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Empresarios desilusionados recibieron a un Santilli que les prometió lo que desean

Diego Santilli, rodeado de los empresarios León Zakalik, Gustavo Weiss, Daniel Funes de Rioja, Alejandro Bulgheroni y Adelmo Gabbi.

Alejandro Rebossio

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Este martes fue el gran retorno a las reuniones presenciales del empresariado con la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) y este miércoles continuó el regreso después de un año y medio de pandemia con los habituales almuerzos que el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) organiza en el Alvear Palace Hotel con alocuciones de políticos. Resultó extraño ver otra vez a algunos grandes exponentes del establishment argentino reunidos sin barbijo tomando vino y canapés en el cóctel previo a la comida en el hotel de Recoleta. Estaban felices por volver a estos encuentros, ahora permitido por el protocolo sanitario, pero desilusionados con la Argentina. Con esa desesperanza escucharon al invitado de turno, Diego Santilli, vencedor de las primarias de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires y baluarte del presidenciable Horacio Rodríguez Larreta.

Entre los asistentes estaban el dueño de la mayor fortuna de la Argentina, Alejandro Bulgheroni, accionista de Pan American Energy (PAE); los presidentes de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman, de la Unión Industrial Argentina (UIA) y del Cicyp, Daniel Funes de Rioja, y de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, entre otros. Muchos de ellos eran los que se habían ilusionado en 2013 con que la victoria de Sergio Massa en las legislativas de aquel año supusiera el fin del kirchnerismo, confiaron en Mauricio Macri en las presidenciales de 2015, pero perdieron la esperanza en él en 2018 y ahora les cuesta volver a creer en el proyecto político que les ofrece Rodríguez Larreta.

“Macri fracasó por soberbio”, soltó uno de los grandes empresarios del Cicyp en privado. “Ya uno va perdiendo las esperanzas, pero debemos trabajar pensando en nuestro país y en nuestros nietos, porque yo y mis hijos estamos salvados”, continuaba. “Esto tiene que cambiar. Acá las cosas sólo pueden mejorar si volvemos a hacer lo que hizo (Carlos) Menem”, remató.

“Si no cambia todo, no hay esperanza”, comentaba otro pope del empresariado. “Eso implica terminar con el déficit fiscal, la emisión monetaria, la prohibición de despidos, la doble indemnización (por cesantía)”, enumeró. También hablaba del “fracaso” de Macri.

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Un asesor de inversores reconocía que ahora los adinerados quieren ver para creer, a diferencia de en 2015. Aunque admitía que los precios de los activos argentinos están más baratos que entonces y pueden ser negocio comprarlos con la expectativa de que se aprecien un poco si hay un cambio político en 2023, antes deben transcurrir dos años más del Frente de Todos y tampoco van a confiar en Rodríguez Larreta antes de verlo gobernando. Advierten de que los problemas que recibirá son mayores que los heredados por Macri. Claro que estamos hablando de inversiones especulativas, porque de las reales también escasearon con el gobierno anterior. “Rodríguez Larreta armó una bolsa de gatos, hay que ver qué sale de eso”, agregaba el asesor, que recomendaba un gran shock que licúe el gasto público y que incluya un aumento de las tarifas de servicios públicos.

Ante ese público desencantado, Santilli llegó para decirles lo que querían oír pero que Macri les incumplió. El candidato a diputado prometió “producción que genere trabajo” y para eso propuso cuatro consensos: uno fiscal, porque “es imposible producir con 167 impuestos”; otro laboral, porque de 28 millones de personas en condición de trabajar sólo 5 millones se emplean en blanco en el sector privado y eso debería cambiar con un consenso entre gobierno, empresarios y sindicalistas; uno de desarrollo federal, para explotar los recursos naturales del país, y uno último de reglas claras.

Los empresarios arrancaron preguntándole por la inseguridad a quien viene de ocupar la vicejefatura y el Ministerio de Seguridad porteños. Después le preguntaron por la “presión fiscal y el déficit” y entonces prometió bajar la cantidad y la cuantía de los impuestos, más allá de que en la ciudad los han subido. Recordó que Macri comenzó una baja de Ingresos Brutos, aunque olvidó recordar que fue el anterior gobierno el que la frenó ante la crisis de 2018. Acorde con los vientos que le sopla el por ahora rival libertario Javier Milei, Santilli abogó un “Estado que tiene que aggionarse y hacer lo que debe hacer: educación, salud e infraestructura”.

Alguien le preguntó si apoyará el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que negociará el gobierno de Alberto Fernández. Respondió que sí con el argumento de que será lo que le “sirva a la Argentina”. El mismo interlocutor le preguntó si sobrevendría una crisis cambiaria tras las elecciones. No contestó.

Al final, Gabbi, de la Bolsa, tuvo a su cargo el brindis final. Invocó a los que “vinieron de los barcos” y sorprendió también al mencionar a los “pueblos originarios”. En el público, en cambio, había quien rezongaba contra “mapuches y comunistas”. Antes de empinar la copa de champagne, Gabbi se confesó: “No voto en provincia, pero todos se imaginan por quién voy a votar en capital”. En el auditorio se dividían entre María Eugenia Vidal, la candidata de Juntos por el Cambio, o Milei.

AR

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