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Advierten sobre los efectos “catastróficos” de una tercera ola en Brasil

“No se verifica ninguna contención de la enfermedad”, dice un informe oficial sobre la situación de la pandemia en Brasil.

Eleonora Gosman

San Pablo —

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Los epidemiólogos brasileños están asustados. Afirman que una tercera ola del Coronavirus, y sus nuevas variantes en el país, “será catastrófico” porque ocurrirá “a partir del muy elevado nivel epidémico actual”. Son las conclusiones del Boletín del Observatorio del Covid-19 que publica Fiocruz, la mayor institución científica estatal, fabricante de la vacuna Oxford-AstraZeneca en el país. Para los investigadores, las 430.000 muertes desde el origen de la pandemia y los 2.340 fallecimientos registrados en las últimas 24 horas sugieren la persistencia del descontrol: “No se verifica ninguna contención de la enfermedad” sentencian en el documento del martes último.

El conjunto de datos analizados por Fiocruz reveló, además, “una intensa circulación de virus, lo que muestra que la pandemia puede permanecer las próximas semanas en niveles muy críticos”. Peor aún, los científicos estiman que ese escenario llevará inexorablemente “al surgimiento de nuevas variantes”. Es ese punto crítico en el que se encuentra la pandemia lo que exige “mantener todos los cuidados, pues una tercera ola puede derivar en una crisis sanitaria más grave que la ya atravesada”. Con todo, en el dossier de la Fiocruz se reconoce una “una ligera reducción de la letalidad, de -1,7. Aunque al mismo tiempo se observa um aumento de los contagios de 0,3%”.

Otro dilema son las secuelas que dejó el Covid entre las personas infectadas, tanto en casos graves como moderados: “Poco se sabe de las repercusiones en la calidad de vida a medio y largo plazo para los afectados”. Los investigadores argumentan que es preciso “reorganizar y ampliar la estrategia de testeos, que permita controlar la transmisión y bajar la presión sobre el sistema hospitalario”.

Si la segunda ola de la pandemia, con un pico de decesos en abril, tuvo un efecto devastador para los hogares brasileños, la eventualidad de una tercera ola de Covid-19, que solo podría ser dominada con una planificación más prolongada y estricta del aislamiento social, volverá a esbozar una dualidad: de un lado, las estrategias de prevención contra el SARS-CoV-2; del otro, la economía y el empleo.  Una verificación de esa dicotomía es la notable baja de consumo de los hogares, como lo atestigua la caída de 28% en las compras de alimentos experimentada en marzo último. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la contracción llevó al sector de servicios, que incluye hoteles, restaurantes y bares, a una pérdida en abril de 26,1% respecto al mismo mes de 2020. Rodrigo Lobo, que dirige las investigaciones del IBGE, esa cuantía refleja el impacto de la pandemia en actividades que dependen de la circulación de los consumidores.

El empresario José Roberto Tadros, titular de la Cámara Nacional de Comercio de bienes y servicios, lamentó las incertidumbres que presenta, para este año, la economía brasileña. Atada como está, a las restricciones en la circulación y al cierre de comercios, provoca “un momento de oscilación familiar: la pandemia sumada a la lentitud de vacunación genera pesimismo y cautela de consumo”. En sus declaraciones, juzgó que “solo con la inmunización en masa la economía volverá a crecer”.

Una encuesta realizada por la CNC reveló que 53,3% de familias demuestra una proyección profesional negativa; y 41% indicó que sus ingresos son inferiores a los del año pasado.

Sin embargo, hay publicaciones que niegan esa dicotomía. Más precisamente, un estudio realizado por Elize Massard da Fonseca (Fundação Getúlio Vargas), y los norteamericanos Scott Greer e Elizabeth King (Universidad de Michigan), que investigaron 77 países, lo llevó a la siguiente conclusión: existe un correlato entre métodos eficientes de cuidados contra el coronavirus y la mayor estabilidad económica.  En un artículo que el trío de economistas publicó en la revista Global Public Health, se señala que las iniciativas de protección social, como auxilios de emergencia, líneas de crédito y reducción de impuestos y de tarifas de servicios esenciales, para los sectores más vulnerables, resultan determinantes para contener la diseminación del virus, evitar muertes e impedir inestabilidades de la economía.  El estudio compartido por brasileños y americanos, que contó con la ayuda de otros 66 científicos, señala con respecto a Brasil: “Hubo políticas sociales muy fuertes, pero las relacionadas con la salud estaban completamente descoordinadas, pues el gobierno federal fue por caminos diferentes a los estados”.

Subraya que “un país grande como Brasil requiere la más estrecha relación entre gobierno y unidades sub nacionales, la única forma de lidiar con una enfermedad infectocontagiosa que no respeta fronteras”. En los hechos, el comienzo de la segunda ola sorprendió al gobierno de Jair Bolsonaro, que demoró hasta abril para renovar la ayuda financiera a las familias. Y al hacerlo, fue por un valor de tan solo 40 dólares, es decir, menos de la mitad del estipendio otorgado el 2020. A esto se sumó el drama de la gran cantidad de víctimas entre los mayores de 60, en la primera etapa de esta crisis sanitaria. No sólo tuvo un impacto afectivo sino también económico: los familiares directos dejaron de percibir los salarios de las jubilaciones, que para 21% de los hogares brasileños representa el único ingreso. Los números confirman que el año pasado el Estado dejó de pagar 750 millones de dólares en concepto de pensiones jubilatorias, precisamente por cuenta de la letal pandemia. 

WC

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