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Paro general

Masivas marchas y una huelga dispar en todo el país, contra las reformas de Milei

Marcha masiva en Mar del Plata.

Alejandro Rebossio

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Es difícil medir la masividad de un paro general con movilización en tiempos de fake news. En el entorno de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, calculaban 40.000 personas en la marcha de este miércoles en la ciudad de Buenos Aires. Las imágenes la desacreditaban. En el equipo de su par porteño, Waldo Wolff, tiraban 80.000. José Luis Lingeri, histórico jefe del sindicato de Obras Sanitarias e integrante del consejo directivo nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT), calculaba “un millón largo en todo el país”, una multitud que el gremialismo no movilizaba desde hace décadas.

“Desde los tiempos de Saúl y Hugo”, dijo Lingeri. Se refería a Saúl Ubaldini, que dirigió la CGT en las 13 huelgas generales al gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), y a Hugo Moyano, que desde la misma central le hizo ocho a la administración de Fernando de la Rúa (1999-2001).

Otro mandamás de la cúpula de la CGT y líder de Luz y Fuerza, el gremio de los empleados del sector eléctrico, Guillermo Moser, arrojaba una cifra más audaz aún: “800.000 en capital y 1,5 millones en todo el país, la mejor movilización de los últimos tiempos”.

Claro, al gobierno de Mauricio Macri, cuando la pobreza subió del 27% al 35%, ocho puntos porcentuales, el sindicalismo le organizó cinco paros generales, pero ninguno al de Alberto Fernández, cuando el porcentaje de pobres se elevó del 35% a al menos 40% (último dato oficial disponible), cinco puntos. Pero ahora salieron a la calle ante la aceleración de la inflación del 12% al 25% mensual, miles de despidos en el Estado y una serie de reformas como la flexibilización laboral, los recortes en cultura, las privatizaciones de empresas, la incertidumbre de la movilidad jubilatoria, el congelamiento de planes sociales, los aumentos de tarifas de energía y transporte público, la restauración del impuesto a las ganancias a los empleados que más ganan, la desregulación de los alquileres y las prepagas y el protocolo antipiquetes.

Pero así como las calles se poblaron, el paro en sí tuvo un acatamiento dispar. El empresariado, que rechazó la huelga y defiende la reforma laboral, apuntó que pocos comercios cerraron, pero reconoció que muchas fábricas se detuvieron. “Vino tranquilo, trabajando casi con normalidad. Hicimos un relevamiento nacional y las respuestas fueron similares: me atrevo a afirmar que los comercios en un 90% trabajaron normalmente”, comentó el presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman.

La Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba) contabilizó que sólo el 3,6% de los negocios bajaron sus persianas. Incluso abrieron en las zonas afectadas por la movilización al Congreso, aunque fue allí donde se registró la mayoría de los cierres. Pero quizás no sea un motivo para festejar para los empresarios.

El propio presidente de Fecoba, Fabián Castillo, admitió: “Lo que hemos detectado es una fuerte necesidad de abrir para vender. El impacto económico en el sector pyme es tan grande que no hay margen para cerrar un día. Entre los encuestados por Fecoba, había quienes abrieron para no perder facturación, otros porque el transporte público funcionaba hasta las 19, mientras que había opositores a la huelga. En los supermercados reconocieron una adhesión ”moderada“: ”El funcionamiento fue normal. Sí se sintió en la logística porque Camioneros operó muy fuerte“, se refirieron al sindicato de Moyano y su hijo Pablo, uno de los triunviros de la CGT.

En las empresas de colectivos, en la de subtes Emova y en la estatal Trenes Argentinos registraron una cantidad de pasajeros similar a un día normal. Claro que algunos iban a trabajar, pero otros a manifestarse. “Muchos movilizándose, más que en otros paros”, destacaron en los ferrocarriles. “Adhesión total”, pronosticó sobre el paro de trenes a partir de las 19 el secretario general de la Juventud Sindical de la CGT y secretario gremial de los maquinistas de La Fraternidad, Sebastián Maturano.

Uno de los principales directivos de la industria automotriz reconoció que todas las plantas pararon a partir del mediodía. En cambio, uno de los principales directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA) contaba que en su empresa no hubo ausentes en ninguna de sus fábricas. Otro alto dirigente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) matizó: “Hay obras que pararon y otras no”.

En dos grandes generadoras eléctricas casi no hubo adhesión del personal. Donde sí se sintió el parate es en el consumo eléctrico, que depende en parte de industrias y comercios. En los datos duros del siguiente gráfico de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) se puede advertir cómo a partir de las 12 la demanda de este miércoles (en rojo) comenzó a caer respecto de la misma hora del martes (en verde).

“Es fuerte el paro, mucha gente”, comentó otro de los popes de la CGT, Sergio Romero, de la Unión Docentes Argentinos (UDA). Entre los que marcharon estaba el ex presidente de la Cámara de Diputados y asesor gremial Julián Domínguez: “El espíritu y la conciencia es diferente a otras épocas. Acá la gente siente que es su destino personal que está en juego. En la marcha no se podía avanzar para ningún lugar, imposible de cuantificar, ojalá no se tuviera que hacer esto porque el Gobierno cuidara a los argentinos”.

AR/JJD

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