la práctica es un crédito, para calmar lo que el anuncio de esa ayuda no pudo. Pero en Wall Street especulan con que esta línea de financiamiento de US$20.000 millones quizás se firme antes de las elecciones legislativas del próximo día 26, pero no se active hasta después de conocer el apoyo popular al proyecto político y económico de Javier Milei. Y además descartan que Trump y Bessent vayan a largarla para que su aliado principal en Latinoamérica la queme alegremente para mantener apreciado el peso más allá de la cita en las urnas.

El secretario del Tesoro de EE.UU. dijo que su país no pondrá plata sino que es un swap, como un modo de contener las críticas demócratas al malgasto del dinero de los contribuyentes de su país. Pero expertos de Wall Street como Brad Setser advirtió por la red X que un swap es un préstamo de facto. Setser destacó que, a diferencia del de China, que no se podía activar de inmediato, el de EE.UU. sí. Sin embargo, alerta que Milei así no resuelve el problema de fondo que es la escasez estructural de divisas que se prolongó por su intento de sobrevaluar el peso para reducir la inflación. También señala que “si los dólares del swap simplemente quedan sin usar en el balance del Banco Central, Argentina seguramente se quedará sin efectivo antes de las elecciones”.

Poco duró el impacto en los mercados del anuncio hace 11 días de un rescate de EE.UU. a la Argentina y de las retenciones cero al agro, que se esfumó en tres días. El dólar oficial, que había batido un récord de $1.515, bajó primero a 1.350 y después rebotó a 1.450. El riesgo país, indicador del peligro de default de los títulos de deuda, pasó de 1.456 puntos básicos (es decir, la Argentina debería pagar una sobretasa de interés de 14,56% por encima de EE UU si se endeudara en el mercado) a 898 y después se recuperó a 1.264.

En el medio se enriquecieron las cerealeras, no los sojeros, como advirtió el periodista especializado Matías Longoni en el siguiente hilo de X. No será la primera vez que ganan. Lo han hecho con todos los gobiernos. Incluso el de Mauricio Macri le prestó a la poca después quebrada Vicentin y precisamente a fin de mes comenzará la demorada indagatoria de los 26 exdirectores del Banco Nación, incluidos Javier González Fraga y Lucas Llach, y de la empresa por un presunto fraude al Estado de US$260 millones.

Ante el malestar de la Mesa de Enlace, Caputo ahora le prometió reanudar las obras de dragado del río Salado. Pero las constructoras a cargo del proyecto advierten que las partes que estaban más avanzadas del emprendimiento seguirán paralizadas, como desde que comenzó el gobierno libertario, mientras que sólo se pondrán en marcha tramos que aún no habían comenzado que representan apenas un tercio del total.

En Wall Street consideran que de no haber anunciado el salvataje y liquidado US$7.000 millones de las cerealeras el dólar y el riesgo país estarían más altos y las reservas más bajas. Caputo no podía seguir quemando de a US$1.000 millones cada tres días, como ocurrió antes de esas dos movidas. Así ganó tiempo, dos semanas. Faltan tres para las elecciones. El ministro necesita más anuncios y por eso vuela a EE.UU. para negociarlos.

Pero así como el swap con China por US$18.000 millones se rubricó en 2009, pero sólo se activó en 2014 y por US$5.000 millones, algo similar puede ocurrir con la línea con Estados Unidos, por más que esta tenga un formato que no requiera activación para empezar a usarla, evalúan en Nueva York. Allí también descartan que Trump vaya a obligar a la Argentina a cancelar rápido ese financiamiento asiático, dado que desestabilizaría sus números y sería cambiar un préstamo por otro. Se prevé que su pretensión de que Milei acabe con ese swap se irá materializando en la medida en que la economía argentina se recomponga.

