El abogado en el caso de los “safaris humanos” de Sarajevo: “Era gente adinerada, sádica y con el gusto de matar”
El oscuro recuerdo de las colinas de Sarajevo durante el brutal asedio de la capital bosnia entre 1992 y 1996 volvió estos días al centro de la actualidad en Italia. La Fiscalía de Milán abrió pesquisas para indagar sobre la presunta existencia de grupos de “turistas francotiradores” que habrían pagado enormes sumas de dinero al ejército serbobosnio para disparar contra civiles asediados. El caso incluye un dosier de 17 páginas con pesquisas del periodista y escritor italiano Ezio Gavazzeni, quién asegura que hubo italianos acaudalados que participaron en este siniestro safari de caza humana.
Para destapar este macabro entramado, el reportero presentó en febrero una denuncia con el respaldo del exmagistrado Guido Salvini y el abogado Nicola Brigida. Este último, quién sigue de cerca el proceso, destacó en una entrevista a elDiario.es que la apertura de investigación es un primer paso clave para hallar posibles culpables, aunque el procedimiento está aún en fase inicial y le queda mucho camino por recorrer.
Otras veces, la magistratura italiana ya demostró ser minuciosa y seria, llegando a castigar a culpables de desapariciones en masa en Sudamérica durante las dictaduras militares
“Gavazzeni investigó a fondo y reunió elementos que hacen considerar como tesis bien fundamentada que algunos ciudadanos del norte de Italia, entre ellos de Milán, se divertían participando en este horrible safari de fin de semana yendo a disparar a civiles indefensos asediados desde las colinas de Sarajevo”, dijo Brigida. Según destacó, entre las fuentes principales está un viejo agente de la Inteligencia bosnia. De hecho, estos servicios ya advirtieron en los noventa de la presencia de varios francotiradores italianos en la zona, de lo que informaron a la Inteligencia militar italiana de la época, el SISMI, quién localizó a implicados.
Este organismo, según la información recabada por Gavezzini, bloqueó los viajes al cabo de dos o tres meses, tras identificar a estos turistas que iban a Sarajevo desde la urbe de Trieste, en el noreste de Italia y puerta a los Balcanes. Según la fuente bosnia, esto implica que en los archivos del SISMI podrían estar los nombres de los implicados. La misma fuente mencionó el testimonio de un soldado serbio capturado en la época, quién aseguró presenciar el traslado de estos cazadores, procedentes de ciudades como Turín, Milán o Trieste.
De acuerdo con Brigida, quedan muchos cabos por atar y se prevén tareas arduas para recabar pruebas con las que mantener activo el proceso. Por ahora, la Fiscalía milanesa baraja el delito de homicidio múltiple con agravantes de “crueldad” y “motivos abyectos”, que no pueden prescribir pese al paso de los años. “La denuncia tiene indicios investigativos que merecen máxima atención. La magistratura validó su seriedad e inició un procedimiento penal con pesquisas de la Policía judicial -la unidad ROS de los Carabineros- para identificar estos culpables”, dijo el letrado, esperanzado con que el caso se esclarezca, aunque por ahora no hay personas concretas denunciadas o imputadas.
Brigida dijo desconocer quién participó concretamente en esta caza de civiles, pero sí remarcó que no fue un caso aislado: “Se trató de un grupo de varias personas, no solamente una a título individual”, aseguró. Según trascendió, el precio que pagaron por pasar un fin de semana de safari era muy alto, de entre 80.000 y 100.000 euros, equivalente al costo de un piso de tres habitaciones en la ciudad de Milán de la época.
“Viajar con armas a un país extranjero, en guerra, y estar ahí varios días, no estaba al alcance de todos. Si se confirma la tesis de la acusación, se trataba de gente adinerada, despiadada, sádica, con el gusto de matar gratuitamente”, señaló Brigida. Según añadió, también espera que las pesquisas determinen cuánto tiempo duró esta práctica y cómo funcionaba el contacto y coordinación con las fuerzas serbobosnias de Radovan Karadzik y Ratko Mladic, condenados a cadena perpetua por crímenes de guerra por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia. De hecho, es en esta institución con sede en la Haya donde los investigadores del proceso abierto por el fiscal Alessandro Gobbis han empezado a recabar documentos.
De pequeños escuchábamos historias sobre extranjeros que hacían este tipo de cosas
“Creo que los elementos aportados en la denuncia serán justamente valorados”, indicó Brigida, que remarcó que es incierto predecir cuándo la investigación podría dar sus primeros resultados, lo que dependerá de las evidencias que se hallen. “Podría ser mañana, dentro de unos años o nunca, aunque si se diera la identificación de algún culpable, las pesquisas se acelerarían por las normas del código de procedimiento penal”, explicó.
Con todo, pidió confiar en la Justicia del país: “Otras veces, la magistratura italiana ya demostró ser minuciosa y seria, llegando a castigar a culpables de desapariciones en masa en Sudamérica durante las dictaduras militares. Muchos de estos procesos acabaron estos años con la condena de decenas de imputados por crímenes monstruosos contra la humanidad”, agregó el letrado. Se refirió a casos como el del represor y exmilitar uruguayo Jorge Néstor Troccoli, condenado a dos cadenas perpetuas en Italia —la última este octubre de 2025— por el asesinato y desaparición de varias personas durante los tiempos de la Operación Cóndor.
En Sarajevo, las cicatrices del asedio —el más largo de la historia moderna— están aún presentes en muchos edificios de la ciudad, con restos de bala en sus fachadas. Más de 10.000 personas murieron por bombardeos e incesantes disparos de francotiradores. Estos eran la amenaza más temida, ya que disparaban al azar y sin hacer distinción, también contra mujeres y niños. Ya entonces, la existencia de francotiradores de otros países era un tema que la ciudadanía parecía conocer. “De pequeños escuchábamos historias sobre extranjeros que hacían este tipo de cosas”, dijo a elDiario.es Faris, nativo de Sarajevo, quién nació el mismo año que comenzó el asedio.
En 1995, el diario italiano Il Corriere della Sera publicó un artículo sobre la cuestión. Esta volvió a ganar peso en 2022, con el estreno del documental Sarajevo Safari, centrado en los extranjeros que iban a disparar a Sarajevo por diversión. En el material audivisual no se aportan pruebas que lo puedan corroborar, aunque sí hablan dos testigos. Uno asegura que acompañó a estos visitantes a disparar y presenció como mataron a siete personas, entre ellas a menores. Asimismo, señala que “el precio era mayor si el objetivo era un niño”. La producción conmocionó de nuevo a la sociedad bosnia y volvió a poner el asunto sobre la mesa. Muchos, cómo Faris, prefirieron no ver el documental “para no revivir tiempos oscuros” ni traumas pasados.
Tras su estreno, la entonces alcaldesa de Sarajevo, Benjamina Karik, presentó una denuncia y la Fiscalía de Bosnia y Herzegovina accedió a indagar sobre la información expuesta en el documental. El contenido del informe que hizo Karik también fue presentado como parte de la denuncia ante la Fiscalía de Milán por parte de Gavazzeni.
Según alegó el mismo Gavazzeni a la prensa italiana, los “turistas francotiradores” fueron mucho más que italianos, y podrían haber sido más de un centenar. “Había empresarios y profesionales adinerados, del norte de Italia, pero también de España, Francia, otros países europeos, Canadá, Estados Unidos o Rusia”, dijo. “Está claro que había una organización que permitía llevarlos a un lugar donde disparar impunemente”. “Después volvían a su vida de siempre”, en otro paradigma de “la banalidad del mal”, concluyó Gavazzeni, evocando a Hannah Arendt.
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