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LULA ATERRIZA EN PEKÍN - Análisis
Qué busca en China el presidente brasileño (y con qué se encontrará)

Imagen de archivo del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, reunido con representantes de la Confederación Nacional de Municipios, en Sao Paulo, Brasil, el 26 de octubre de 2022.

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Joe Biden voló el martes rumbo a Irlanda, la isla católica en el Atlántico norte de donde es originaria su familia de inmigrantes. Todo parece indicar que esta visita de Estado de tres días del octogenario presidente demócrata se verá empañada por la filtración de documentos del Pentágono que revelaron que EEUU espía tanto y tan ilegalmente a sus adversarios geopolíticos como a sus más próximos y familiares aliados -entre ellos, el gobierno de Dublín. El mismo 11 de abril del viaje a Occidente del enemigo jurado de Donald Trump, viajó a Oriente el enemigo jurado de Jair Messias Bolsonaro. El casi octogenario presidente petista Luiz Inácio Lula da Silva voló por un cielo sin nubes para iniciar una visita de tres días a China. Las expectativas del brasileño son enormes pero focalizadas, profundas pero circunscritas al comercio, el turismo y la economía; las grandes esperanzas del presidente chino son aún más gigantescas, más ilimitadas en su vocación. Xi Jinping aspira a forjar una alianza estratégica y geopolítica duradera y a muy largo plazo.

Dos mega Estados, dos ex imperios, dos países únicos e insustituibles (el uno para el otro)

El presidente Lula visitará China del 12 al 15 de abril, en su primera visita de Estado a un país del hemisferio oriental después del comienzo de su tercer período presidencial. En una entrevista exclusiva con la agencia china Xinhua, el embajador de Pekín en Brasil, Zhu Qingqiao, señaló que en medio siglo de relaciones diplomáticas bilaterales, “Brasil se ha convertido, sucesivamente, en el primer país en vía de desarrollo importante en establecer una asociación estratégica con China y el primer país latinoamericano en establecer una asociación estratégica integral con China”.

Brasil es el primer país latinoamericano cuyo comercio con China ha superado los 100 mil millones de dólares. Es el mayor socio comercial de China en América Latina y el principal destino regional de la inversión china. Y China se ha mantenido como el mayor socio comercial y el mayor mercado de exportación de Brasil durante muchos años. Hoy la cooperación se extiende cada vez a más áreas, a una más amplia gama de campos. Como petróleo y gas, energía eléctrica, agricultura, infraestructura, comunicaciones y ciencia y tecnología. Al mismo tiempo, las dos partes se han comunicado y coordinado estrechamente en organizaciones y mecanismos como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, los BRICS, el G20 y los BASIC (Brasil, Sudáfrica, la India y China).

Las dos partes, según el embajador Zhu, deben aprovechar la oportunidad de esta cumbre bilateral de Lula y Xi para fortalecer el acoplamiento estratégico, profundizar el potencial de cooperación, innovar modelos de cooperación, estrechar el vínculo de interés, crear nuevos puntos de crecimiento sobre la base de hacer que la cooperación tradicional sea más amplia y fuerte, favorecer los desarrollos de los dos países con una cooperación de mejor calidad entre China y Brasil en nuevos terrenos y más beneficiosa para las personas, además de “promover conjuntamente el proceso histórico de los países en desarrollo en busca de la modernización”. Los intercambios de Brasil con China en el alivio y reducción de la pobreza, la protección del medio ambiente, la atención médica y sanitaria y otros campos se han vuelto cada vez más frecuentes.

Frente a los desafíos como el impacto negativo de la pandemia de COVID-19, los conflictos geopolíticos frecuentes y la fluctuación económica mundial, la cooperación económica y comercial entre China y Brasil ha mantenido un desarrollo constante, mostrando una fuerte resiliencia y abundante vitalidad, además de desempeñar un destacado papel en el apoyo a los dos países para abordar los cambios, sostener el desarrollo y mejorar la vida de las personas, es la conclusión del diplomático chino.