Aliados pero no tanto

Aunque el magnate proteccionista norteamericano vea como aliado al libertario criollo, tampoco quiere que use el dinero para defender el peso sino para pagar la deuda, especulan en Wall Street. Por eso pronostican que después de las elecciones Milei deberá modificar su política monetaria y cambiaria y dejar flotar la moneda con libertad, sin el cepo que nunca liberó del todo y que incluso reforzó en las últimas dos semanas. Claro que también espera que mejore su manejo político, tienda puentes con la oposición del centro a la derecha, con los gobernadores de Provincias Unidas y el PRO. Pero para que todo eso ocurra creen que La Libertad Avanza debería superar el 35% de los votos. Si no, predicen más inestabilidad.

En el FMI, donde EE.UU. pesa más que nadie, pero donde también tercian las demás potencias económicas, están preocupados porque ven que la Argentina va camino de incumplir la meta relajada de acumulación de reservas en el segundo semestre del año. En junio se la flexibilizaron con el argumento de que había que apoyar al país en su giro económico neoliberal y evitar que su fracaso derivara en una corrida bancaria, otro default y la continuidad del estancamiento económico que viene arrastrándose desde 2012. Aguardan que el swap estadounidense calme la crisis cambiaria de las últimas semanas, pero también lleven a Milei y Caputo a tomar “posturas más realistas”, según fuentes diplomáticas europeas. Es decir, que abandonden la idea de un peso fuerte, un dólar barato.

En la diplomacia europea, donde miran con recelo a Trump, califican de “grave” la situación argentina por la acumulación de inestabilidad económica y cambiaria, debilidad del Gobierno para construir acuerdos y escándalos de corrupción. “Cóctel peligroso”, lo rotulan. Si bien destacan que la figura de Milei despertó el interés de empresarios por venir a conocer la nueva realidad argentina, todavía no se deciden a invertir y esperarán que se disipen las dudas sobre la popularidad del Presidente en las urnas. Si no logra un buen resultado electoral, entonces quedarán descartadas las reformas laboral, tributaria y previsional por las que presionan el FMI y los hombres de negocios, con lo que naufragaría su ilusión libertaria.

Esas tres reformas fueron mencionadas este jueves otra vez en la presentación de prensa del próximo coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), que se celebrará en Mar del Plata dentro de dos semanas, justo antes de los comicios. Así lo plantearon el presidente de IDEA, Santiago Mignone, socio de la consultora PwC; la gerenta general de la entidad, Luciana Paoletti, el presidente del encuentro, Mariano Bosch, CEO de Adeoagro, y otro de sus organizadores, Fabián Kon, número uno del Grupo Financiero Galicia.

El humor del establishment a días de las elecciones

En La Feliz se palpará el humor del establishment, pero en general ya se da por sentado que después de las elecciones el Gobierno deberá soltar el tipo de cambio. “Tampoco puede irse muy arriba porque no sobran pesos”, opina un banquero. Es el mismo que calcula que LLA puede rondar entre el 30% y el 40% de los votos, que así Milei llegará hasta 2027, pero espera que dentro de dos años el dilema no sea entre él y el kirchnerismo sino que los gobernadores y el PRO puedan constituir una alternativa “de centro”. O centroderecha para ser precisos.

Entre los industriales también aspiran a esa alternativa: añoran a Horacio Rodríguez Larreta, futuro legislador porteño. Van quedando pocos defensores públicos del proyecto libertario, pero poderosos, como Marcos Galperin, de campaña permanente en la red X. En el mundo manufacturero, donde ven que su estancamiento ahora también es compartido por el sector comercio, consideran que el Gobierno tiene tres alternativas para llegar a las elecciones: apretando el cepo, vendiendo dólares o devaluando. Para después de los comicios, si LLA evita una derrota contundente, refuerza su plafón político y arma un programa económico que sume dólares sin parches (como el blanqueo de capitales o los préstamos del FMI y EE.UU.), prevén un dólar que se acomode en la franja de los $1.600 a 1.800. Si no, “no tiene techo”.

¿Pero acaso no hay pesos? Eso decía Milei hace unos meses, pero los pesos para huir al verde aparecieron. “Vendés acciones de YPF o sacás un crédito y conseguís pesos para irte al dólar. Lo que te frena el aumento del dólar es que los salarios están pisados”, comenta un hombre de la industria.

AR/MG

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