Con respecto al actual conflicto militar en Ucrania, Lula y Xi coinciden rotundamente en que nunca se habría iniciado sin el proceso de expansión de la OTAN hacia el Este y en que la paz está tan cerca o tan lejos como la informada voluntad del gobierno de Kiev lo esté de la orden de un alto-el-fuego. El Plan de Paz que el presidente chino develó en Moscú consiste limpiamente en la firma inmediata de un armisticio ruso-ucraniano que tolere el actual statu quo en la península de Crimea (en el Mar Negro) y en el Donbás (al oriente del territorio de Ucrania). En Washington, en Bruselas, en Londres, en Kiev, consideran que el plan de Pekín hace demasiadas concesiones a Moscú; no piensan que sean tantas. ni que sean técnicamente 'concesiones', en Brasilia.

El huésped de Putin es el anfitrión de Lula

En Pekín buscan negociar un pacto con Brasilia. Los formulaciones y las cláusulas aceptables para tal entendimiento serán todas aquellas que a juicio del presidente Xi Jinping favorezcan el progreso de este binomio Sur-Sur integrado por China y Brasil hacia la posición de líder y árbitro en el escenario internacional.

Xi prefiere ser anfitrión comunista del petista Lula en la capital china antres que huésped imperial en el palacio del Kremlin como lo fue hace dos semanas en la capital rusa. Codicia la fotografía que el viernes tomarán del dúo presidencial. Para Xi, esta preparada instantánea ofrecerá una imagen global genuina de su estrategia global más auténtica, mientras que su retrato moscovita con su “amigo eterno” Vladimir Putin figura sólo la téctica decisionista en el vinculo con un Estado limítrofe de máxima extensión territorial.

Dos presidentes septuagenarios al inicio de su tercer mandato

Los signos que ha dado Xi Jinping, en una sumatoria que crece sin obstáculo ni objeción, acaban por desnudarse de toda ambigüedad. El presidente chino parece habar concluido que Brasil, por su geografía, su demografía y su economía, es el mejor país del mundo para asociarse globalmente en el largo plazo. Y que evalúa a su presidente, un experimentado político de izquierda, una de las personalidades democráticas más famosas y creíbles del mundo, líder ambientalista sin concesiones y no-alineado promotor de la paz en la guerra, como su mejor socio a título personal.

Lula y Xi son dos presidentes septuagenarios, los dos en el primer semestre de su tercer mandato. Tanto Lula como Xi, son emergentes y a la vez baluartes de un tiempo de lucha de partidos, anterior a los 'espacios' políticos. La tercera presidencia de Xi fue decidida como la tercera candidatura presidencial de Lula: cada una en el interior de sus respectivos partidos. Y la victoria de 1949 que permitió a Mao la proclamación en Pekín de la República Popular China es ante todo el triunfo de un Partido. Victoria del Partido Comunista, y derrota del Partido Nacionalista, que había perdido el continente y sólo ejercía un gobierno insular desde la capital provincial Taipei. Victoria que sólo sería completa, a los ojos de Xi, con la incorporación a China continental de la provincia rebelde de Taiwan.

Lula llegó a Pekín para su visita de Estado de tres días en una encrucijada de tensión militar nunca antes vista entre China y EEUU, garante del autogobierno de Taiwan. Lula quería ser el primer gobernante en llegar a Pekín desde el inicio de la tercera presidencia de Xi, y Xi quería lo mismo, que Lula fuera el primero. Una bronconeumonía de Lula obligó a recalcular la fecha. Lo precedieron la presidenta de la Unión Europea (UE), y sus amigos los presidentes de Francia y de España. En el vuelo de regreso a París de Emmanuel Macron, sus respuestas al periodismo acerca de cómo veía él el destino de Taiwan inquietaron en Washington. ¿Inquietará también Lula, en el camino de retorno a Brasilia?

AGB

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